Crítica ácida

No tenemos nada, ¿qué hay? una arrecalentera patria

Entiendo la desesperación de cada día para conseguir en Venezuela el pan nuestro, padecimiento de opositores y revolucionarios en su recorrido diario en busca de mejores precios, al mismo tiempo que observan la inmoral conciencia bachaquera especulativa que nos acompaña, puesta en ejecución por quienes consideran democráticamente, que "bodeguero nunca pierde", "supermercado tiene que pagar empleados e impuestos", o el dicho más extremista "negocio es negocio", así que vale todo.

Las medidas contra el gobierno revolucionario bolivariano, traducidas en delito de lesa humanidad, pero disfrazadas con el manto de "búsqueda de libertad perdida en Venezuela", me han hecho retroceder a tiempos de Chiapas en México, y a la "teología de la liberación" del Monseñor brasileño Hélder Cámara, movimientos tildados de comunistas peligrosos, precisamente por los influencers del capitalismo salvaje, mucho antes de la aparición del internet, que hoy nos avecina distancias en los hechos del mundo entero.

La porción de ciudadanos habitantes de Venezuela que se limita a echarle la culpa de todo, absolutamente todo al gobierno nacional, sabrá lo que inteligentemente afirmó en la ONU nuestro embajador profesor Samuel Moncada "Estados Unidos dice: me salgo de la OMS, le quito los fondos, no colaborar con la vacuna, voy a negar insumos a los países que son mis enemigos, y a Venezuela le voy a quitar la gasolina, le voy a quitar el dinero, la comida, lo voy a amenazar con una guerra y dentro de Venezuela hay gente que apoya eso. ¿En qué nivel de locura estamos?

La admonición de nuestro embajador en la ONU, la he hecho en numerosas "ácidas" y creo que así piensa la Venezuela honesta, no violenta. La que desecha apreciaciones de extranjeros de la ultra derecha maltrecha, y repudia a los ignaros murmurantes repetidores de hostilidades contra su país, féminas y varones que van a las colas a despotricar del gobierno, sin mencionar las medidas coercitivas ilegales de las cuales somos víctimas, sin excepción, venezolanos y extranjeros.

Entretanto en la obtusa derecha internacional, el Senador Marco Rubio, jurado enemigo de Venezuela en la Cámara Alta del Parlamento estadounidense, aparentemente confundido pero artero, revela que "las sanciones de EE UU nunca estuvieron diseñadas para un cambio de régimen. Su objetivo es garantizar que el pueblo venezolano encuentre un camino diferente". Contradice sus encendidas apreciaciones anteriores condenando todo lo que hace el gobierno venezolano, y augurándonos intervención internacional, incluida invasión militar.

La arrecalentera patria se justifica, siempre y cuando no se ignore que hasta 1999 no tuvimos soberanía sino democracia tutelada, dócil a los dictados de los presidentes de USA, con los principios antiimperialistas de El Libertador, escondidos y honrados esencialmente el 17 de Diciembre, para asegurarse la hipocritocracia bipartidista demócrata representativa, que Bolívar estuviese bien muerto.



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Luis Sánchez Ibarra


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