Crítica ácida

Banqueros presos imitan a Ibáñez la de Lusinchi

Al presidente de BANCAMIGA, Carmelo De Grazia, le asignaban buques de petróleo a 43 dólares por barril y él los revendía a precio superior; en coordinación con el empresario Samarck López y el dirigente político Tareck El Aissami, ambos tras las rejas. López manejaba las operaciones con la entidad financiera que tenía productos internacionales como parte de sus vínculos con Estados Unidos, las autoridades estadinenses exoneraron al corrupto negociante venezolano quien tenía investigación penal, como es costumbre los gringos delincuentes mafiosos mundiales metidos en negocios turbios.

No se sorprendan los seguidores de la investigación contra nuevos bandidos ganados por la apetencia del dinero, nada revolucionarios y si muy parecidos a la vagabundocracia social demócrata y social cristiana de quienes prostituyeron políticamente a Venezuela de 1959 a 1999 en 40 años demócrata representativos, adulantes a los granujas de La Casa Blanca en Washington, delincuencia política organizada, capitalizada y falsamente expuesta como una democracia representativa ideal.

A Blanca Ibáñez le asignaron buques petroleros en corrupción manifiesta de la era ad-copei, a tantos años de distancia lo descubierto en BANCAMIGA ahora en período de cambios, es similar a la vagabundócrata secretaria en el Congreso Nacional de quien era Jefe en la Fracción Parlamentaria de AD, Jaime Lusinchi. Blanca Ibáñez nacida en Colombia y amante de Lusinchi pasó a mandar y comandar a su alcoholizado compañero, quien nunca ejerció su profesión de médico en la que se había graduado, fue electo Presidente de la República período de cinco años en el cual Blanca fue la "jefa" y llegó a vestirse de Coronela, intervenía en los ascensos militares. La Ibáñez vendía al país. Lusinchi una tarde y "prendido" en Miraflores, al despedir a unos empresarios visitantes les dijo, "bueno me voy señores, Blanca dice que, vamos a otra reunión y ustedes saben, donde manda capitán...

Lusinchi llegó al colmo de expulsar de la residencia presidencial de La Casona en Caracas, a su esposa la Doctora Castillo, no se atrevió a sustituirla formalmente en los lechos en ese lugar, actual museo "Aquiles Nazoa" en La Castellana, pero hay quienes indicaban discretamente para aquel entonces que, el borrachito malcriado y Jefe del Estado, la llevaba a escondidas. La degeneración no tenía nada de cristiana y si mucho de pagana, la frase más célebre de Lusinchi fue "a mi tu no me jodes" espetada al periodista Luis Guillermo García, en mensaje presidencial al derechista jaladulante Marcel Granier, yerno de uno de los dueños de la estación RCTV.

La penosa historia de los blanquiverdes o verdiblancos en sus períodos no debe olvidarse, menos ahora en 2024 cuando pretenden en esta Venezuela mayoritaria siglo XXI espléndidamente honesta y organizada desde los sectores populares que, por desinformación vaya al Poder Ejecutivo alguien de los políticos con P minúscula, añorando negocios o corrompiendo a presuntos revolucionarios caídos en la tentación blanquiverde o verdiblanca inaceptable, el análisis comparativo entre lo alcanzado desde 1999 por el país todo, los beneficios y las ganancias a la sociedad no corrupta, superan en lo bueno a la perfidia de los quinquenios nefastos y homicidas de la "democracia representativa".

Cabe recordar para cerrar esta ácida pero constructiva y de buena fe revolucionaria, como los banqueros en los mandatos adecopeyanos se llevaban al exterior, se robaban los reales de sus cuentahabientes, mientras ahora los intervenidos por corruptos en entidades financieras (caso BANCAMIGA), reciben de la revolución socialista la seguridad de tener a buen resguardo y a la orden sus cuentas. No son cuentos, son realidades y diferencias entre la Venezuela demócrata representativa de la corruptela clientelar, las masacres, asesinatos selectivos, torturas policiales etc. y la actual convocatoria a elecciones sin miedo a la observación internacional sana, auditorías y ningún temor al amenazante intervencionismo imperialista, porque a nuestra querida Venezuela, se respeta.



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Luis Sánchez Ibarra


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