Covid: tú a mí no me jodes

“Todo, absolutamente todo, me lo has robado, menos mi vida”, dijo un hombre atribulado, pero con fuerzas. “No has podido con ella, perverso mal, porque yo soy el poder de Dios. Él me prestó mi vida, pero a la vez, me otorgó parte de su poder para defenderme de malvados como tú. No sé porque me da la impresión de que te pareces mucho al déspota y, psicópata, a la vez, que ocupa a la Casa Blanca. Hasta en el pelo, en los ojos vidriosos, llenos de odio, en los gestos grotescos, y en su mente perversa y criminal. Cualquiera diría que son hijos de la misma madre”.

“Pero, una cosa, es cierta pedazo de alfondoque, conmigo no podrás. Tu pasión es la muerte y la mía la vida. Tu afición es matar, la mía la de sembrar amor, y proteger a quien pueda. Hace poco rescaté de la muerte a una matica que el sol había minado sus entrañas. Hoy día, vive alegre y ríe cada vez que la riego, y casi me habla. Tú, por el contrario, por donde pasas dejas una estela de muertos, y un almacén de sufrimiento”.

“Me has robado, casi todo. Menos mi fe en el hombre y en quienes luchan por un mundo mejor. Un mundo sin Covid 19, o 20… Un mundo nuevo, sin amos. Donde cada uno piense como quiera. Donde los niños crezcan sin tabúes, pero preñados de valores humanos. Para que lo sepas, a mí el poseer cosas materiales me tiene sin cuidado. Yo llegué a este planeta sin nada. Sólo con un soplo de vida. Y sin nada me iré, cuando Dios pida que le devuelva su vida”.

El hombre, continuaba con su metralla. Pensé que quería desahogarse y lo mejor era oírlo:

“No sé cuándo pueda abrazar a mis familiares, a mis amigos y amigas. No lo sé. Porque no se cuándo nos dejarás quieto. Tampoco sé cuándo podré caminar por las calles, sin miedo. Visitar mi plaza preferida donde me esperan mis palomas para que les de comer cotufas de maíz. No sé cuándo podré, regresar a mi vida normal. ¿Cómo saberlo?, si tú, desgraciado, sigues haciendo de las tuyas. Me has impedido visitar a mi parque preferido, donde está la historia de mi niñez, sembrada al pie de un viejo árbol, de cuyo nombre no puedo recordarme”.

“Hasta me has impedido visitar a mi librería preferida. Allí, la tristeza, se habrá apoderado de los libros, de pura soledad. No es justo que, por tu culpa, yo esté sufriendo la ausencia del calor de lo que más amo, después de mi esposa, mis hijos y mis nietos: el calor de los libros. Me pregunto: ¿Por qué no te llevas a los malvados de la tierra, y dejas a los buenos para que sigan en el afán de engrandecer a este mundo, haciéndolo mejor? Eso de matar y enloquecer a los más empobrecidos de la tierra, no es justo”.

Y terminó, con mucho énfasis:

“Te has aliado con el imperio que representa Donald Trump, para hacerle más daño a los pueblos, en especial a mi país, Venezuela. Un país de historia emancipadora. Un país de paz, y de brazos abiertos para quien desee venir al suelo patrio, y unirse a los venezolanos para hacer de Venezuela una potencia en la zona regional. Ese psicópata se quiere robar, no sólo la riqueza de mi país, sino hasta el aire que respiramos. Y tú, malinche, llegaste para unirte a él. No le deseo mal a nadie, pero a ese malandrín te lo puedes llevar para el infierno, si quieres… Pero tú a mí no me jodes, como dijo alguien, por allí. ”.

Querétaro, México, 23 de mayo del 2020.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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