La fidelidad entre los otros seres debemos imitarla

Una guacharaca saltaba entre las ramas de un guayabo como buscando un fruto maduro para saciar su hambre. Unos potocos brindaban un concierto a dúo para alegrar la mañana con sus puiputús. El ambiente era fresco y las matas le sonreían al canto de las aves.

El periodista Juancho Marcano observaba y oía todo aquello contento, a pesar de que la sequía quería asomar sus pinceles para pintar de un color mustio a las hojas de los árboles que lucen orondos sus diferentes tonalidades de verde.

El perro Pipo, junto a Juancho, luego de recorrer el conuco se sentaron debajo de la mata de mango y desde ahí observar el panorama y conversar, como acostumbraban hacerlo después de realizar ciertas labores en el sembradío. La mata de mango, antes de hablar, les dio un abrazo y comentó:

- Los abrazo porque este gesto entre amigos debiera ser frecuente, pues esta acción propia de humanos, trae muchos beneficios para todos aquellos que lo practican; lamentablemente los hombres no lo hacen, es más, hasta le parece cursi, lo cual deja mucho que desear y pensar de éllos.

- Amiga, dijo Pipo, eso es verdad, como también que entre los seres humanos muchas veces no se ve esa solidaridad, apoyo y colaboración que nosotros, tanto plantas como animales, tratamos de hacer y hacemos a la hora de vernos en ciertas situaciones. También te digo que la fidelidad la debieran practicar los hombres como lo hacemos nosotros y más aún como en el caso de nosotros los perros.

El periodista Juancho Marcano, escuchaba aquello asombrado, pues cada vez que hablaba con sus amigos pertenecientes a otros seres vivos, quedaba como el malo de la partida, porque en verdad tenían razón y sin poder refutar aquella razones.

- Sucede Juancho, dijo la mata de mango, que lo más lamentable es que toda esa maldad que muchos seres humanos practican, no sólo lo hacen contra ustedes mismos, sino que también las ponen en acción contra nosotros (plantas y animales).

Pipo, escuchó con atención a la mata de mango y luego observó a Juancho, quien seguía callado, como reflejando aquello de que él que calla otorga: Por eso el perro, manifestó: "Lo mejor es no seguir hablando, porque noto que Juancho se pone reflexivo y guarda silencio y hasta se siente culpable o le da pena ajena por lo que hacen sus semejantes".

En vista de esto los amigos se despidieron y Juancho y Pipo se regresaron a casa, en pleno silencio.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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