La salud como proceso dinámico: Implicaciones para la acción

Durante mi ejercicio profesional en 2013, mientras diseñaba un sistema de atención primaria para una dependencia del Estado venezolano, trascendí el plano operativo del proyecto para abordar una indagación filosófica fundamental: ¿qué entendemos por "salud"? Más allá de las consideraciones técnicas y logísticas, emergió la necesidad de articular un marco conceptual que integrara las dimensiones emergentes en la práctica cotidiana. Fruto de esta reflexión, definí la salud como un proceso sistémico-autopoiético, transdisciplinario y dialógico, fundamentado en cinco pilares: su carácter colectivo (multiétnico e intercultural), su naturaleza dialéctica (en constante transformación histórica), y su finalidad última como autocorealización integral del ser humano en sus dimensiones biopsicosocial, étnico-espiritual y espacio-temporal.

Una década después, este constructo teórico demanda una revisión crítica: ¿cómo se ha traducido en políticas públicas? ¿Qué tensiones revela su aplicación entre lo ideal-conceptual y lo práctico-institucional? La reflexión actual apunta a desentrañar tanto sus potencialidades emancipatorias como las contradicciones inherentes a su implementación en contextos sociopolíticos complejos.

La concepción de la salud ha evolucionado históricamente, transitando desde enfoques puramente biomédicos centrados en la ausencia de enfermedad hacia una visión más amplia y dinámica que la entiende como un proceso continuo de construcción, destrucción y reconstrucción. Esta perspectiva, que reconoce la interconexión de dimensiones biológicas, psicológicas, sociales, históricas y culturales, tiene implicaciones profundas para la forma en que abordamos la acción en salud pública y el bienestar individual.

La Salud como Proceso Sistémico y Autopoiético:

La salud no es un estado estático, sino un proceso sistémico, autopoiético y transdisciplinario. Tomando como referencia , la teoría de la autopoiesis, entendemos la salud como un fenómeno autorregulado donde el individuo y las comunidades mantienen su bienestar a través de una red de interacciones autorreguladas con su entorno. Esta visión reconoce que la salud individual y colectiva se moldea a partir de una constante adaptación a factores internos y externos, incluyendo el estrés social, las variaciones en la dieta y el ejercicio, y otros elementos que afectan el bienestar.

La Construcción Social de la Salud:

Un enfoque en la salud como proceso dinámico resalta la influencia crucial de los determinantes sociales. El nivel socioeconómico, la educación, las condiciones laborales, el apoyo social, el acceso a servicios de salud y el entorno físico son factores que interactúan constantemente para dar forma a la salud individual y colectiva. Comprender esta construcción social de la salud es fundamental para abordar las inequidades y diseñar intervenciones efectivas que vayan más allá de la mera atención clínica.

La Naturaleza Dinámica y Dialéctica de la Salud:

La salud, entendida como un proceso, se caracteriza por su naturaleza dinámica y dialéctica. Es un campo de interacción y confrontación constante entre diversos factores, un proceso de diálogo y dialéctica que se manifiesta en la vida cotidiana de las personas. Esta perspectiva implica que la salud está en continuo cambio y adaptación, influenciada por la resolución de contradicciones y la emergencia de nuevas tensiones.

Impacto en la Relación Médico-Paciente y la Constitución de los Equipos de Salud:

La concepción de la salud como un proceso dinámico y multidimensional transforma la relación tradicionalmente jerárquica entre el médico y el paciente. En lugar de un enfoque centrado exclusivamente en la enfermedad y la prescripción, se promueve una relación dialógica y de colaboración, donde el paciente es visto como un agente activo en la construcción y gestión de su propia salud. Esto implica:

  • Mayor Empatía y Comprensión: Los profesionales de la salud deben desarrollar habilidades de comunicación y empatía para comprender el contexto social, cultural, psicológico e histórico del paciente, reconociendo su experiencia y conocimientos como valiosos en el proceso de atención.

  • Atención Centrada en el Paciente: La acción se orienta hacia las necesidades individuales del paciente, considerando sus valores, preferencias y expectativas, y fomentando su participación en la toma de decisiones sobre su cuidado.

  • Empoderamiento y Autonomía: El objetivo es empoderar al paciente para que desarrolle las habilidades y el conocimiento necesarios para la autogestión de su salud y para la adopción de comportamientos saludables a largo plazo.

Esta visión integral de la salud también redefine la constitución y el funcionamiento de los equipos de salud:

  • Equipos Inter y transdisciplinarios: Se fomenta la creación de equipos de salud inter y transdisciplinarios que incluyan profesionales de diversas áreas como medicina, psicología, trabajo social, nutrición , optometria, fonoaudiologia, enefermeria y educación para la salud. Esta colaboración permite abordar la complejidad de la salud desde múltiples perspectivas y ofrecer una atención más completa e integral.

