Mi abuela, la mujer que por sus años y naturaleza no encerró en su corazón odios, menos maldad en su alma.
Mi abuela, la anciana de cabellera de plata, prudente como toda india, que en su sangre española posee la fuerza de una incansable luchadora.
Mi abuela, la mestiza que pudo haber nacido en cualquier punto cardinal de mi patria, igual como las cientos de abuelas que forman una generación que pudo erradicar de esta tierra y en parte del continente, los prejuicios que otros, por su arrogancia, durante años sembraron, y hoy surgen como el pasto abonado
Mi abuela, tan lucida como siempre, habla aunque son sus ojos las verdaderas ventanas de su alma, donde podemos apreciar la angustia de un pueblo que no sabe, a ciencia cierta, a donde va, ya que la incertidumbre es el yugo de su propia libertad.
Cuantos de nosotros estamos atrapados entre nuestras propias contradicciones en querer avanzar, pero sin pasar por sobre los cadáveres de nuestros conciudadanos, menos de las instituciones que han hecho posible que mi bandera tenga hoy ocho estrellas; el escudo de mis pasiones y el botalón de proa para enfrentar un porvenir que tantos nos quieren robar.
Mi abuela me dijo “cuando todos pensemos que ir hacia delante es ir juntos con nuestras diferencias y similitudes, entonces esto se llamara Venezuela”. Y es que al parecer no todo vamos hacia adelante y quizás se deba a una ceguera ontológica (el no saber que no se sabe), donde una oposición esperando una celada, rezando por que las contradicciones del oficialismo, normal que se tengan en todo proceso, se agudice, al punto de convertirse en una angustia asfixiante.
Chávez posee su ¡le cinquiéme cavalier! Es decir, su quinto jinete que conspira contra él; siendo el primer jinete el norte y sus asociados apatridas en nuestra nación; el segundo la corrupción de un entorno adulador, que envuelve a Chávez como en una mortaja, haciéndole creer que es él, un hombre intolerante, cuando es todo lo contrario; el tercero son los incapaces que para justificar su mediocridad ven fantasmas por todas parte, cuando ellos son la quinta columna por su ineficiencia y cobardía; el cuarto la justicia con tribunales colapsados por su putrefacción y el quinto jinete el propio Chávez que no se desprende de sus aduladores, ni castiga la bochornosa impunidad.
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