La vía más adecuada para realizar cualquier proyecto que nos propongamos

Pensar y hacer

Jueves, 06 de julio de 2023.- En la Caracas y en la Venezuela de hace un poco más de medio siglo, del siglo pasado, a mediados de los años 50s, la autoridad que regía sobre este verde valle, sistema de valles, se llamaba la Gobernación del Distrito Federal y dentro de esa gobernación existía una dirección, llamada, si mal no recuerdo, Dirección de Parques y Jardines, encargada del desarrollo, cuido y ornato de las plazas y los parques de la ciudad, la cual funcionaba muy bien, funcionaba casi como un reloj suizo y tenía a la ciudad bendecida con parques y plazas hermosas y bien cuidados, daba gusto verlos y usarlos.

La plaza Caracas de la avenida Las Palmas, frente a la cual nos mudamos, era el eje de una urbanización que estaba en pleno crecimiento, minada de edificios en construcción, era un terreno, prácticamente vacío, rectangular que quedaba, todavía queda, al final de la avenida principal, estaba cruda, en plena formación y recuerdo que era un sitio templado, fresquito, hacia frio en las mañanas, muchas veces bajaba la neblina y mi abuela nos tejía unos suéteres, que llamaban de César Costa, un cantante mexicano que estaba de moda por el cual las muchachas de la época se derretían.

Había un señor, el señor Juan, padre de la criatura, de la plaza, su jardinero, artista de la tierra, filósofo y maestro y excelente conversador, que con sus manos y con su espíritu, con su talento, transformó un terreno casi baldío, en una hermosa plaza de bellos jardines, claro que con el apoyo y asesoramiento de esa Dirección de Parques y Jardines de la Gobernación del Distrito Federal.

El señor Juan, con el cual, siendo yo un muchacho, casi un niño, desarrollé un nivel de comunicación intenso y muy nutritivo pues siendo una persona sin educación formal de alto nivel, tenía una visión amplia y desarrollada del mundo que ya muchos académicos quisieran tener, era autodidacta y leía y pensaba mucho.

De las muchas conversaciones que tuvimos y de la multiplicidad de temas que tratamos recuerdo con claridad una conversa, que así las llamaba, referida al pensar y al hacer.

Pensar es bueno, hay que pensar, siempre es bueno pensar, decía, como hablando con él mismo.

Pensar, pensar, pensar y seguir pensando sin hacer lo que piensas que tienes que hacer, no es el camino más conveniente para que se te den las cosas, ah, pero hacer y hacer y seguir haciendo, sin pensar, tampoco, así tampoco es la cosa.

Entonces señor Juan, ¿cómo es la cosa?

La cosa es pensar y hacer, pensar y hacer y que no se te olvide.

No se me ha olvidado y ojalá lo recuerde siempre, este consejo nos viene bien a todos y la práctica lo afianza.

Con su ejemplo, demostró que esa es la vía más adecuada para realizar cualquier proyecto que nos propongamos.

Pensar y hacer.

Era tal la belleza y el brillo de esa plaza, la plaza Caracas de Las Palmas, que venía gente de otras urbanizaciones y barrios caraqueños a verla y apreciarla.

Harían bien las actuales autoridades que rigen a nuestra dividida ciudad el estudiar un poco, la estructura y funcionamiento, la dinámica y la filosofía de servicio que regía en esa desaparecida Dirección de Parques y Jardines y emularla, imitarla, copiarla, en lo que se pueda y sea útil y seguir su ejemplo, que permita hermosear y dotar a la ciudad de una belleza y un ornato que nos merecemos todos los que en ella vivimos, además de las ventajas de crear más empleo.

Y seguir el viejo consejo, aún actual y necesario del señor Juan, así le llamaba toda la comunidad, cuyo respeto y consideración se ganó día a día, el consejo que todos deberíamos seguir sin chistar:

Pensar y hacer.


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Luis Enrique Sánchez P.


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