No voy a opinar sobre la decisión de un sector de las FARC de retomar el camino de la lucha armada. Hay otro sector, encabezado por Rodrigo Londoño, alias Timochenko, que se pronuncia por mantenerse en el camino que se abrió con las conversaciones de paz. Cada uno de estos sectores ha esbozado razones respetables y no soy quien para convertirme en juez, no me gusta fungir de sabihondo. Me interesa por ahora cómo el hecho afecta a Venezuela.
El retorno del sector de las FARC comandado por Iván Márquez y Jesús Santrich al uso de las armas ha revivido la matriz, debilitada un tanto después de los acuerdos de La Habana, de Venezuela como una especie de Santuario de los grupos insurrectos de Colombia, señaladamente de las FARC y el ELN. Esto no puede sorprender a nadie, pues es el remake de una película conocida, solo que como todo remake, presenta particularidades en la nueva versión. Primero que nada, se da en medio de una agresión imperialista aguda y brutal contra Venezuela, como nunca antes se había visto durante la Revolución Bolivariana, ni siquiera en aquellos duros días del golpe de Estado de 2002 y del posterior y casi inmediato sabotaje petrolero a gran escala. Ello por su carácter extensivo, pues reúne en grado sumo casi todas las modalidades de agresión posibles: económica, política, social, mediática, diplomática. Solo ha faltado la agresión militar abierta, aunque se ha manifestado también en amenazas de diversa laya. En segundo lugar, ocurre en el contexto de una situación de marcado reflujo político y de masas de la oposición venezolana, cosa que no ocurría en los hechos de 2002, cuando la presencia política y la capacidad de movilización opositoras estaban en un punto alto. Este último es un factor de vital importancia en la nueva versión de la película que presenta a Venezuela como causa y amparo de los grupos armados de la izquierda colombiana.
La oposición venezolana ha sufrido en lo que va de 2019 varias derrotas importantes. La más significativa el 23 de febrero, cuando ocurrió la derrota en la batalla de la frontera, o de los puentes como también se le recuerda. Esa victoria de la unión cívico-militar venezolana marcó todos los acontecimientos posteriores, ya que impidió el establecimiento de una cabeza de playa de la derecha en el estado Táchira, que era uno de los principales objetivos de aquel despropósito de dimensión internacional. Después vino la derrota del sabotaje eléctrico y el espectáculo bufo del 30 de abril en Altamira, así como el fiasco de la “gran movilización” anunciada para el 1° de mayo.
Todas estas derrotas han tenido como consecuencia el derrumbe del mito fundamentado en la figura de Juan Guaidó, en el cual muchos opositores han puesto la esperanza del “cese de la usurpación”, el “gobierno de transición” y “elecciones libres”. Cada vez más opiniones apuntan a señalar que parecen acabarse los quince minutos de fama de este personajillo menor de la política, este Frankenstein construido por la canalla mediática mundial. Ejemplo de ello es el conocido reportaje de Bloomberg, portal insospechable de chavismo, publicado en días pasados, y en el cual se revela que diplomáticos extranjeros en Venezuela aún tras mantener su respaldo a Juan Guaidó, empiezan a dudar sobre la salida de Nicolás Maduro, por lo cual han decidido mantener sus relaciones con la “dictadura”. De acuerdo con esa agencia de noticias, el embajador alemán en Venezuela, Daniel Kriener, se reunió hace dos semanas con sus colegas europeos bajo la presencia del canciller Jorge Arreaza. Así mismo Arreaza habría mantenido también reuniones oficiales tanto con el gobierno de España como con el de Portugal; ambos reconocen a Guaidó, pero prefieren mantener conversaciones con el “régimen”. “El primer ministro de Curazao, una isla caribeña controlada por el Gobierno pro-Guaido de los Países Bajos, recibió recientemente a Manuel Quevedo, el jefe del gigante petrolero controlado por Maduro, Petróleos de Venezuela SA. Discutieron la oferta de PDVSA para renovar un acuerdo para operar una refinería en la isla”, señala Bloomberg, que indica igualmente que Brasil, por ejemplo, se vio obligado a pedir a Maduro la renovación de las credenciales diplomáticas de sus funcionarios en Venezuela. Según Bloomberg, estas son solo muestras de que los países que se manifiestan aliados de Guaidó “juegan con Dios y con el diablo”. Y además: “Todo esto fue una gran apuesta arriesgada (…) los europeos, por mucho que lo nieguen, ya han comenzado este proceso de volver a los negocios como siempre con Maduro. Los países de América Latina eventualmente tendrán que hacer lo mismo”, dijo a Bloomberg Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en el grupo de expertos de Sao Paulo Fundação Getulio Vargas.
También se ha pronunciado otro agente mediático de la derecha, Panam Post, que reportó el 1° de septiembre pasado que “…la Unión Europea insiste en proteger a Nicolás Maduro avalando un diálogo que no ha traído resultados para Venezuela. Tal es el apoyo, que el organismo europeo ha insistido en la ‘buena fe’ del régimen y en su ‘espíritu de compromiso’ (…) Pese a que la UE tiene constancia de las violaciones a los derechos humanos perpetrados por la dictadura chavista, prefiere esperar por el diálogo sin hablar de plazos ni fechas. Pide ‘resultados concretos’, pero no explica exactamente a qué se refiere con ello. La amenaza pareciera ser ambigua, pues dichas negociaciones podrían durar meses o, peor aún, años (…) El organismo europeo, que finalmente validó el informe de Michelle Bachelet sobre la violación a derechos humanos en Venezuela, no ha emitido ninguna acción que pueda incomodar a Maduro. Entre tanto, el régimen aumenta el número de presos políticos y se afianza nuevamente en el poder (…) Por su parte, el Grupo de Lima, que fue creado para tratar de resolver la crisis en Venezuela y presionar la caída de la dictadura, tiene dos años emitiendo comunicados sin responder a acciones contundentes, mientras la migración venezolana aumenta (…) La mayoría de las naciones mantienen relaciones diplomáticas y comerciales con la dictadura, y no han tomado acciones para aislar económicamente al régimen e impedirle el flujo de dinero efectivo. Tampoco han sancionado a los aliados de Maduro y mantienen relaciones comerciales con quienes lo sostienen en el poder (…) De seguir dándole tiempo a Maduro y a su círculo para que se fortalezca, Venezuela podría terminar implementando en forma el mismo modelo que los Castro instauraron en Cuba, solo que con más refugiados por el mundo y mayores consecuencias políticas, económicas y de seguridad para toda la región (…) Aunque Juan Guaidó se mantiene en la palestra, ha dejado pasar su responsabilidad de solicitar apoyo militar para salir de la dictadura; aprobó la reincorporación al TIAR, pero ha dejado de lado su activación; mientras que ha decidido ignorar por completo el principio de Responsabilidad de Proteger que permitiría una intervención militar humanitaria en Venezuela (…) El régimen de Nicolás Maduro se ha mantenido en el poder y continúa aferrándose al diálogo ganando tiempo; entre tanto, tal y como lo señaló Bloomberg, los Gobiernos empiezan a dudar de la caída de la dictadura, no actúan y prefieren mantener sus conversaciones con el chavismo (…) A Guaidó se le acaba el tiempo como presidente de la Asamblea Nacional y como presidente encargado; sobre todo, porque uno de sus aliados (Estados Unidos) entrará en campaña el próximo año (…) Aunque excepcionalmente se apruebe la renovación de Guaidó como presidente de la AN, en diciembre de 2020 debiera haber nuevas elecciones a la Asamblea; si no hay un cambio de las autoridades del Consejo Nacional Electoral, será la ocasión que el chavismo estará esperando para intentar volver a controlar el Parlamento robándose las elecciones”.
