El San Carlos

El viejo cuartel, donde dejaron morir al Teniente de Navío Manuel Ponte Rodríguez, comandante de las FALN, hoy ha sido tomado por los exprisioneros y se está convirtiendo en un museo por la libertad, en una galería donde entre otras cosas están las fotos de los torturados, fusilados y desaparecidos de los años 60 y 70, pues aquí se inició la experimentación con prácticas de terror que luego culminaron en el Cono Sur y más frías y crueles, se extendieron por todo el continente.

Una gran rebelión sacudió al mundo y a todas las expresiones humanas: la música, la poesía, la novela, el canto, el teatro, la pintura, la acción armada. Un movimiento guerrillero que conmovió el pensamiento, la inspiración, la imaginación, la ensoñación, la bohemia, los cuarteles. Comprendimos que la patria era el mundo, un mundo injusto y decidimos tomar el cielo por asalto con nuestras manos, sueños, palabra, vida, sangre. En una apuesta total donde pusimos la vida sobre la mesa y ella se echó a andar por sabanas, montes, selvas, ríos, ciudades, reuniones internacionales, salones de jóvenes pintores, encuentros de jóvenes poetas, conciertos. Grito y desafío honestos, entrega total sin esperar nada a cambio.

García Márquez con Cien Años de Soledad, la Nueva Trova, Sartre, Lumunba, Vietnam, Cuba, Fidel, Mao, Ho Chi Ming, Luther King, el Che, Ernesto Cardenal, el Corno Emplumado.

El pasado jueves 31 en el San Carlos, nos reunimos más de 200 guerrilleros venidos de todo el país y los familiares de los caídos, para rendirle homenaje a Doña Rosa Soto, madre de Fernando y de Víctor, Madre Emblemática de Venezuela, que vive después de 102 años de lucha y entrega a la patria, y a todos los torturados, asesinados y desaparecidos de la IV República. Con lágrimas, pero sin amargura, con la esperanza en una lucha que continúa, cuyo final no veremos, pero hemos alcanzado a presentir.

Es el hilo de la vida, que sostiene, teje, entreteje, nos reúne y convoca pues solo ella existe, como tránsito por muchas etapas de perfeccionamiento espiritual. Ese día, pues, celebramos los vivos y los “muertos”.

Yolanda, hija del teniente Hurtado, muerto por la patria, me pidió este artículo. Aquí está como modesto homenaje a tu padre y a todos los que como él, donde quiera que estén, siguen soñando.


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Julio Escalona


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