Antes de empezar, quiero dejarle una reflexión a las tantas familias u hogares venezolanos que se han visto en el horroroso caso de padecer la pederastia contra sus menores hijos, sin que haya una denuncia pública que ponga al descubierto a estos condenables sacerdotes… ¿Temor? ¿Miedo? ¿No se atreven a denunciarlos? ¿Pavor al bochorno o escarnio público?
¿Cómo operan estos ignominiosos sacerdotes contra sus victimas?
Los clérigos, quienes usualmente contaban con la confianza de los laicos tenían contacto irrestricto con la gente a través de los vínculos parroquiales con las familias, a través de seminarios y otras instituciones manejadas por órdenes religiosas, incluyendo escuelas, orfanatos, hospitales y organizaciones de trabajo social. También estaban involucrados en cada aspecto de la vida de las familias que formaban parte de su comunidad: desde el bautizo de los infantes hasta la celebración semanal de la Misa desde dar la Primera Comunión a los niños hasta celebrar matrimonios y también funerales. En definitiva, la práctica de la fe católica implicaba tener una cercana relación o proximidad con los sacerdotes, y de hecho, acceso fácil a los niños.
¿Cómo salieron a la luz pública estos casos de pederastia?
Las primeras denuncias de los casos se dieron en su mayoría en EEUU, Irlanda, Reino Unido y España, y más reciente en Canadá, Méjico y Colombia. El informe John Jay encontró acusaciones contra 4.392 sacerdotes estadounidenses, que representaban cerca del 4% del clero de ese país. Los primeros casos de abuso sexual que fueron ampliamente publicitados tenían como víctimas a niños impúberes, siendo la mayoría de ellos varones. Aunque la mayoría de los casos se dieron en la década de 1990, hay reportes de casos de abuso sexual por parte del clero que datan entre 1960 y 1980, e incluso en siglos pasados, como lo evidencia la constitución apostólica Sacramentum Poenitentiae de 1741. Los hechos denunciados salieron a la luz, en muchos casos, años después de haberse producido los abusos. Estos casos fueron ampliamente divulgados por la prensa y revistas, recogiendo las declaraciones de las víctimas, tras un largo silencio, tras el cual acusaron además a la Iglesia Católica de haber silenciado el problema y encubierto a los responsables de estos delitos…
La arquidiócesis de Los Ángeles en fecha reciente aceptó pagar 660 millones de dólares a más de 500 victimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes de ese obispado, suma sin precedentes en el escándalo de pedofilia que afecta desde 2002 al clero católico de Estados Unidos. Bajo los términos del convenio, cada víctima recibirá más de un millón de dólares…
Siguen siendo noticias los aberrantes casos de sacerdotes católicos pederastas, que prevaliéndose de su condición de representantes de Cristo abusan sexualmente contra inocentes niños y adolescentes. Sin que haya una enérgica condena del tribunal eclesiástico por esos delitos –ya que solo ha habido impunidad y encubrimiento— a objeto de que se resarzan y se castiguen esos abominables actos y se haga creíble ante la feligresía, la sociedad y ante los tantos y tantos seguidores de la decadente iglesia católica, acciones judiciales y procesos condenatorios ciertos, contra desafueros y abusos cometidos por desviados sexuales vestidos de hábitos sacerdotales.
En Venezuela, es de todos sabidos, la protección que le brinda la Nunciatura Apostólica a un delincuente como lo es el estudiante Nixon Moreno, presunto violador de una funcionaria policial del estado Mérida. Esta impunidad, además de una falta de respeto a la moral venezolana”, viola flagrantemente el numeral 2 de la resolución sobre la Declaración de Asilo Territorial, adoptada por la Asamblea General de la ONU, ya que Moreno no es un perseguido político, sino un presunto violador y prófugo de la justicia venezolana.
¿Actuaron los Obispos como encubridores de los abusos sexuales?
Algunos obispos han sido muy criticados por desplazar a los sacerdotes criminales de parroquia en parroquia en vez de esforzarse en despojarlos de sus facultades. Muchas diócesis sometieron a los sacerdotes acusados de abuso sexual a tratamientos y evaluaciones psicoterapéuticas, tras las cuales podían reanudar sus actividades pastorales si los psicólogos o psiquiatras que los trataban le advertían al obispo que no había peligro de que se les reasigne a su labor. Asimismo, los obispos fueron criticados por actuar como meros "empresarios", quienes veían los casos de abuso como un asunto médico y disciplinario del sacerdote, y que estaban preocupados por mantener el tema en secreto con el objeto de lograr un manejo financiero y administrativo óptimo, en vez de preocuparse por los intereses de las víctimas.