El Día de las Madres hoy tiene un significado especial, viene revivido en una época donde todo hace falta y donde los sacrificios no son suficientes. Por eso la gran tarea que nos toca es elevarnos a la condición del Guerrero, mirar a los lados y apoyarnos en el inmenso manantial de afectos que nos ha legado nuestras madres; recordar en cada verso que se haya escrito el tatuaje de la esperanza y los caminos hacia la vitalidad del alma. Ese amor de madre es el único aliciente que nos hará triunfar a pesar de las amenazas y a pesar de la fragilidad en que nuestro ánimo caiga. Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor y poeta español de la generación del 98 del siglo XX, español, les rindió un sensible homenaje a todas las madres del mundo con un poema de gran factura lírica:
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.
Este poema de Unamuno es una muestra del amor de una madre por su hijo. Una madre que acompaña a su hijo hasta en los sueños, una madre que siempre está cuando se necesita su fortaleza y su seguridad, su cariño y comprensión; se retrata aquí a una madre que protege y vela por su hijo, de día y de noche, que le aprieta en su pecho para transmitirle seguridad y calma, que le sostiene cuando no él no se puede sostener en pie. Que le lleva a la cama en brazos aunque ella misma esté agotada. Una madre que se entrega por entero a sus hijos. Unamuno, además, ofrece amor y seguridad, va más allá; piensa antes que en ella en sus hijos, y pide por ellos, reza por ellos, para que no les pase nada malo. El miedo de la madre a que su hijo sufra se deshace con el rezo, un ‘rezo con palabras de miel’, dulce, que transmite serenidad y calma a su corazón y al de su hijo. La madre que siempre está, una madre siempre está, aunque no la veas, ese es el vínculo que une a las madres con sus hijos es invisible, muy fuerte, y aunque no se vea, se siente y está allí…
Y en esa vibra por el amor hacia las madres uno de los cultores, dramaturgos y poetas del estado Portuguesa, Manuel Manzanilla escribió: “Hoy está a punto de celebrarse el día de las madres en muchas partes del mundo. Hoy para poder saludarlas quisiera oír del viento su murmullo y del tomar el aliento para no quedarme corto y poder decir algo coherente , entonces para escribir en nombre de los y las trabajadoras del ICEP me inspiró en mi madre y cuando hablo de ella es como hablar de las mujeres madres que conozco. Mi madre es mi biblia de la cual tomo las mejores citas y por lo tanto es sagrada. Mi madre baja de las montañas como Mayra en Córdoba y baila en la cocina como Ivette en turen. Mi madre tiene los ojos de Rosvi en Araure y Ama su casa como lo hace ella en Carlos Gauna. Mi madre es llanera como Fanny en Guanarito. Mi madre es recia como Lesbia y sus libros. Mi amada madre calcula como Luisa la comida que nos hace y rinde como Amarilis. Mi madre es dura en el decir cómo reina y aguanta como Dexi. Mi madre es obrera como las de Liliam en Bellas Artes. Mi madre es Liliana o Roxiry; mi madre es Karol y sus notas. Mi madre es Arcilia y sus leyes. Es como la danza alrededor de Marilex. Mi madre es mi Fuego Patrio. Es mi Juana de Arcos convertida en docente, esperando la orden de formar y cerrar filas contra el enemigo. Mi madre es todas las madres cultoras y todas las artistas y artesanas que crean un universo paralelo. Mi madre calla ante la tristeza de las cátedras cerradas temporalmente. Mi madre es la risa cuando oímos la música de Yari en la banda; es una máscara de comedia como las de Emilger en el TEP. O la resistencia de Maritza en el TEMPO; mi madre es Ramona Daza o Carmen Vidalina Lizcano; es Amanda Muñoz de Urriola o Teresa de Montesinos. Es Teresita Heredia y su sacrificio en Osorno. Es la lucha eterna contra el que nos arrebata los sueños y al día siguiente los vuelve armar. Por eso mi madre es eterna como las historias de Zobeyda. Mi madre se llama Berta pero igual podría ser cualquier madre que deja sus hijos para buscar el pan en Payara o Chabasquén. Mi madre es la Biblioteca o el Auditórium de mis actuaciones. Son los pasillos que me vieron crecer en el CEMO y es la que me confecciona el traje en Mascarada. Es una Zaida en Píritu; es Mirabal; es la obrera que limpia las telarañas porque pronto se encienden las candilejas. Mi madre me viste, me cose, me plancha y me despierta para irme a la guerra, porque yo vivo en una guerra perenne para no cerrar puertas y abrir los escenarios. Ella me hizo así. Y hoy día de las madres, me hincó ante cada madre cultora, Obrera o Administradora, Gerente o Secretaria y pido su bendición pues es bendición lo que necesitamos. Yo te saludo mujer que pariste hijos al mundo y pretendes que sean luz en medio de esta oscura noche. Honro tu nombre madre y espero no fallarte. Feliz 24 horas de este domingo, y no me alcanzará la vida para decirte cuánto te necesito para seguir adelante porque si me caigo tú estás allí. Feliz días Señoras. El Instituto de Cultura del estado Portuguesa es hijo de ustedes…”
*.-azocarramon1968@gmail.com
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