Desde el conuco

Un sorbo de café Venezolano. De 1950 a 2010

"Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos".

Thomas Carlyle

 

A mediados del siglo XX, tal vez, Venezuela no era uno de los primeros productores de café, pero si, se asomaba como un país propulsor de una muy buena actividad cafetalera en el mundo, la cual representaba una actividad muy destacada en la economía nacional. En el contexto histórico y producción, la aparición del petróleo en el escenario económico nacional, en la década del 1950, dinamizó la economía en el país, potenciando a su vez la actividad agrícola cafetalera, la cual llegó a consolidarse como una actividad próspera durante un tiempo. Para ese periodo el cultivo de café se ubicaba fundamentalmente en los Estados Táchira, Mérida y Trujillo, incorporándose luego, Lara, Portuguesa y el piedemonte Barinés, auspiciado por las condiciones climáticas de éstas tierras andinas. En la década de 1960 la producción cafetalera nacional llegó a alcanzar las 60.000 toneladas anuales, a pesar de tener una productividad por hectáreas relativamente baja, la cual se estimaba en unos 400kg por hectáreas, lo que representa unos 6.6 quintales por hectáreas. La baja productividad se expresa por profundas debilidades producto de las falta de tecnología y prácticas agrícolas modernas. En la medida en que el siglo caminaba, comenzaron a notarse algunos avances y mejoras en la gestión del cultivo, lo que provocó un incremento en la producción. Para 1980, Venezuela logró un incremento en la producción, alcanzando las 70.000 toneladas anuales. Esto se debió a la expansión de las áreas cultivadas y a la introducción de variedades mas productivas. Sin embargo, la productividad seguía siendo muy baja, alcanzando apenas unos 500 kg por hectáreas. Hablando de la sociología del café en Venezuela, esta se ha caracterizado por ser una actividad agrícola familiar en la que se incorporan todo el núcleo que constituye la familia campesina, en la cual la mujer desarrolla un papel fundamental en esta actividad económica. Muchas familias campesinas dependen de manera casi exclusiva de la actividad cafetalera, siendo el café su principal fuente de ingresos, esto consolida un enraizado o cimiento cultural que convierte esta actividad en una pasión vida, que representa la identidad de gran parte de nuestra comunidad campesina. Según datos estadísticos de 1990, se estima que para esos momentos existían unas 30.000 familias campesinas dedicadas al cultivo del café, lo cual representaba una importante fuente de trabajo en el medio rural. En torno a esta actividad comienza a generarse una dinámica organizativa que dió pie al nacimiento de organizaciones campesinas como cooperativas y asociaciones que jugaron un papel importante en la actividad cafetalera. Estas organizaciones generan ciertos avances en materia de financiamiento, capacitación y comercialización del café.

Consideremos algunas estadísticas de exportación. La exportación de café se convirtió en una fuente importante de ingresos para Venezuela, considerando que su contribución al PIB ha sido menor en comparación con la industria petrolera, sin embargo, desde 1960 hasta el año 2010, las exportaciones giraron entre 20.000 toneladas a 45.000 toneladas alcanzadas en el 2005. En el 2010 apenas logramos exportar 30,000 toneladas de café verde. Es notable que la exportación de café experimentó un aumento gradual hasta el año 2005, pero cayó en 2010 debido a factores como la disminución de la productividad y los cambios en las políticas económicas del país. Se producen severas fluctuaciones en el tipo de cambio, hay un descuido de la investigación científica, además, la falta de prácticas sostenibles y la deforestación también impactaron negativamente en la biodiversidad y la salud del suelo. Por otro lado. Los pequeños productores de café enfrentaron dificultades para acceder a créditos y financiamiento, lo que limitó su capacidad para invertir en mejoras tecnológicas y de infraestructura. La falta de apoyo financiero gubernamental y privado incrementó este problema. La falta de infraestructura adecuada, como carreteras y sistemas de transporte eficientes, dificultó el acceso a los mercados y aumentó los costos de producción. La ineficiencia en la logística también retrasó la exportación, afectando la calidad del café y su precio en el mercado internacional. Es necesario señalar, que la competencia global en el mercado del café aumentó significativamente, con países como Brasil, Colombia y Vietnam, quienes mejoraron ampliamente sus capacidades productivas y de exportación y dominaron el mercado. Venezuela no logró mantener su competitividad debido a sus altos costos de producción y la baja calidad del café en comparación con los otros países productores.

Finalmente, creemos pertinente fomentar la organización autónoma de los campesinos productores de café, promoviendo las cooperativas y organizaciones locales. Además, es imperativo retomar la inversión en el ámbito de la investigación científica para mejorar las prácticas agronómicas sustentables y sostenibles y las prácticas de post-cosecha que permitan mejorar la calidad del café. Se requiere diseñar una política cafetalera de Estado, que permita reorientar la actividad cafetalera, la cual debe estar enmarcada necesariamente en la producción sana, amigable con la naturaleza, lo que supone dar el paso hacia las prácticas agroecológicas. toribioazuaje@gmail.com

Un abrazo, desde este maltratado pedazo de la tierra.

TORIBIO AZUAJE



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Toribio Azuaje

Campesino y Conuquero. Docente

 toribioazuaje@gmail.com      @fraguaobrera

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