Antes narré, en mis inicios de la izquierda universitaria, cómo supe por primera vez de Carlos Lanz hasta llegar a la época en la que de ser un héroe de izquierdistas (décadas 70,80) pasó, con la llegada de Chávez a Miraflores, a ocupar papel estelar en las políticas educativas que se trazaron desde el Ministerio de Educación.
No debió ser fácil para Carlos pasar de "subversivo profesional" a promotor y defensor de las instituciones estatales, pero nadie debe olvidar que en aquellos días quienes defendían al gobierno de Chávez y las políticas de gobierno eran los subversivos, fueron tiempos de revolución en los que se planteaba "refundar la República". Eso era la Revolución para Chávez. Para nadie fueron fáciles aquellos tiempos, a decir verdad.
¿Cómo refundar una república con un sistema educativo opuesto a los cambios?, ¿Cuál es el modelo educativo para una sociedad que necesita refundarse?, ¿Cómo transformar la educación en una sociedad que se transformaba políticamente?, ¿Qué cambios inmediatos demandaba la educación en Venezuela de principios del S. XXI para encaminarla a la revolución que se vivía?. Estas y cientos de preguntas similares no dejaron dormir ni a Carlos ni a quienes en el ámbito educativo asesoraron a Chávez en aquellos días.
Chávez fue hombre de acción, ya lo habían demostrado fehacientemente los hechos del 4F 1992. Pero todas sus acciones siempre fueron precedidas de profundas reflexiones, su llegada a Miraflores (1998) por votos demostró que era capaz de asumir errores y corregirlos. Chávez no quería preguntas, no se conformaba con interrogantes. Exigía respuestas y las respuestas debía ser inmediatas, para eso estaba él en Miraflores y para eso era la Revolución que liderizaba, para cambiarlo todo. No se proponía simplemente gobernar un país, sino revolucionarlo a pesar de las resistencias y las reticencias, que no eran pocas. Necesitaba gente ideológicamente comprometida con su causa, pero capaz de ofrecer respuestas concretas a realidades que demandaban cambio, allí entre otros estaba ese sociólogo izquierdista llamado Carlos Lanz.
Así se echó a andar el Proyecto de Escuelas Bolivarianas y con 500 escuelas de este tipo, solo 7 en Caracas, arrancaron los cambios en las políticas educativas que desde Miraflores se pretendían. A la par la "Constituyente Educativa" fue la mejor respuesta que, después de tantos desvelos, le presentó Carlos a Chávez. Al Presidente le pareció fabulosa la propuesta y le dio total respaldo. No estaba sacada de ningún libro de los que tanto gustaban a Carlos era una respuesta sacada de la propia realidad, de la lectura de la dinámica social que se vivía día a día. Lectura que Carlos también disfrutaba, tanto o más que las de cualquier ejemplar de los pasaron por sus manos desde que fue capaz de descifrar ese viejo invento heredado de los egipcios, hace más de 4.000 años.
Ya narramos cuál fue la reacción de los defensores de la educación cuarta republicana. Los defensores de la educación de élites, dónde el desprecio por la masificación de la educación campeaba a sus anchas. Dónde el modelo neoliberal de privatización de la salud y de la educación, impuesto a América Latina desde los 80, que después de la caída del Muro de Berlín (1992) agarró impulso y pretendía eternizarse.
A Carlos le tocó fajarse como los buenos, pero no estaba sólo. Además del apoyo y el respaldo de Chávez, contaba con el pueblo movilizado que siempre atendió la convocatoria para evitar que la reacción avanzara. Así todo marcha convocada por la derecha educativa tuvo su contramarcha de revolucionarios dispuestos a reivindicar la educación pública, gratuita y obligatoria que Chávez ofertaba.
Estos combates se ganaron y si bien el saldo fue favorable a la Revolución, la "cultura cuartarepublicana" persistía y como bien lo sistematizó Carlos (en 2004) en "La revolución es cultura o reproducirá la dominación", la revolución a pesar de gobernar desde Miraflores estaba en pañales ya que había que erradicar los vicios y males sociales desde sus más profundos cimientos para construir la sociedad que anhelábamos los revolucionarios. Carlos no se conformaba con haber ideado los pilares de la educación inclusiva, sino que entendió que la Revolución tenía demandas en distintos frentes y en el campo de la producción estaba uno de los esenciales, si de verdad se apostaba a superar el modelo colonialista que había hecho de Venezuela un país con inmensas riquezas pero con una colosal dependencia de la economía foránea.
Así lo vemos encabezar la Misión Vuelvan Caras con el compromiso de poner en marcha la propuesta de desarrollo endógeno. Pero nada de "calco ni copia" como decía Mariategui porque la Revolución Bolivariana si de algo se preciaba era de su originalidad y si bien Carlos se había estudiado el marxismo en profundidad, eran tiempos de Rodríguez de "inventar o errar", pero con seguridad el Comandante Chávez le repetía incesantemente a sus asesores cercanos, entre los que estaba Carlos, "está prohibido fallar camaradas".
Pero apenas estaban comenzando a esparcirse los núcleos de desarrollo endógeno (NUDE) por el territorio nacional cuando Carlos, llamado nuevamente por Chávez, asume la Presidencia de Alcasa (Aluminios del Caroní, SA), donde le corresponde una gestión que se fundamenta en la cogestión revolucionaria. Allí hasta 2007 lleva a cabo experiencias enfocadas en la formación de los trabajadores para la organización productiva desde perspectivas de clase y apuntando al control obrero de las fábricas y empresas.
Al culminar su gestión en esta importante empresa estatal continúa empeñado en la promoción de la formación ideológica, sin descuidar los análisis permanentes de la realidad nacional, no pasa mucho tiempo cuando vuelve al Ministerio de Educación en esta ocasión a materializar una vieja propuesta, desde las escuelas, enmarcada en la premisa de la soberanía alimentaria. Surgen así los gérmenes del Programa Todas las Manos a la Siembra que Carlos asume personalmente como coordinador nacional, desde las oficinas de Carmelitas.
Blog del autor: https://t.co/mghiqJjW33