La muerte de menores de edad en el estado Aragua al centro del territorio venezolano, no escapó a la maledicencia opositora cual carroñerismo de opinión, hecho a diario por zamuros de la politiquería insustancial demencial. Quedamos testigos de serpentarios comentarios de opositores a raíz del incendio de unos cañaverales, donde numerosos niños y varios jóvenes acostumbran cada año intentar la captura de conejos e iguanas, que huyéndole al fuego son atrapados por los vecinos en medio de risas, juegos y camaraderías propias de los muchachos, en el tiempo libre luego de asistir a sus respectivas clases en institutos educacionales de la "ciudad hospitalaria en el corazón del país", Cagua.
Irresponsables politizan salvajemente los decesos impactantes de niños, echando a rodar falsas noticias indicando que los menores de edad estaban trabajando en una propiedad del Estado venezolano, "una de las empresas de Maduro", escribió en un twitter un descocado enloquecido. Desde el exterior ante semejantes apreciaciones malsanas e imbéciles, se sintió lo pernicioso de esas efectistas estrategias politiqueras salvajes, realizadas para afianzar un supuesto estilo de vida de la "tiranía" socialista-castro-comunista-chavista, que mencionan apegados a inventos comunicacionales disparatados y absurdos, convalidados por necias insensateces a las que se abrazan y suelen alegrarse aun en medio de cualquier calamidad.
No tienen N P I, en su personalidad catequizada hacia la politiquera neo disociada, no tienen Ni Pequeña Idea y lanzan razonamientos soeces, haciéndole el juego a factores de la Venezuela bestial en política, que de lado y lado se han dejado arrastrar por bajas pasiones en el afán de acceder al poder como sea, rindiéndose ante intereses de gobiernos y empresas foráneas, o tratar de conservar el mando irrespetando la ética. Se impondrá la sensatez adquirida por la nueva Venezuela socialista mayoritaria en victorias electorales, conglomerado patrio al que no logran enamorar los partidarios de la violencia terrorista fracasada en Venezuela, por lo que viven horas amargas.
Resido en la ciudad donde ocurrieron los acontecimientos trágicos del incendio a un cañaveral adyacente a un sector muy conocido en Cagua que es La Carpiera, sector "23 de Enero", habitado por familias consecuentes con sus tradiciones, aunque en ellas infortunadamente -como en muchas otras partes de la Latinoamérica rural-, no hay el convencimiento del peligro en las quemas. No es en Venezuela nada más ni tampoco "consuelo de tontos", pero tragedias como la de Cagua en Aragua, Enero 2020, han sucedido recientemente en Europa, tierras de Portugal y España, o el pavoroso incendio de Australia en Oceanía, con saldos igualmente calamitosos.
Carroñeros ignorantes ausentes de la discreción y cordura políticas, tratan de armar matriz de opinión acerca de "niños trabajando obligados en una empresa del estado venezolano socialista", deben enterarse que el cañaveral es de la empresa privada "El Palmar", que funciona normalmente, pagan impuestos y no tienen la culpa si alguien mal acostumbrado ingresa a tierras ajenas, y resulta víctima de un incendio natural o provocado. Bomberos y autoridades policiales investigan, en medio de indignas especulaciones de las redes sociales, y politiquerías de las que no se salva ni el viento que cambió de curso las llamas y ocurrió la tragedia; esperemos las averiguaciones oficiales o de cualquier índole, necesarias y precisas.