La indolencia venezolana en tiempos de pandemia

En primer lugar debo dar gracias al Dios santísimo y todopoderoso y luego a mis familiares por ser un sobreviviente de esta pandemia y estar aquí para escribir este artículo con mi experiencia. Me motiva hacerlo el hecho de darme cuenta que a pesar de haber un suministro de medicamento adecuado para cumplir con el protocolo covid 19, en ese momento, la indolencia humana o inhumana de personas, en este caso de algunos médicos, puso en riesgo mi vida y al hecho de que después de estar ya recuperado y recrudecerse los contagios de covid una pareja denunciara que en el Poliedro les negaron asistencia médica y luego vi al presidente Nicolás Maduro en los medios de comunicación desmintiendo ese hecho, constándome ya a mi que era cierto, que ya estaban negándole a la gente asistencia médica en el Poliedro de Caracas. Cuando el presidente tocó ese tema por televisión ya yo tenía tiempo recuperado, lo que indica que ya le tenían tiempo mintiéndole al presidente los encargados del Poliedro, porque ellos si estaban rebotando ya a la gente en ese centro y aqui tengo ese informe del 09 de febrero cuando inhumanamente fui desalojado del Poliedro casi muriéndome por unos médicos indolente e inhumanos. Gracias a Dios fui atendido correctamente en el Domíngo Luciani, donde la calidad humana la vi por todas partes, en las enfermeras, en los médicos, camilleros y personal de mantenimiento.

Al principio yo rechazaba la idea de haberme contagiado y de visitar un centro médico donde me atendieran y donde las probabilidades de contagio serían mayor, pero ya con seis días con el malestar general me obligaron ir al Hospital Vargas. Aún no tenía problemas respiratorios, por lo que me daba esperanzas de que no fuera esta enfermedad. Ya el 02 de febrero, muy nervioso y maltrecho ya por la enfermedad me dirijo al Hospital Vargas alli me atendió una doctora muy joven de nombre Alisson González. Esta doctora muy despreocupada y con aíres de cordialidad me dijo que para atenderme como paciente Covid19 tenía que hacerme una placa de torax y un examen de sangre. El examen de sangre me lo hicieron ahí, la doctora vio los resultados y no detectó nada. La placa tenía que buscar maneras de hacérmela por mis propios medios. Me mandó 72 horas de reposo, vitaminas, acetaminofén y me dijo, con aíres de erudición, que el antibiótico no me lo mandaba: "tú sabes que el antibiótico no se manda así", me dijo. De allí salí más preocupado viendo la actitud poco diligente de esta doctorcita. Para el jueves 04 de febrero con una semana de síntomas a duras penas logro llegar al tan cacareado centro covid19 del Hospital de Lídice donde no me atendían ni me ingresaban, sino tenía una placa del tórax, donde les dijera a ellos que era coronavirus, por más que les rogue que me atendieran esta gente inhumana se mostró indolente y perversa y casi que me echan, ya aquí tenía problemas respiratorios y se podrán imaginar cómo andaba. De allí y con la ayuda de familiares acudo al IVSS de Agua Salud a realizarme la tan solicitada placa y me dicen que vuelva al otro día en la mañana. Ya el viernes en la mañana vuelvo al Seguro Social de Agua Salud y en vez de realizarme la placa logro que me atienda una doctora muy caritativa ella quien pide que me nebulicen y apliquen dexametasona y me dice que para ingresarme en ese momento necesitaba la PCR y que ella las hace, pero el lunes, imagínense ustedes esperar hasta el lunes, era viernes. Saliendo de allí esa misma mañana oigo a alguien que dice que más adelante por esa misma avenida en un CDI, están realizando la prueba y me dirijo hacia allá. Ya allí logró que un médico cubano me atendiera y me dice que ya realizó la última prueba, pero viéndome en las condiciones que estaba logra convencer a alguien por teléfono para que le bajara una de las prueba y logro hacerme la prueba saliendo negativo. Este médico si me recetó azitromicinas y medicamentos ya acordes con la pandemia, una semana después de presentar síntomas. Pasé el fin de semana psicológicamente bien, pero el lunes ya no soportaba más el malestar y la falta de oxígeno y me llevan al Hospital Clínico Universitario donde nuevamente fui casi pateado por la doctora diciendo que ya no había más camas, era una negrita frentona. Ya en la tarde noche del día lunes me llevaron al Poliedro. Allí fue peor a pesar de que me colocaron un esteroide que me calmó momentáneamente el malestar y por primera vez me colocaron oxígeno.

