Cada vez que tiene oportunidad de destrozar la oposición el régimen lo hace, sí tiene que inventar argumentos, se los inventa. Es capaz de inhabilitar al parlamento de la república (poder más importante en una democracia), es capaz de inhabilitar a los candidatos con mayor aceptación popular, destituir gobernantes electos por el pueblo, desviar/retener recursos a instancias de poder sin importarle las penurias causadas a la población. Encarcelar a placer, desaparecer, torturar y pare de contar, al chavismo le estorban los escrúpulos a la hora de conseguir sus objetivos, así tenga que llevarse por delante la constitución, la democracia, a quién y lo que sea, incluso, a su propia cofradía… nadie está a salvo.
Recientemente, a una polémica fotografía de Guaidó con presuntos paramilitares le han extraído hasta la última gota de jugo, han hilvanado fantásticas historias narcotráficas que uno se pregunta "¿Dios mío, algo así ya se debía saberse ¿Por qué nadie hizo nada?" lo que, como es lógico, fomenta dudas acerca de la veracidad de todas esa narrativa, además, sí ya se saben y son ciertas ¡No hay detenidos, enjuiciados, nada de lo que debería implicar hechos reales! En fin, lo que queremos resaltar es lo dicho al inicio del párrafo anterior; el régimen no desperdicia ninguna oportunidad de destrozar a sus rivales, mientras la oposición sí.
Hace meses, cuando Guaidó gallardamente asumió el rol que la historia le exigía, logró el mundo apostara sin temor a la reconstitucionalización y redemocratización del país, el régimen estaba acorralado, en términos pugilísticos, permanecía tendido en el piso esperando el referí llevara el conteo a diez, pero… ¿Qué hizo la oposición? Le dijo al régimen "¡Levántate, vamos a negociar!"
Desde hace rato, mucho rato, es consabido el castrismo venezolano tiene una fórmula inequívoca de retener el poder manoseando mecanismos democráticos a pesar de su ADN tiránico, siempre recurrirá a presuntos diálogos (desde 2002 lo ha hecho) y (desde 2012 según Jorge Giordani) recurre también a procesos electorales fraudulentos donde se vale de recursos públicos, impone candidatos, electores y, según la misma Smartmatic, impone resultados. Por ello, muy tristemente, a pesar de los gritos de advertencia generalizados, se criticó a Guaidó cuando aceptó estos remedos de diálogos que solo han logrado enfriar la crisis cuando estaba al rojo vivo, ha dividido a la oposición y ha hecho que la comunidad internacional vacile ¡Grave error!
Los presuntos diálogos son tan pero tan lucrativos al régimen que, desde hacía semanas, tenía preparado un Plan B post Barbados, se manufacturó una oposición ilegitima, que solo se autorrepresenta, para fingir otro diálogo con 6 puntos aprobados que, descaradamente, están hechos a la medida de las necesidades del régimen. Prácticamente, son los mismos protagonistas de las ficticias presidenciales 2018 ¿Casualidad en par de veces? No lo creemos…
Uno de los grandes éxitos del régimen es que ha sido quién impone la agenda, a pesar de su ilegitimidad, ilegalidad, a pesar de estar en extremaunción. He allí la no compaginación con la realidad, he allí el por qué se escriben tantísimas historias entre líneas que comprometen a la oposición, a sus líderes, menos, debemos decirlo, a María Corina Machado quien desde siempre ha sido firme, tajante y radical ante un enemigo que desde un principio ha debido combatirse de esa manera.
Guaidó renovó esperanzas criollas y foráneas, le dio rostro a la oposición y, lo más importante, le dio un plan, objetivos… ¡Una agenda! 3 puntos que congraciaron a los venezolanos colocando a la amplísima mayoría en un solo carril liberador, pero esos 3 puntos fueron sustituidos por las agendas del castrismo venezolano obteniendo mismos resultados; el chavismo anclado al poder. Hasta que Guaidó no asuma con coraje la agenda que ofertó nada cambiará… no olvidemos tiene aún el amplio apoyo del pueblo y del mundo ¡Debe imponer su agenda!