Ser de izquierda y mencionado por Chávez, y no ser tomado en cuenta por Maduro, es nocivo para algunos famosos o muy nombrados en determinados momentos, varios de esos distinguidos analistas y autores experimentados de artículos de opinión, haciéndole el juego indirecto y a veces idéntico a los opositores recalcitrantes, esparcen posiciones coincidentes entre ellos y lo peor de la derecha radical. Se trata de algunos que luego de enjundiosos editoriales revolucionarios, y estar en la cresta de la prensa impresa, dan la impresión de frustrarse al pasar a la normalidad, sin referencia constante en los medios.
No los menciono, se de ellos porque necesito estar enterado y conocer sus pareceres. Para mi sorpresa descalifican la administración del Presidente Maduro acusando a su gestión de un presunto renacer "paecista" y "santanderista”, dentro de la administración gubernamental actual. Evocan el pensamiento de Chávez y aseguran que se ha perdido. La izquierda que menciona al Comandante como el fenómeno que hizo posible una Venezuela distinta, piensa en todo menos en la famosa e histórica frase “unidad, unidad, lucha, batalla y victoria”.
Y precisamente cuando el Presidente Maduro expulsa en forma decidida a la representante de la Unión Europea por injerencista repugnante y con pruebas de sobra, al tiempo que, como Jefe de Estado encabeza la exitosa lucha nacional contra la expansión del coronavirus, analistas de izquierda no parecen preocupados por el ataque internacional contra nuestro pueblo, y andan “cazando ladrones entre los funcionarios de Maduro”, sin presentar pruebas contundentes ni citar la labor del Fiscal General Tareck William Saab, que ha enviado tras las rejas unos cuantos. Esa izquierda coincide con ultraderechistas del leopoldismo y sus discípulos.
Para quienes ahora en sus escritos afirman “hemos vuelto al puntofijismo AD-COPEI, no miden la exageración que no soporta investigaciones serias. Crean dudas en quienes creen el cuento magnificado de los “exiliados y presos, preteridos”, a quienes catalogan de irreductibles ante el oficialismo, sin considerar los orígenes de la debacle venezolana inducida, las sanciones locas y los ataques despiadados del capitalismo internacional y nacional, que de arribar al poder arrasaría con Segismundo y todo el mundo, como hoy en Ecuador y Bolivia
Esta crítica ácida la destino a las y los de izquierda que necesitan traer a su memoria a 1973, cuando desde la ultra radicalizada opinión de ex socios izquierdistas de la Unidad Popular de Salvador Allende, hicieron de tontos útiles a favor de militares gorilas, milicos de la derecha pinochetista, que dio el golpe de estado y por 16 años ensangrentó a la nación austral.
Asesinaron opositores de derecha, izquierda, centro y lo que venga, a manos de uniformados militares y policías, así como civiles de la mal llamada “inteligencia” chilena, con la bendición de EE UU, y medidas de Generales y Almirantes que desde el poder burlaron hasta a un Cardenal católico, comparándolo públicamente por su físico con un personaje gordito y bajito de las tiras cómicas, porque el prelado solicitaba respeto a los derechos humanos. Se arrepintieron tarde de apoyar el derrocamiento de Allende, politiqueros similares a los de la actual extrema derecha trumpista, que en Venezuela agregan el latrocinio a su condición ideológica.
Si por algo debemos tener presente a Hugo Rafael Chávez Frías quienes admiramos su arrojo personal, opiniones valientes e inteligentes en cualquier parte del mundo, y su amor por el socialismo convocando a elecciones, referéndum y lo que fuese para defender sin miedo la democracia auténtica, es por aquel inolvidable llamado una y otra vez a la “unidad, lucha, batalla y victoria”, en discursos que, junto a canciones y amor por los más necesitados, caracterizaron su gestión popular, soberana, independiente y ante todo el basamento democrático cívico militar socialista y de amor perenne a la tierra venezolana bolivariana inmortal.