“Un laberinto es un lugar formado por calles y encrucijadas, intencionadamente complejo para confundir a quien se adentre en el mismo”.
Los venezolanos estamos inmersos en una encrucijada intencionalmente colocada por el sector dominante (llámese Gobierno/PSUV/Militar) con la finalidad de perpetuarse en el poder, evitando la alternabilidad.
Imaginemos por un momento que una de las calles del laberinto son las elecciones regionales (gobernadores y alcaldes), para Francisco Rodríguez, “Restablecer la democracia en Venezuela no se logra haciendo unas elecciones, aunque ellas sean organizadas por autoridades electorales imparciales y supervisadas por observadores internacionales”.
Temo que Francisco Rodríguez tiene razón en tanto que las instituciones controladas por el poder hegemónico comenzarían a colocar trabas para que los triunfadores pudieran ejercer gestión alguna, no obstante, hay que participar en esas elecciones y acumular fuerzas para seguir buscando salidas en el laberinto. Al lograr un buen número de gobernaciones que envíe un mensaje tanto al gobierno como al pueblo escéptico ayuda a encontrar la salida del laberinto.
Luego tenemos otra calle, la del Referéndum Revocatorio Presidencial. En esa calle del laberinto, nos topamos con la Asamblea Nacional electa en Dic. 2020.
Esa AN se convertiríaen un muro de contención gigantesco para evitar que el CNE, de indiscutible mayoría gubernamental y evitaría su realización. El RR Presidencial tampoco resuelve el problema de fondo. Y ¿cuál es el problema de fondo? ¡Las instituciones! El TSJ, la Asamblea Nacional, el Poder Moral y el Poder Electoral, todos conformados por dirigentes gubernamentales. A tal efecto, Francisco Rodríguez coincidiendo con Colette Capriles nos dice, “En Venezuela la única forma de regresar a la democracia es llevando a cabo una transformación profunda y radical en nuestras bases institucionales que haga posible la alternabilidad en el poder”.
Totalmente de acuerdo con Francisco Rodríguez y Colette Capriles quien afirma,“Nosotros tenemos que recuperar la confianza en las instituciones, para poder recuperar la confianza entre nosotros como venezolanos. No es algo que simplemente pueda decretarse”.
Para ello es necesario diseñar una estrategia de mediano plazo que nos conduzca a las elecciones presidenciales de 2024, en la que hay que participar. Tomaríamos el 2022 y 2023 para la reconstrucción de las organizaciones sociales, partidos políticos, Colegios Profesionales y la Sociedad Civil donde tendrían como prioridad el diseño del ESTADO QUE QUEREMOS, lo que implica el diálogo concreto con los sectores populares, un cara a cara, para oírle y diseñar políticas hacia sus comunidades.
Es 2024 el año que por Constitución corresponden las elecciones presidenciales.La oposición democrática está obligada a conquistar la Presidencia de la República con candidato único para darnos al Presidente de la Transición encargado de llamar inmediatamente a CONSTITUYENTE la cual con los supra-poderes que le otorga la Constitución sea la encargada de llamar a elecciones para darnos una nueva Asamblea Nacional y con ella se designarían el resto de los Poderes Públicos, me refiero a un nuevo CNE, TSJ, Fiscal General. Imprescindible es que dichos Poderes sean equilibrados. La Constituyente sería la gran puerta de salida del LABERINTO en que nos encontramos.
Ideal sería, mientras los tiempos y las políticas diseñadas se dan, que se suavicen las sanciones impuestas por el gobierno de los Estados Unidos, pues, ya está más que comprobado que algunas sanciones han golpeado fuertemente a la ciudadanía y no al alto gobierno en tanto que tal. El diésel y la gasolina son dos sanciones que deben suspenderse de inmediato. Así como el gobierno debe terminar de adquirir las vacunas contra el Covid-19 para evitar más muertes innecesarias.
Transitar los tiempos en paz, sin violencia y con normalidad en nuestra vida cotidiana es clamor popular.
¡Vamos a organizarnos y rompamos los esquemas que nos tienen atrapados y sin salida!