La inactividad obligada por la pandemia, permite mayor atención a las series de TV estadounidenses con las cuales nos forman y deforman la mente desde gringolandia. Las televisoras en naciones con jefes de estado electos o no pero obsecuentes a Washington, nos infestan con publicidad comercial que en algunos casos no guarda ninguna relación con la realidad del país y descartan a los menos favorecidos, tele trabajan para sembrar en la audiencia una falsa sensación de bienestar nacional, así el pueblo pobre no pueda disfrutar de lo que se promociona con TV esmero prolongado.
El índice de GINI es una medida económica que sirve para calcular la desigualdad de ingresos entre los ciudadanos de un país. Venezuela, aunque lo oculten comunicadores sociales privados, goza de una excelente calificación GINI, algo que desean destruir malvivientes vendidos a intereses extranjeros, infelices y miserables que han pedido más medidas coercitivas y sanciones contra la nación que es la suya, y se consideran listos a ocupar un gobierno írrito de transición, peleles que en pleno pillaje y piratería inscriben candidatos como si no quebraran un plato.
Arruinada su credibilidad ante el colectivo nacional, los directores de la oposición mafiosa, gang de Trump, son cara duras que nos recomiendan irnos del país pero ellos regresan y se lanzan de candidatos, pagan sus campañas con el dinero robado a Citgo, Monómeros, más las ayudas "humanitarias" que por millones de dólares han conseguido les aporten desde naciones que nos tildan de gobiernos peligrosos, y amenaza inusual y extraordinaria a los USA. Son los primeros en retornar y dejan ese reguero de compatriotas que por ejemplo en Chile pasan trabajo, a pesar de la supuesta macro "bonanza" chilena.
Sabía usted que CHILE es la nación con el mayor índice de desigualdad entre los ingresos de quienes se hacen cada vez más multimillonarios, y el pueblo mayoritario de menores recursos y gigantescas necesidades. Hábilmente en detalles de la TV chilena nos ofrecen un derroche, aluvión lo he llamado, publicidades por las cableras para que el colectivo afirme que "eso era así en Venezuela". Ciertamente pasamos por esa "comemieldería" dirían los antillanos, pero o trabajábamos en varias partes o no podíamos disfrutar de determinados productos, inalcanzables para sectores emprobrecidos habituados a sus rancherías en los cerros, donde la falta de escuelas y la desatención médica los acompañaba en aquella programada loada y desaprobada por el colectivo popular, la DEMOCRACIA REPRESENTATIVA disimulócrata y represora.
Una anécdota pinta esa situación y no sufríamos el ataque exterior y la desgracia de paisanos venezolanos que han gastado dinero en tratar de derrocar a sus gobiernos, no se lo hacían a presidentes ineficientes y flexibilizadamente amantes de sus segundos frentes, enamorados al mismo tiempo de las órdenes de EE UU y el capitalismo salvaje, temerosos de contrariar la DEMOCRACIA REPRESENTATIVA. Con un periodista que ya no nos acompaña, fuimos mi esposa Ligia y yo a una panadería, cuando conducíamos un programa, adquirimos tres dulces, vivíamos antes de Chávez y a pesar de estar trabajando, nos sorprendimos cuando el comunicador social nos dijo "hacía tiempo no me comía una delicatess de panadería, el sueldo no me alcanza".
Detalles de la disimulocracia blanquiverde o verdi blanca de quinquenios en "democracia modelo de América", aquella Venezuela de gobiernos lacayos, en la que nos ponían a tararear cuñas maravillosas y en el fondo éramos una Colombia en ciernes: masacres, represión, tortura, censura al pensamiento y persecución a la izquierda. Si no lo cree averigüe con los abuelos, quienes vivimos la etapa 1959–1999, disimulo nacional dizque representativo, y podrán enterarse de las verdades que nos comentan en "El Mazo Dando", "La Hojilla", "Zurda Conducta", o el espacio del zuliano Fidel Madroñero. No se hace democracia mentando progenitora, se hace combatiendo las injusticias de la falaz democracia representativa, vasalla y no soberana.