Como vemos, la derecha internacional está rebajando cada vez más su nivel de expectativa con respecto a la real posibilidad de que la oposición venezolana, de la mano de Guaidó, puede derrotar al chavismo y comienza a sacarle la alfombra a su fantoche ficcional, aplicando la máxima de que “lo que no sirve va al pote de la basura”. También en Venezuela factores de oposición comienzan a alejarse de la leyenda urbana que ha terminado siendo Juan Guaidó, algunos de manera francamente agresiva, como la periodista residenciada en Miami Patricia Poleo.
Siendo así, la derecha se alegra de que la paz en Colombia haya sufrido este descalabro, pues ven en el resurgimiento de la guerra una nueva esperanza de que se haga forzosa una intervención militar internacional en Venezuela y empieza a sacar cuentas en ese sentido. El escribidor venezolano Antonio Sánchez García, redomado y radical antichavista, opina que “Con esta decisión de las cúpulas de las FARC se avanza hacia escenarios de guerra que involucran primero a Venezuela y Colombia, pero podrían extenderse a toda la región en un desesperado esfuerzo por impedir la caída del régimen dictatorial en Venezuela. Pretextos mucho menores han desatado grandes conflagraciones bélicas. Es hora que Occidente tome plena conciencia de las cartas que están sobre la mesa. Y tome la magna decisión de bloquear una tragedia semejante”.
Por su parte, el conocido agente imperialista Andrés Oppenheimer ha escrito que “El anuncio de un grupo disidente de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de que romperá el acuerdo de paz y reanudará la lucha armada ha sido visto por muchos como un problema interno de Colombia. Pero no lo es: lo más probable es que se convierta en una disputa entre Colombia y Venezuela, y que quizás hasta derive en un conflicto regional (…) un resurgimiento de la violencia de las FARC y el ELN en Colombia, con el respaldo de Venezuela, cambia la situación que existía en los últimos años, y aumenta la posibilidad de internacionalizar el conflicto interno de Colombia”.
El mismo Juan Guaidó intenta tomar un segundo aire aprovechando la nueva situación interna de Colombia y llama a la Fuerza Armada de Venezuela a lanzarse a la aventura de un golpe de Estado: “¿Están contentos de que sigan actuando libremente en la frontera estos grupos irregulares? (...) la invitación es a que ejerzamos soberanía, a que expulsemos a los grupos irregulares de Venezuela, la invitación es realmente a hacer respetar la soberanía nacional”.
Por supuesto, los principales enemigos de Venezuela y de la paz en Colombia tratan de valerse de la ocasión para mantener sus políticas de agresión contra nuestro país. Según Elliott Abrams, enviado de Estados Unidos para Venezuela, el derrotero tomado por Márquez y Santrich, y sus compañeros de ruta, “Es una gran preocupación. Parte de esa preocupación es, de nuevo, que el régimen de Caracas parece que está fomentando esta actividad, en esencia dando partes del país particularmente al ELN”. En esa misma dirección apunta la declaración del presidente colombiano Iván Duque: “Los colombianos debemos tener claridad de que no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas que cuenta con el albergue y el apoyo de la dictadura de Nicolás Maduro”.
No creo que el remake de marras vaya a cambiar radicalmente el efímero destino político de Juan Guaidó ni que aumente la posibilidad de una intervención militar inmediata en Venezuela. Me preocupa mucho más la situación interna del país, sobre todo el peligroso descontento social generado tanto por la inclemente agresión económica como por la persistencia de errores de variada índole que afectan la gestión de Gobierno y alejan al chavismo oficial del mayoritario respaldo popular que alguna vez tuvo. No la tenemos fácil, eso lo sabe todo el mundo. Dentro de todo, demos gracias a la torpeza de Juan Guaidó y de los patéticos seudodirigentes de la oposición, por los favores recibidos.