Crítica ácida

Latinoamericanos, Santo Tomás y "a llorar al valle"

Nuestra América Latina es habitada por el 8,4 % de la población mundial, tenemos el 28 % de las muertes por coronavirus. Cuando veo gente de cualquier edad sin tapabocas no pienso en la imbecilidad o la rebeldía, la falta de información, o el reto que se haya planteado él o ella, hombre o mujer, joven o viejo, sino que el destapado sin mascarilla, carece de amor por su familia.

Si usted está consciente por inteligente, que mora en donde estamos cerca de la tercera parte de la población mundial afectada por la pandemia, que carajo pretende le diga la parca, ella lo que tiene es la guadaña lista y usted el descuido por pendejo o pendeja. No me diga que va a desearle la muerte a quien se lo advierte de buena fe. DIOS es la consulta, póngase a cantarle a quien "todo lo sabe, todo lo ve y no conoce el egoísmo".

Mire a sus padres o a sus hijos, cualquiera sea su edad, aprecie la vida, está a merced de los designios de un ciclo que nadie conoce cuándo va a finalizar. Por qué le va a echar ese vainón a destiempo, a quienes le aman y si algo les preocupa es su salud. El tapaboca no es moda ni adorno, es prevención y socorro.

Que la misericordia divina le ilumine el contenido mental previsivo, considerando que al desaparecer de la faz de la tierra usted no va a sentir nada más, empero va a dejar el reproche que le harán en silencio quienes le quieren en forma lógica y consecuente y no le desearon la muerte.

La incredulidad de Tomás uno de los 12 apóstoles, en la resurrección del Maestro, fue reprochada por el propio Redentor quien le indicó meter un dedo en la herida del lanzazo sufrido. En el combate al Covid 19, hay quienes quieren pruebas de las muertes escasas en Venezuela por la pandemia, buscando grietas a la atención sanitaria revolucionaria. No usan tapabocas, a la espera de pruebas desde el más allá sin creerle a la Organización Mundial de la Salud OMS, prefieren dudar del acierto venezolano. Irredentos de oposición que dan pena con o sin tapabocas.

Frente a la tozudez de los rebeldes empeñados en arriesgar su vida porque el tapabocas "ahoga", no queda otro remedio que enviarlos "a llorar al valle" dicho popular nacido en Caracas. La terquedad es mucha y el tapabocas podría cubrirles el lenguaje gestual de amargura irracional, que lucen sin la mascarilla que ha salvado vidas en el mundo, úselo y tenga confianza en la OMS.

En 1674 el Obispo de Caracas Fray Antonio González de Acuña fue a una celebración especial en Valle de la Pascua, hoy Guárico, el prelado bautizaría niños de la región y disfrutaría la presentación llamada "Llorar al Valle". La chacota caraqueña fue decir que el Obispo había ido "a llorar al valle", aplicada posteriormente cuando se pierde algo a alguien, y le dicen "ahora te vas a llorar al valle". Ni más ni menos es lo recomendado hoy a la oposición venezolana perdida en sus desaciertos cotidianos.



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Luis Sánchez Ibarra


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