Crítica ácida

Inmaduro aguado derrotado. ¿Vencerá luzaguazazo programado?

Dos semanas para las elecciones parlamentarias establecidas constitucionalmente a efectuarse cada cinco años, para que el pueblo mediante el voto escoja sus representantes al Poder Legislativo, compatriotas de todas las tendencias serán contralores del Poder Ejecutivo, y esforzarse (es el deber ser de cada Diputado en la A N), por aprobar leyes de beneficio a toda la población sin distinción de raza, sexo, religión o clase social.

Presentes los dislates de una oposición no homogeneizada y acicateada por medios encubridores de guarimbas, coadyuvantes a derrocar el gobierno constitucional de Nicolás Alejandro Maduro Moros, es notable el descontento por la especulación en los alimentos, estrategia opositora a la que no se ha logrado dar respuesta contundente, y el estómago es implacable. Sin embargo, resulta loable el respaldo a millones de ciudadanos mediante bonos esperados, en auxilio a la colectividad boicoteada, vilmente asfixiada, amenazada y estoica.

El venezolano de condición humilde, naturalmente la mayoría poblacional, prefiere no discutir con energúmenos que han llegado a la barbarie homicida contra chavistas o presuntos chavistas, quema de seres vivos, armar opositores y suministrarles drogas para envalentonados, aceptar bendiciones de fascistas europeos a labores homicidas de manifestantes "pacíficos", vencidos y ya sin respaldar un autojuramentado al que los guaidolovers abandonaron por chimbo.

La naturaleza criolla es mostrarse adversario al gobierno de turno, y acudir a los beneficios porque "me los merezco", demonizar al presidente y mostrarse agresivo de palabra alzada, a pesar de haber recibido, exhibido y hasta negociado lo que el Ejecutivo le proporciona para combatir el hambre provocada por empresas privadas, en contubernio con intereses del capital internacional ganando más dinero que nunca.

Vemos gritones decir "a mí no me compran por una bolsa de comida", sin rechazarla, o satanizar el Carnet de la Patria sin acordarse o ignorar la carnetización adeca y copeyanesca grotesca, imprescindible en cuarenta años 1959 a 1999, salvo excepciones, para conseguir trabajo en la administración pública nacional, regional o municipal. Los jóvenes que han vivido desde hace 22 años en socialismo, tienen que enterarse preguntando a padres y abuelos no fanatizados, cómo se vivía en los años de la bipartidocracia blanquiverde, entregada a intereses extranjeros demócrata representativos.

¡Ah! claro está que los quinquenios de presidentes obsecuentes a Washington y la democracia representativa mercantilista de espaldas a los pobres, no eran atacados mundialmente, ni se bloqueaba la llegada de medicinas, alimentos, gasolina, repuestos, etc., tampoco medios hacían campañas infames para aventar del país a la juventud, o gente de cualquier edad profesión u oficio, compatriotas que allende fronteras sufren vejación xenófoba y mueren por centenares fuera de la patria.

Loa apagones y la falta de agua, la carencia de amor y conciencia nacional por funcionarios que se venden para no andar "limpios" aduciendo que "la vaina está fea", es la fórmula detrás de apagones saboteadores y falta de mantenimiento o desatención oficial para sostener medidas anunciadas o inauguradas por la revolución, abandonadas estólidamente. Insisto en preguntar, ¿vencerá el 6 de diciembre 2020 el programa organizado desde el exterior con alcahuetería endógena en fallas de agua, luz y desesperación por alzas miserables en los alimentos?



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Luis Sánchez Ibarra


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