El designado presidente interino de Venezuela por los EEUU, Juan Guaidó, salió a la calle hoy jueves 27 de octubre, congregó una gente en la estación del metro Colegio de Ingenieros y se la llevó hasta el CNE, ubicado en Plaza Venezuela. Allí, con una cuantiosa cantidad de personas en marcha, solicitó al ente electoral fechas para adelantar elecciones presidenciales en Venezuela. En declaraciones, le envío un mensaje al presidente Nicolás Maduro, recordándole que tenía el tiempo contado y a las masas le dijo que su solicitud en modo alguno era una dádiva de nadie, sino un reclamo legítimo de un ciudadano que apreciaba el notorio fraude electoral de 2018. Coronó su discurso acentuando que en Venezuela había una dictadura y que tales formas viles de gobierno no regalan fechas ni elecciones, sino que había que lucharlas con protestas pacíficas en la calle.
Dicho lo anterior, cerró la jornada, y, dado su inusitado éxito, cabe esperar que continúe con más convocatorias a efectos de mantener "caliente" la calle. De tal forma el autoproclamado presidente de Venezuela rompe la monótona quietud política del país, casi olvidada ya de marchas y tensiones políticas, afectada últimamente por los deslaves naturales ocasionados por las lluvias.
Notorio es señalar que su repentina caminata política en Caracas, por lo abrupto, pudo haber respondido a dos razones de consideración política:
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EEUU le colocó fecha de vencimiento a su gestión como presidente encargado para enero de 2023 y Juan Guaidó junto a su grupo político, Voluntad Popular, alarmado tomó la iniciativa a motus propio de demostrar su valía política ante el Departamento de Estado a través de la movilización de masas humanas. Si exitosa resultaba la convocatoria, luego EEUU tendría que reconsiderar su propuesta de decapitarlo políticamente, animándose, mejor aun, con más planes de desestabilización contra Venezuela. Cundió, pues, el pánico en las filas partidistas ante el propuesto degüello: no recibirían más recursos, no serían apoyados en el apoderamiento de bienes del Estado venezolano y perderían su posición de liderazgo como oposición en el país. Cuelga en el ambiente el ingente recurso del oro venezolano en las bóvedas de Inglaterra a repartirse y el remate de CITGO en los EEUU, dineros suficientes para financiar sus luchas por la libertad.
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La fecha escogida para comenzar a "calentar" la calle es la presente, justo cuando el país y el Estado venezolano se encuentran bajo emergencia y muy vulnerables por las tragedias ocasionadas por las lluvias. Si se llegase a instalar un discurso político de que el gobierno y no la naturaleza es el responsable de los desastres naturales y del consiguiente sufrimiento de la gente, podría realmente calentarse la calle y retornarse a épocas recientes de guarimbas y peticiones de renuncias presidenciales. Sería un caldo de cultivo para una renovada injerencia de los EEUU en Venezuela, recientes de sabotajes en Irán. Agréguese que la proximidad de la navidad es una circunstancia muy apreciada por la oposición venezolana, quien maneja el credo de que, saboteándolas, se genera la impresión de país infeliz e inestable, cuota política aprovechable. Así, en fin, a los EEUU no le quedaría mejor opción que seguir confiando en Guaidó.
El regreso a las marchas, al uso de barricadas en las calles, al discurso eterno de la "sociedad civil" en "protestas pacíficas" pidiendo renuncias y fechas, son ya elementos de un ejercicio narrativo violento harto conocidoa. Resta al gobierno prevenirse y no dejar pasar este primer indicio de un plan preñado de "buenas intenciones".
Juan Guaidó, con el ultimátum recibido desde los EEUU, que le pone vencimiento a su utilidad política, semejaría a una fiera herida causando zozobra antes de morir, intentando demostrar su peso específico político para que no lo desechen (qué digan, pues, que mueve gente, que es un factor relevante para el cambio en Venezuela, etc.). Pero no por fiera herida cercana a la muerte, proceso decadente como se vea, hay que subestimar al opositor debido a que puede lograr su objetivo: que calentando la calle y saboteando las navidades logre una circunstancia de reutilización gringa. No importaría tanto que lo readopten como de delfín político (el país ha superado esas situaciones), sino el hecho de la perturbación de la paz en el país en momentos de conmoción nacional.
Dígase, finalmente, que el Jefe del Estado venezolano contribuyo a la narrativa al anunciar que había probabilidades de adelantar las elecciones presidenciales. Al día de hoy es un punto analizar: ¿cuál fue su intencionalidad política? ¿Qué beneficios políticos entrañarían sus declaraciones? ¿O qué daños infligirían al contrario?