Venezuela ha venido consolidando sus sedimentos desde el surgimiento del movimiento político instituido por Hugo Chávez (1954-2013), a raíz de las elecciones Presidenciales de 1998, las cuales se dieron un día domingo 6 de diciembre para el período 1999-2004; esos sedimentos andaban dispersos en un territorio político donde una clase política era privilegiada y otra aplastada y usada. Había prevalecido por años en la realidad de la vida pública venezolana, un Estado Nacional con los mismos vicios de segregación, exclusión y racismo que caracterizó los países modernos del impetuoso siglo XX.
Un país como Venezuela, desde los albores de la independencia en el siglo XIX, no tuvo la suerte de poder crecer bajo la óptica de una cultura de la solidaridad y el compromiso, porque se le fue cultivando una serie de valores y antivalores que a juicio de algunas individualidades eran los adecuados para impulsar hacia el desarrollo al país. Esta postura fue de neo-colonización en Venezuela y todo lo que incluye su territorio nacional, no es algo que se me ocurrió abordar, es una inquietud que me planteó hace algún tiempo el político y amigo Rafael Calles, quien hasta el 21 de noviembre tendrá la responsabilidad de haber sido Gobernador del estado Portuguesa, en la Venezuela asediada por el bloqueo internacional y limitada por el complot de una clase política nacional opositora que ha apostado al derrumbamiento no de un "Régimen", sino de un país.
Calles se ha preocupado por el fenómeno social de la transculturización que ha sido del interés de los académicos en los últimos cincuenta años y es la transculturización a la que se ha sometido los seres humanos y en especial los grupos aborígenes que han sido colonizados en estos tiempos modernos por sociedades mercantiles que buscan ampliar sus centros de deforestación y destrucción del ecosistema natural planetario.
A juicio de Calles la transculturación se ha vuelto un proceso gradual en el que una cultura adopta los rasgos de otra hasta llegar a la aculturación; la transculturación en Portuguesa vino como producto de una cultura más desarrollada que vino a intercambiar sus rasgos con la nuestra que se consideró menos desarrollada, siendo esta última la que absorbió elementos culturales ajenos, y de allí se ha dado todo un proceso de descomposición social y cultural que es, en opinión de Calles, la que ha proyectado problemas sociales relacionados con la delincuencia y la falta de valores familiares.
Una de las intenciones que tuvo Calles fue lograr una campaña de concientización cultural en los portugueseños, buscando que se rescatara la idiosincrasia, los valores, la permanencia de la familia y del trabajo para consolidar las políticas de desarrollo y progreso de una región bendecida por la naturaleza en sus tierras y en su potencial productivo, pero que necesita, a gritos, un talento humano concientizado en los principios de solidaridad, equidad, justicia y libertad.
Solidaridad entre todos para unir fuerzas y crear espacios productivos sociales consolidados en razón del trabajo cooperativo; equidad, como tarea fundamental del colectivo de no excluir a nadie, de romper con la idea "politiquera" de que las personas son mercancías que pueden tener un valor material determinado; de justicia, ante la necesidad de que los delitos no queden impunes, que haya castigo a las acciones contrarias a los bienes y a las personas; y libertad, en razón de ser independientes de las decisiones de los grandes imperios y del capitalismo global salvaje y destructor del hombre.
El legado Rafael Calles en los nuevos tiempos, es el del guerrero que cambia de mano su espada para seguir luchando por su gente, por su inmensa vocación de servicio que lo acerca al ideal del hombre nuevo que bien se ha delimitado en la figura del liderazgo emergente de Antonio Primitivo Cedeño. En su última alocución de su programa semanal de Radio de la Portuguesa Potencia, número 94, Calles no solamente recordó de dónde venía su liderazgo y vocación, si no que mostró la bitácora de los tiempos que vendrán. Pasado el 21 de noviembre, Calles asume las banderas del servicio público permanente. No descansará, no se recogerá en las tibias sábanas de un cuarto o en las cálidas amarras de una amahaca; consumirá el polvo de las cominerías de los barrios, los correderos de los campos, servirá de apoyo a las instituciones que él conoce y que permitirán conquistas plenamente su sueño de estado Potencia, en la realidad de un compromiso con el pueblo y la Patria.
Algunos opinadores de oficio expresaron que "era una despedida del líder", yo no lo vi de esa manera; vi a un hombre entendido de su compromiso con la historia, con su familia, con su pueblo; un líder que hizo todo lo posible por permanecer fiel a su proyecto de Gobierno y que está entregando cuentas claras, completas, verdaderas, sin tachones ni "malas caras". El Gobierno Potencia da paso a la "Portuguesa comprometida y victoriosa", a la tarea de seguir luchando junto al pueblo, porque el desarrollo y progreso de Portuguesa ya no lo detiene nadie. El legado de Calles es mostrarnos que hay un hombre nuevo en Portuguesa y que ese hombre es capaz de cambiar la historia y, por qué no, cambiar al mundo, con un modelo de Gobernanza amplio, solidario, de justicia plena, donde los méritos y las habilidades y destrezas de cada persona sean los que le permitan incluirse y progresar. "Vamos a enseñar a pescar", porque es tiempo que juntos terminemos de construir la Patria bonita que tanto soñó Hugo Chávez.