Me realizaron de nuevo la prueba saliendo positivo y con la saturación de oxígeno en menos de 90. Allí estuve como tres hora sentado en una silla recibiendo oxígeno, en ese ambiente de la carpa veía como las enfermera se abastecen de medicamentos para lo enfermos en los cubículos y atendían dos médicos uno era un jóven y la otra una doctora ya madura pero elegante con rasgos europeo, el doctor se llama José A. Ferrer. Allí con la prueba con resultado positivo y la oxigenación palo abajo fui desalojado por estos médicos porque según ellos no había cama, pensé en ese momento que estaba sentenciado. Pues, si, me negaron el Derecho Humano de recibir asistencia médica. Esa doctora realizó tremendo informe y en la postdata daba las gracias por la colaboración en otro centro. Eso fue un lunes en la noche, en la mañana del día martes salimos a buscar asistencia médica en el llerenas de Lídice donde fui nuevamente rechazado. Estoy hablando del 09 de febrero, luego nos dirigimos al IVSS de Agua Salud y por consiguiente el CDI de por allí cerca, rechazado nuevamente. De ahí nos fuimos al Hospital Clínico y nada. Se nos ocurrió ir al Hospital de Coche, allí ni porque daba lástima implorando asistencia médica en un escalón de la entrada, tuvieron compasión de mí. Ya aterrados por el panorama y el amenazante desenlace fatal, nos alumbró un rayo de luz que nos guió al Hospital Domingo Luciani, donde fui ingresado gracias a Dios por la doctora Milagros García, quien viendo mi evidente problema respiratorio me ingresó al consultorio donde fui inmediatamente atendido principalmente con el suministro de oxígeno.

En el Domíngo Luciani todavía angustiado, aterrado y maltratado, comenzó mi recuperación. Inmediatamente me suministraron el tratamiento aprobado para el covid19, que básicamente era la dexametasona, el anticoagulante, el retroviral y el antibiótico más el oxígeno. Después que me estabilizaron en el consultorio me trasladaron a una especie de sótano enorme donde había una gran cantidad de camas a ambos lados, me trasladaron en silla de ruedas ya que no podía caminar y me suministraron oxígeno de una bombona pequeña. Finalmente me asignan una cama en una sala enorme repleta de camas y pacientes allí estuve un día, era un ambiente tétrico sin ventanas y casi sin luz, allí me administraron el tratamiento completo. Al lado de mi cama había otro paciente que estaba conmigo en el consultorio anterior, no se veía tan mal. allí vi como a un anciano que estaba como a tres camas de la mía lo metían en una bolsa negra. Al siguiente día me trasladaron al piso tres donde me ingresaron a una habitación grande con seis camas y con ambiente de clínica privada, todo se veía muy limpio y bien dotado. Ya cuando me ingresaron allí había cuatros pacientes más en recuperación como yo. Allí estuve doce dias, plenos carnavales, con tratamiento y atención las 24 horas del día.

Estoy sumamente agradecido con todo el personal del Hospital Domíngo Luciani, por su atención esmerada y humanitaria, a pesar de no contar con un salario justo: La camarera no pudo trasladarse a barlovento, en los carnavales, porque no le alcanzaba el dinero para el pasaje y tuvo que regresar del terminal, según nos contó. En contraste con la dedicación del personal del Domíngo Luciani a los del Poliedro de Caracas no les importó mi salud, no por ello no voy a reconocer la admiración que me causa la labor del personal sanitario en general, quienes trabajan en un ambiente de riesgo total a lo largo de toda su jornada laboral. Ya cuando estoy escribiendo estas líneas me llegó el mensaje para colocarme la vacuna, pero como siempre la indiferencia del personal militar y médico, en este caso, de la Dirección Regional de Salud de Caracas, desacatando las directrices del Gobierno Nacional, nos informaron que no nos iban a colocar la vacuna, asi nos haya llegado el mensaje, porque ellos decidieron allí, colocarselas solo a los mayores de 60 años, según un tal mayor o teniente Villafranca. Debo destacar, ya para finalizar, que ya los hermanos Chinos nos han enviado el décimo tercer cargamento de medicamentos para el covid 19, es decir los medicamentos que gratuitamente me colocaron en el Hospital y todavía los gringos están decidiendo aprobar recursos para ayudar al tercer mundo.



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Lewis Pereira

Periodista, sindicalista y ex trabajador del Metro de Caracas.

 lewispereira21@gmail.com

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