Dijo el maestro Jesús a un grupo de mujeres que lloraban desconsoladamente, durante el camino hacia la crucifixión: ¿por qué lloran ustedes? No lloren por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, mirad que vienen días en los que dirán bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado, porque si esto hacen con el leño verde ¿qué harán con el seco? Quiso decir el maestro Jesús a ellas que no se condolieran por él porque él sabía de su partida y de las razones por las cuales descendió a este plano. Como gran visionario dejó claro que vendrían tiempos difíciles para la humanidad, épocas de grandes dificultades por enfrentar. Así ha pasado, entonces, la humanidad por inquisiciones, por dos grandes guerras mundiales, por holocaustos; por la peor guerra de todos los tiempos en su contra: la psicológica; por armas de destrucción masiva como las biológicas, que pueden darse a través de bacterias o virus, usados para atacar al enemigo o incluso para matar a toda una población. Estos desmanes contra la población mundial tienen su sello y control de las fuerzas oscuras que operan en el sistema capitalista. Su propósito muy bien diseñado para mantener su poder económico, a través del control demográfico, entre otras tantas políticas maquiavélicas, se fundamentan en el uso del bioterrorismo.
Desde la tragedia de la crisis financiera global del año 2008, las garras de quienes tienen el poder económico se han jugado cualquier cantidad de estrategias, han usado cualquier tipo de planes contranatura, han violado los derechos fundamentales de la humanidad, arreciando políticas injustas contra los pueblos más vulnerables, o contra los que ellos consideran sus enemigos potenciales. Hoy tenemos un imperio con unas condiciones económicas riesgosas, dada la deuda que tiene con el gigante asiático y que no ha podido responder hasta el momento; una España e Italia, en las mismas condiciones, que han tenido que recurrir a políticas de privatizaciones donde se han marcado la desigualdad y la pobreza. Con la introducción de la pandemia del Coronavirus o COVID-19, en la población de Wuhan (China), por los EE.UU., se pone en evidencia las limitaciones y riesgo existente a nivel humano, social y económico del sistema capitalista. Solo un Estado con un potencial fuerte, como China, con sistemas de protección social y económica amplios, robusto, podía salir al frente de esta coyuntura tan grave. China ha manifestado que el coronavirus es un instrumento de la III Guerra Mundial, un arma de guerra de los EE.UU. y lo ha derrotado, en medio de una guerra comercial que sostienen ambos países (creada por el gobierno de EE.UU.). Pero, los efectos no se quedan solo en China, al expandirse la pandemia a nivel mundial se hace evidente que el capitalismo es el peor de los sistemas para enfrentar situaciones de crisis humanitaria y sanitaria. El miedo, el terror, la angustia, la depresión se contagian peor que el virus, lo cual aprovechan los mercados financieros, el comercio global, las importaciones y exportaciones se hacen vulnerables, las deudas contraídas entre gobiernos o Estados se convierten en un peso imposible de pagar. Se ven largas colas de gente comprando papel higiénico, cuando muchos de estos gobiernos se burlaron de Venezuela por vivir esta situación producto del bloqueo del imperio. La tapa boca se cotiza a precios súper especulativos, mientras que en Venezuela hemos aprendido a elaborarlos. El propio poder económico hizo que nos olvidáramos del daño que le hiciera el presidente de Brasil junto a la expansiva invasión de la industria a la destrucción de La Amazonía; nos pasó un chip para relegar a Julian Assange; o que pensemos que una invasión latente contra Venezuela no preocupa a los venezolanos. A pesar de la pandemia Venezuela sigue siendo el foco de atención para los inmorales presidentes de Colombia y EE.UU, para medios tarifados como el Washington Post. Las políticas de bloqueo del imperio contra Venezuela se recrudecieron más en esta crisis mundial.
Vamos hacia la transformación de la humanidad o iremos al fondo del abismo; cambiemos el sistema no cambiemos al mundo, decía el comandante Chávez; cambiamos el sistema o el universo nos obligará a hacerlo. Realzo lo comentado por la investigadora en Finanzas, Iolanda Fresnillo: el COVID-19 no está causando una crisis por sí misma, sino que también está desencadenando una crisis preexistente que nos debe llevar a identificar esas causas de la también profunda crisis que afronta el capitalismo para encontrar respuestas en profundidad. La pandemia generó y está generando importantes consecuencias económicas muy perversas para todos los países. Mientras en Venezuela, Cuba y China se protegen a sus trabajadores, en otros países están despidiéndolos. Es importante aclarar que la pandemia no es la causa de la crisis económica, por supuesto que tendrá efectos sobre la economía. Por ejemplo, la deuda global alcanzó los 253 billones de dólares al cierre del último trimestre de 2019, el equivalente al 322% del PIB mundial, lo cual supera el triple de la riqueza producida en el mundo. Por alguna razón el virus ataca más a las personas de la tercera edad, para que algunos países decidan quién vive y quién no; se observó la vulnerabilidad del sistema sanitario de estos países; que su robustez económica no era cierta porque sus deudas no les permiten sostener el gasto que generó el virus; pero más avasallante fue su ego que tuvieron que doblegar para darse cuenta que estaban en una catástrofe. El COVID-19 es un acontecimiento que trae grandes repercusiones en la economía productiva y reproductiva, pero también será el desencadenante de una crisis más profunda que desde hace tiempo se estaba creando. El imperio mismo lo generó, por Ley Universal se le regresó y sus efectos serán impredecibles para la humanidad. Esta vez, la III Guerra Mundial de tipo arma biológica, no atacó solo a judíos, o a negros, o a los más pobres, atacó a todos los habitantes del planeta tierra, especialmente atacó al corazón del capitalismo: su poder económico, las bolsas de valores se desplomaron, los precios del petróleo están tocando fondo; a lo mejor solo quedarán las grandes industrias farmacéuticas, si es que antes Cuba y China no les revierte su mercado, tomando medidas como brindar el mayor bienestar en materia de salud de manera gratuita a la humanidad, como lo está haciendo actualmente el hermoso pueblo caribeño. Que no nos quede duda que el universo confabula a favor de una humanidad más humanista. Mujeres y hombres del mundo no lloréis más al Padre para que haga algo. Ustedes, todos juntos, podemos hacer algo para transformarlo, no temáis. El miedo no nos deja pensar y el pánico es una estrategia del sistema. El capitalismo nos golpeó el planeta y aún ella nos sigue protegiendo. Como dice Nacho Escobar “despertamos un día y todo cambió”: nos dimos cuenta de nuestra fragilidad, nuestros besos y abrazos se transformaron en armas peligrosas. La escasez de productos nos demuestra lo egoísta que somos, un sistema que se lava las manos para no reconocer su responsabilidad,…Lo maravilloso de este mal es la unión de la perfecta armonía del universo con el todo, que gracias al silencio de las grandes ciudades, de urbes que no dormían, de la contaminación a la que nos sometieron, podemos escuchar los pájaros de nuevo, ver el cielo azul, la gente mirando a su vecino de una manera nueva. Todo el mundo está despertando a lo que realmente importa: a amar, a tener tiempo para la familia. Así que, decidimos cómo cambiar el mundo o el universo nos seguirá dando más señales para que despertemos. Es el tiempo es la hora. No detengamos esta magia, esta oportunidad que el universo nos da para hacer algo distinto por ti, por los tuyos, por el mundo.
Fecha: 23/03/2020