En 1993 escribí para uno de los diarios que se editan en Maracay, protestando por la aparición de más licorerías que farmacias en nuestros municipios, con permiso de ubicación cercanos a Colegios, Iglesias o entre casas de familia, funcionamiento que ocasiona inconvenientes vecinales. Los intereses se hicieron sentir para descalificar mi labor comunicacional, porque algunas licorerías eran propiedad en algunos casos de militantes partidistas, o de testaferros de dirigentes políticos en la cuarta república.
A 26 años de aquel artículo de opinión para la prensa impresa y su lectura radial, nos encontramos atacados por la mediática nacional e internacional capitalista, algo no visto en ninguno de los gobiernos electos anteriores a 1999, vivimos bloqueados para que no compremos medicinas y alimentos, financieramente acosados y robándonos propiedades petroleras entregadas a pandilleros politiqueros enemigos de su propia patria, no me extraña que algunos pidan la rendición socialista como condición
Venezuela no vive de limosnas como afirma la oposición ni estamos aislados. En cuál crisis humanitaria se tiene para comprar como acá, aún con la hiperinflación injustificable. Politiqueros despreciables favorecen aumentos a cada momento, y sus dirigentes aceptan la abierta guerra salvaje del capitalismo en contra nuestra, encabezados por quienes echan al basurero de la historia los principios de la democracia auténtica, porque “la representativa” es falaz, y próxima a su destrucción siglo XXI.
Dan grima personajes que permanentemente se enfrentan entre ellos por sus desaciertos, opositores tratando de sacarle provecho a la entrega que cumplen medios de comunicación voceros de la traición, o cuando menos de una injusta exageración. ¿En qué nación con vida trágica se forman colas de varias cuadras frente a un expendio de bebidas espirituosas? Al mismo tiempo que reseñan estos casos, le echan la culpa al modelo socialista de supuesta falta de libertad de expresión, pero dicen y escriben en la prensa lo que les viene en gana, mientras exclaman ¡salud concañero!, o, a veces, ¡salud concañera!.
Puro gamelote, inducción, falsedad, o provocada matriz sembrando el cuento ya fastidioso de la “crisis humanitaria por culpa del modelo socialista venezolano”. Lo que no encuentran es cómo ocultar nuestro ejemplo mundial socialista antiimperialista bolivariano, que aterroriza al capitalismo salvaje preñado de odio, racismo y gobernantes engordando sus negocios, solo pendientes empresarialmente de enriquecerse y entregar los recursos patrios. Los ejemplos al centro y sur de América, hoy son elocuentes.