El lienzo del paisaje fue dibujado por el pincel de los aguaceros de los últimos días y luce su traje verde con mucha elegancia. Los mismos helechos y las calas no ocultan su alegría. La lluvia llegó y se fue muy contenta, pues los árboles le agradecieron su visita.
- Juancho, de verdad que tenía tiempo que la regadera natural del cielo no tardaba tanto como ahora y eso es importante para los campesinos y para los árboles que nos rodean y nos dan vida a través de su bombona de oxígeno, dijo Pipo.
- Así es y provoca sentarse y observar la emoción del paraje que nos rodea que da a demostrar que no hay como la lluvia en estos lugares que poco llueve, comentó el periodista.
El perro escuchó y calló y luego manifestó: "Juancho hablando de otra cosa, te quería comentar que en estos días fue el día de San Francisco y al mismo tiempo el día de los animales, por ese amor que le tenía dicho santo al reino animal. Sin embargo, me acuerdo de la mata de mango que te dijo que los hombres inventan días como éste de los animales, pero no se ve acción alguna para protegerlos".
El periodista Juancho Marcano observó a su perro, meditó profundamente y respondió: "Tienes mucha razón, Pipo, aquí siguen aniquilando y extinguiendo a los animales, por ejemplo, yo que vivo cerca de estos cerros nunca he visto más un turpial y otros pájaros cono la Coicorita, la tijereta, la ñaíta, el pitirre y la perdiz, por nombrar algunos que uno miraba en su niñez y de dichas especies había bastante".
- ¿Qué crees tú que ha pasado, Juancho?
- En primer lugar, que hubo una caza indiscriminada en contra de tan indefensos animales y segundo, que los conucos fueron desapareciendo, dando lugar a construcciones de casas, y muchas aves fueron perdiendo su hábitat y al final desaparecieron.
- Triste, Juancho, triste, dijo el peludo, y agregó: "Y cambiando de tema, que tú opinas de esto que dijo Mario Benedetti: "Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, a estos les llamo mis amigos".
- Me parece extraordinariamente bien, dijo el periodista, quien tuvo que atender un llamado de su esposa, y tuvo que retirarse, mientras que Pipo quedó observando el paisaje.