  • Coordinación y Comunicación: Se requiere una coordinación efectiva y una comunicación fluida entre los miembros del equipo interdisciplinario para garantizar la continuidad de la atención y la coherencia en las intervenciones.

  • Liderazgo Colaborativo: Se promueven modelos de liderazgo colaborativo donde las decisiones se toman de manera conjunta, valorando la experticia de cada profesional y fomentando un ambiente de respeto y aprendizaje mutuo.

Implicaciones para la Acción en Salud Pública:

Adoptar una visión de la salud como proceso dinámico tiene implicaciones significativas para la acción en salud pública:

  • Políticas de Salud Inclusivas: Las políticas deben diseñarse considerando la diversidad cultural, los determinantes sociales y la sostenibilidad ambiental, fomentando la participación activa de la comunidad en la planificación e implementación de servicios.

  • Estrategias de Prevención y Promoción: La prevención y la promoción deben reconocer las dimensiones psicosociales y culturales del bienestar, buscando reducir el riesgo de enfermedades crónicas y problemas de salud mental mediante la intervención temprana y el apoyo comunitario.

  • Intervenciones Transdisciplinarias: Es crucial fomentar la cooperación y el diálogo entre disciplinas como la medicina, la psicología, la sociología y la antropología para abordar la complejidad de la salud desde una perspectiva integral.

  • Foco en la Equidad: Las acciones en salud pública deben priorizar la reducción de las inequidades, asegurando que todos los grupos poblacionales tengan acceso a los mismos recursos y oportunidades para mantener una vida saludable.

Implicaciones para la Acción en el Bienestar Individual:

Esta perspectiva también empodera a los individuos a tomar un papel más activo en su salud:

  • Autogestión de la Salud: Reconocer la salud como un proceso autopoiético subraya la importancia de la autogestión activa para mantener el bienestar y adaptarse a los cambios.

  • Construcción de Apoyo Social: Fomentar y fortalecer las redes de apoyo social se convierte en una estrategia clave para la resiliencia y el afrontamiento ante el estrés y la adversidad.

  • Adopción de Comportamientos Saludables: Promover la educación en salud y el desarrollo de habilidades para adoptar comportamientos que contribuyan al bienestar físico y mental a lo largo del ciclo de vida.

Entender la salud como un proceso dinámico y complejo, influenciado por múltiples dimensiones y en constante interacción con el entorno, transforma la manera en que abordamos la acción en salud. Priorizar la equidad, la participación comunitaria, la prevención integral, la colaboración transdisciplinaria y una relación médico-paciente más humana y colaborativa son elementos esenciales para construir sistemas de salud pública más efectivos y justos, y para empoderar a los individuos en la búsqueda de su bienestar integral. La adopción de este paradigma es crucial para enfrentar los desafíos de salud del siglo XXI y avanzar hacia una salud plena e integral para todos.

rafaelpazv@gmail.com

Bibliografía

Antonovsky, A. (1996). The salutogenic model as a theory to guide health promotion. Health Promotion International, 11(1), 11-18. https://doi.org/10.1093/heapro/11.1.11

Breilh, J. (2013). Epidemiología crítica: Ciencia emancipadora e interculturalidad. Lugar Editorial.

Canguilhem, G. (1966). El conocimiento de la vida. Anagrama.

Capra, F. (1996). The web of life: A new scientific understanding of living systems. Anchor Books.

Fricker, M. (2007). Epistemic injustice: Power and the ethics of knowing. Oxford University Press.

International Journal of Environmental Research and Public Health (2020). Participatory methods in health systems strengthening: Lessons from Latin America (Número especial). 17(15), 1-18.

Maturana, H. & Varela, F. (1972). De máquinas y seres vivos: Una teoría sobre la organización biológica. Editorial Universitaria.

Menéndez, E. (2009). Modelos de atención de los padecimientos: De exclusiones teóricas y articulaciones prácticas. CIESAS.

Nicolescu, B. (2008). Transdisciplinarity: Theory and practice. Hampton Press.

Organización Panamericana de la Salud (OPS/PAHO). (2018). Modelos de atención primaria en salud en América Latina: Hacia una salud universal efectiva. https://iris.paho.org

Santos, B. de S. (2006). Conocer desde el Sur: Para una cultura política emancipatoria. CLACSO.

Smith, L. T. (2012). Decolonizing methodologies: Research and indigenous peoples (2a ed.). Zed Books.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 617 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter