Kintto Lucas
UNO
Luego de que la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE), siguiendo el camino de Ecuarunari (organización que reúne a los
pueblos de la nacionalidad kichwa), decidió remarcar su autonomía y la
independencia del gobierno, surgió la crítica de que esa posición era una
forma de estar adentro y afuera, ya que el Movimiento Pachakutik (fundado
por la CONAIE, otras organizaciones sociales y sindicales y hasta sectores
políticos organizados) igual mantiene sus ministros.
Esa crítica, sea por derecha o por izquierda, sea de políticos o
periodistas, demuestra que todavía no hay una comprensión clara del proceso
del movimiento indígena.
Cuando se planteó conformar una alianza de apoyo al coronel Lucio Gutiérrez,
quienes piensan a largo plazo, imaginaron un Frente Plurinacional que
integrara a organizaciones sociales y políticas. Imaginaron la confluencia
de distintos sectores progresistas, de izquierda o con algún atisbo
nacionalista en la lucha electoral. Imaginaron que eso podía ir más allá de
lo electoral y construir la unidad político-social a partir de la
diversidad. Imaginaron que no sería una alianza como cualquier otra, y que
la posibilidad firme de llegar al gobierno sería un aporte importante en un
proyecto de largo plazo. Nada más que eso. Nada revolucionario.
Quienes piensan sólo en el corto plazo creyeron que lo mejor era realizar
una alianza que ayudara a tener un buen número de diputados, ya que
Gutiérrez no pasaría del tercer puesto. Entonces se desdibujó la idea de
aquellos que miran más allá de su nariz y el acuerdo se transformó en una
alianza entre dos fuerzas políticas sin un proyecto común.
Tras el triunfo del coronel en la primera vuelta, la dirección de Pachakutik
no tuvo visión política, se desorientó y no supo encaminar el sentido de la
alianza. Con el triunfo en la segunda vuelta fue peor: en lugar de pelear
por el poder, peleó por cargos. Ese error ya lo había cometido al realizar
alianzas en elecciones anteriores. Es un error que se repite y muestra el
distanciamiento entre el movimiento social y el movimiento político, entre
el cortoplasismo y la mirada de largo alcance.
DOS
Ecuarunari primero y la CONAIE después, con una mirada de largo plazo
asumieron que el movimiento indígena como movimiento social no puede
subordinarse a un gobierno construido mediante una alianza de dos sectores
políticos en la que la esencia de lo social está ausente. Si lo hace corre
el riesgo de institucionalizarse y perder su objetivo. El movimiento social,
sea indígena, sea de mujeres, sea de jóvenes, no puede perder su camino, sus
reivindicaciones y su trabajo social por tener una participación secundaria
en un gobierno. Sea cual sea el gobierno. Sólo en un gobierno surgido de un
gran frente social y político, un gran frente plurinacional en el que lo
social y lo político caminan el mismo sendero, sería viable esa
participación. Lo que ocurre con el movimiento indígena en Ecuador, ocurre
con el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil donde el camino gubernamental
es mucho más claro.
Si mañana Pachakutik, producto de sus propios errores, se transforma en un
partido más, con algunos integrante que hablen kichua, y pierde el rumbo, no
puede arrastrar a la CONAIE o al Ecuarunari.
El movimiento sindical y la izquierda tradicional ecuatoriana son el mejor
ejemplo de lo que puede suceder cuando una organización social se subordina
a una organización política. Cuando no se sabe cuál es el sindicato y cuál
es el partido, los dos pierden el rumbo y terminan muriendo. El movimiento
indígena no puede perder el rumbo.
TRES
Pachakutik no tendría porque salir del gobierno si encamina su actuación.
Sin embargo, le sigue faltando lo principal: lineamientos políticos claros,
porque el proyecto político parece haberse escondido en algún rincón de la
burocracia.
Esa falta de claridad lleva a que ese movimiento se esté perdiendo en la
institucionalidad. Entre los números del Ministro de Finanzas Mauricio Pozo,
las letras del Ministros de Gobierno Mario Canesa (Mario para algunos), la
sonrisita de la Ministra de Comercio Exterior Ivonne Baki y la mediocridad
de unos cuantos.
No hay un proyecto político colectivo, tal vez puedan tenerlo algunas
personas o grupos organizados dentro de Pachakutik, pero no representan
necesariamente al conjunto.
El trabajo aislado de cada ministerio o instancia en la que está el
movimiento puede tener destaques importantes, pero no es parte de un
proyecto integrado, no es parte de una línea política que oriente la
actuación institucional y en otros ámbitos. Entonces vemos que la actuación
ministerial y a nivel de bloque parlamentario va la deriva como el propio
gobierno de Gutiérrez.
Mientras desde dentro del gobierno la derecha presiona por la privatización
petrolera y eléctrica, hay una arremetida para subir el gas, y Gutiérrez
desconcierta con sus decires sobre política internacional. Pachakutik parece
estar en el limbo. Para citar algunos ejemplos habría que mencionar que la
actuación ejemplar de Wilma Salgado en la Agencia de Garantías de Depósitos
no salva el desconcierto de Fernando Buendia como asesor en el Ministerio de
Finanzas pregonando la sensibilidad del FMI. La postura firme de algunos
diputados no salvaría el cuento de apoyar una carta del derechista Partido
Social Cristiano para Contralor de la Nación como han pretendido algunos al
impulsar a Fernando Castro dejando de lado a una persona reconocida por su
ética como Julio Cesar Trujillo.
La postura de la Ministra de Relaciones Exteriores, Nina Pacari, con su
trabajo hacia el multilateralismo y la integración sudamericana no salva el
error garrafal de proponer en el Grupo de Río una mediación de la ONU en el
conflicto colombiano. No porque la mediación en sí esté mal, sino porque el
momento político internacional es el errado. Hay que entender mejor la
realidad internacional antes de hacer propuestas de ese tipo
El Comité Ejecutivo de Pachakutik son dos personas que entre viaje y viaje
no pueden dirigir solas un movimiento tan diverso y en un momento tan
complicado como éste. Tal vez en otro momento no era un problema muy grande,
pero ahora lo es. El resto de los integrantes del comité ejecutivo son
funcionarios.
Hay quienes creen que una política de comunicación encarada profesionalmente
puede resaltar el trabajo de los ministerios de Pachakutik y dar coherencia
a la actuación institucional, y no se equivocan. Pero una política de
comunicación no puede suplantar a la política. Una política de comunicación
puede disfrazar la falta de política, pero no puede substituirla. Si
Pachakutik no se reestructura ya y reencuentra su camino ahora, puede perder
el rumbo definitivamente. Es urgente crear una comisión política o algún
organismo que dirija la actuación en el ámbito institucional y dé líneas
políticas a Pachakutik, con participación de gente de los diversos sectores
que integran ese movimiento, sin sectarismos. Y también es urgente atar
alianzas con otros sectores políticos de izquierda y organizaciones sociales
que están fuera de su influencia.
Gutiérrez, Pozo, Canesa (Mario para algunos), Arboleda (Ministro de Energía
y Minas) y Cía, pueden seguir el camino que quieran, pueden incluso perderse
en el camino, lo que no estaría mal, pero Pachakutik no debería caer en eso.
Ecuarunari tiene muy claro hacia dónde va, la CONAIE empezó a clarificarse,
Pachakutik todavía es una interrogante...
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Enviado por
Revista Koeyu Latinoamericano
Caracas, Venezuela
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