Contra el poder

El magnicidio no es un asunto personal, es negocio petrolero

“En el 2010, EEUU tendrá que importar el 60% del petróleo que va a consumir. Y como la mayor parte de este aprovisionamiento proviene de zonas crónicamente inestables, y muchas veces violentamente antiamericanas – el Golfo Pérsico, el mar Caspio, Latinoamérica y África-, esa dependencia amenaza con forzar crecientes implicaciones militares”, tal afirmación aparece en el resumen de la obra Sangre y petróleo, cuyo autor es un experto en seguridad internacional Michael Klare. Pero implicaciones militares esconde una larga lista de acciones clandestinas en la que el magnicidio se interpreta no como un asunto personal, sino un simple negocio petrolero. No obstante, existe mucha información basura que esconde esa lógica criminal.

De esa realidad energética se derivan una larga lista de acciones criminales y mentiras que terminan confundiendo y evitando la discusión inicial, el meollo del asunto. Ejemplos. Para cuando termine el mandato de Bush la propuesta del etanol será una breve anécdota, a menos que la nueva administración, probablemente de la señora Clinton, se obstine en mantener una política energética que terminará en el trueque de sangre por petróleo. Mientras tanto, Bush presiona aún más el conflicto colombiano, que tarde o temprano tendrá que enfrentar nuevamente el problema de la reforma agraria, el canje humanitario y la nacionalización de sus recursos energéticos. Esa reforma agraria, por ejemplo, se evade con más expropiación de tierras, que también se conoce como desmovilización, más masacres y más corrupción en el ejército. Aunado a ello, la Casa Blanca solicitó 98 millones de dólares para mejorar la seguridad del oleoducto Caño Limón-Coveñas, cuyo tendido de 770 kilómetros desde los yacimientos de Occidental Petroleum en la región de Arauca, hasta Coveñas, noroeste, en la costa norte del mar Caribe. Dichos fondos y otros 147 millones de dólares del presupuesto 2004 sirven para equipar e instruir dos batallones del ejército colombiano para enfrentar la guerrilla. También hay presencia militar norteamericana en la zona y algunas revelaciones de prensa en la que se asegura la participación de soldados norteamericanos en combates en tierra colombiana. Para proteger el suministro de petróleo, no obstante, del máximo de 486.000 barriles diarios alcanzados en 1999 se redujo a 256.000 barriles/días en el 2002. La lucha contra la droga, realmente es protección del flujo del petróleo colombiano hacia EE UU. La prensa no habla de la intervención norteamericana en el conflicto colombiano, menos de su accionar a través de paramilitares. El escándalo de la para-política y las caderas de Shakira son una gran cortina de humo.

En Venezuela es más irritante. Una nueva división del MAS, ahora con las siglas de Podemos, evidencia que en realidad no existen partidos políticos, sino siglas, franquicias para ocupar espacios de poder y financiar las siglas, para mantener los espacios de poder, etc.

El segundo poder, brazo ideológico de ese estilo de vida, american way of live, que llaman medios de comunicación bombardea a las masas con informaciones como las denuncias interminables de corrupción, un permanente anuncio del Apocalipsis. El alcoholismo e intento de suicidio de Britney Spears, y una gama de reality show cuyo objetivo más que idiotizar es evitar hablar de otros asuntos más peligrosos. Los medios regionales imitan a la perfección el modelo, sabemos que les gusta o no a los artistas, sus reflexiones estúpidas de la vida y el amor, su miedo a la no renovación de RCTV, y ahora el asilo de Nixon Moreno, presuntamente el tipo de estudiante que utiliza la universidad para delinquir, y acusado nada más y nada menos que de intento de violación a una mujer policía. Todas estas diatribas, situaciones, noticias derivan de un conflicto político y económico. Del petróleo nacieron las riquezas de los políticos, de los medios, el petróleo influenció los asuntos internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial y las doctrinas de Truman, Eisenhower, Nixon, Carter, Clinton y los Bush. Si un presidente insiste y con su accionar mantiene el tema central en debate público, el magnicidio no es un asunto personal, es negocio petrolero.

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David Javier Medina


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