El Papa Francisco se ha referido en más de una ocasión a la rehabilitación de la política, habiendo dicho “El quehacer político es una forma elevada de caridad, de amor, y por lo tanto, un problema teológico y ético. El descredito de la política y de los políticos surge como una paradoja en momentos que más los necesitamos, convirtiéndose en el chivo expiatorio de la sociedad”. La posición de los curas va más allá del discurso u opinión sobre la situación de país, toman papel protagónico en acciones en protestas. Uno de los casos más recientes es el del sacerdote Jesuita Alfredo Infante, colocándose como líder al frente de la comunidad de La Vega en la parte alta de Caracas por tener meses sin agua. Ese mismo cura fue entrevistado este domingo por Carlos Croes, basándose la conversación en temas puramente políticos, en donde Infante fijaba posición sobre la legitimidad de las elecciones parlamentarias y el papel de la actual dirigencia opositora, quizás le faltó un ejemplar de la Constitución en la mano para justificar pragmáticamente la violación de sus artículos. Todo un versado dirigente político.
Algunos recordaran al cura caminante, Lenin Bastidas, quien se vino desde Soledad, estado Anzoátegui hasta Caracas movido por sus propias piernas en una marcha por la paz, íngrimo y solo protestó por la crisis de nuestro país. Manifestó en aquel momento “tenemos que orar mucho por Venezuela para superar la crisis humanitaria que nos agobia. Nuestra lucha es espiritual. Es contra un gobierno alejado de Dios y que seducido por el poder se ha refugiado en el pecado, en la brujería, en la indolencia y en la tiranía”. Hasta allí se ve como algo aceptable desde el punto de vista de la predica del bien común, proveniente de la doctrina cristiana. Pero de allí a convertirse en sujeto activo, dígase fundador de comités de base en pro de un candidato, o competir ellos mismo en cargos de elección popular, es otra cosa. Uno compara y piensa, sería como nombrar candidatos a concejales y alcaldes a sargentos activos de la guardia nacional, también generales en ejercicio como aspirantes a gobernadores.
En el estado Anzoátegui nos llamó la atención que un grupo de sacerdotes a nombre de la Fundación Juan Pablo II, entreguen bolsas de comida y al parecer también lentes para la vista en sectores marginales, promocionando a la vez al financista de esa fundación, Antonio Cedeño Umanés, eterno y fallido aspirante a la gobernación regional, que desde Miami maneja a este grupo de curas como títeres, a cuenta del envió de dólares. Curas párrocos de las poblaciones de Onoto, Puerto Piritu, Cantaura y hasta el mismo obispo de la zona sur de la entidad, residenciado en El Tigre, cierran filas en ese plan político. La cuestión es tan seria que unos días antes de las elecciones parlamentarias el cura Alfredo Jiménez, hablaba en una cuña radial informando que la Fundación Juan Pablo II, no estaba apoyando candidatos del gobierno ni de la oposición.
Si bien es cierto que Antonio Cedeño se hace llamar el Papa Oriental, eso no puede ser la excusa para utilizar a determinado grupo de miembro de la Iglesia para sus intereses personales a cambio de una bolsita de comida y algo más. O será que ante el deterioro de los partidos y los políticos, veremos en una campaña el slogan de LOS CURAS AL PODER, Uno no lee el futuro, mucho menos lo sabe.