Los resultados electorales del 21N obligan al chavismo gobernante a reflexionar sobre las ganancias y las pérdidas que deja este evento electoral.
Dudar que el psuv fue el factor político más favorecido de esta última contienda es pretender negar la realidad y dejar de lado hechos objetivos e incontrovertibles. Sólo quienes erróneamente siguen creyendo que negando al chavismo pueden derrotarlo, persistirán en el error de afirmar que en las elecciones recién celebradas el gran derrotado fue el chavismo, porque ha perdido un caudal importante de votos.
Los factores opositores que mejores resultados obtuvieron, aún en la derrota, son los que han venido desmarcándose del extremismo opositor. Los que promovieron la participación electoral y que implícitamente reconocen el fracaso de la estrategia de los que desde 2014 apostaron a la violencia, al abstencionismo y el intervencionismo extranjero. Por otro lado, los actores peor parados fueron los que siguen repitiendo que vivimos en una atroz dictadura y el gobierno de Maduro no sale con votos.
Pero más allá de estos factores opositores adentrémonos en el análisis de las ganancias y de las pérdidas que deja al chavismo los resultados del 21N.
Como dijimos al principio el indudable ganador del proceso comicial fue el PSUV. El escenario en el que ocurrieron estas elecciones ha sido el que presenta las condiciones más adversas y desfavorables para quienes desempeñan tareas de gobiernos, en cualquier nivel o ámbito. Nunca desde que el chavismo ha gobernado hubo condiciones tan adversas para medirse en un proceso electoral como en estos días de finales de 2021. Especialmente considerando que asisten al proceso los factores opositores que en los últimos comicios venían apostando a la estrategia de no participar para deslegitimar con su ausencia. Asistieron a las urnas y volvieron a salir derrotados, si esto no es ganancia para el chavismo, que alguien me diga cómo se llama.
Pero dentro de otras ganancias hay que contar también que los factores opositores más fortalecidos son los que se desmarcan de las aventuras en las que desde 2014 embarcó Leopoldo López al país opositor. Pero que lamentablemente en 2015, Ramos Allup y el resto de la dirigencia opositora acompañó, después de la conquista de la Asamblea Nacional a través de los votos. Quien olvida las declaraciones de Ramos Allup afirmando que en seis meses sacarían a Maduro de Miraflores.
Por donde se vea el chavismo, con los resultados obtenidos, sale lo más favorecido que el contexto político permite. Pero veamos qué aspectos deben alertar al chavismo del escenario que queda después de las elecciones.
No son pocos los adeptos al chavismo que en los últimos tiempos se han ido distanciando del proyecto político que en sus mejores tiempos llegó a movilizar a una mayoría incuestionable. Regiones enteras que antes fueron bastiones de votos duros chavistas al día de hoy ofrecen magros resultados políticos y amenazan con cambio de preferencia electoral, caso emblemático Los Llanos y de estas entidades, el Estado Cojedes, en el que resultó electo un gobernador opositor. Y nos referimos a regiones que desde que apareció Chávez en escena nunca dejaron de ser fuente de votos para Chávez y sus candidatos, incluso después de 2013 (ya desaparecido físicamente Hugo Chávez.)
No debe el chavismo y sus dirigentes olvidar que el gran éxito del Comandante no sólo consistió en ganar elecciones sino en arrasar en ellas. Los candidatos de Chávez, además de ser "sus candidatos", casi siempre fueron los mejores candidatos posibles que podía ofrecer el chavismo. Candidatos que se fabricaron en el trajinar diario de la política y que ganaban sus galones en el campo de batalla y no como meros amigos y afiliados con poca afinidad en las bases de electores. No es difícil dudar que el chavismo haya tenido mejores candidatos en Apure, en Cojedes y en Barinas.
¿Cómo tender puentes con factores del chavismo disidente?. La respuesta a esta pregunta debe ocuparle un buen tiempo a la dirigencia del PSUV. Si algo logró Chávez fue alcanzar la unidad y consolidar el chavismo como un bloque sólido, unitario y monolítico. La estrategia de dialogar exclusivamente con factores opositores ha debilitado la unidad monolítica que logró Chávez en torno al chavismo. Le corresponde a Maduro volver al camino de Chávez en este sentido y convertirse en el indiscutible líder al que se someten los distintos factores afines al chavismo. No lograrlo deja la puerta abierta a las disensiones, fracturas y resquebrajamientos que en el largo plazo abonan a la división. Analistas agudos han dejado ver que del seno del mismo chavismo saldrá la "oposición" que con el paso del tiempo traiga los cambios que requiere la Revolución para continuar avanzando en la utopía bolivariana de Hugo Chávez.