La reforma en síntesis
Freddy J. Melo
freddyjmelo@yahoo.es
Una rápida ojeada sobre los más significativos beneficios que para Venezuela y su pueblo generarán las disposiciones contenidas en la propuesta presidencial de reforma de la carta magna, con los añadidos resultantes de la consulta popular, deja en claro que la virulencia del contraataque oposicionista toca los lindes de lo irracional y es pura expresión de renuncia a una política de principios. Veamos:
Se establecen mecanismos para garantizar la plena soberanía sobre todos los espacios y recursos exteriores e interiores terrestres, del subsuelo, acuáticos y aéreos; se reorganiza funcionalmente el territorio para superar los desequilibrios y viabilizar un desarrollo armonioso; se reafirma el derecho general a la asociación política democrática en términos de equidad y patriotismo; se abre una panoplia de medios de participación de los sectores populares antes excluidos en pro de una sociedad sin exclusión, opresión ni explotación, solidaria y plenamente democrática, emergente de los principios constitucionales fundamentales y reconocida con la denominación de socialismo bolivariano; se rodea de garantías y entorno humanizado el derecho y deber de trabajar, incluyendo la disminución de la jornada de trabajo, que se ha mantenido sin cambio a pesar de que la tasa de extracción de plusvalor se ha multiplicado; se reconoce y aprecia nuestra condición multiétnica y se estimula el despliegue de la pluri e interculturalidad de ella derivada; se promueve el desarrollo de una economía al servicio de las necesidades humanas, libre de latifundios y monopolios, fundada en la participación de la gente en términos de creciente justicia social mediante el florecimiento de diversos modos de gestión y tenencia de los medios de producción, para que adquieran propiedad quienes nunca la tuvieron y para que quienes siempre la han tenido no estén solos en el manejo de los recursos de todos; se da figura jurídica al Poder Popular, materia de la acción revolucionaria y de toda la estructura constitucional, asentándolo en los consejos, entidades y organizaciones de base; se crea la administración especial de las Misiones, expresiones del proceso de empoderamiento popular concebidas para rescatar a los excluidos; se adelanta una descentralización verdadera, profunda, enfocada en la comunidad; se reconoce la capacidad del pueblo, el soberano, para elegir cuantas veces quiera al líder en quien confíe; se reafirma la soberanía nacional sobre los recursos estratégicos, así como la política de desarrollo rural integral en pro de garantizar la seguridad alimentaria; se reorienta la acción del Banco Central en función del desarrollo general del país; se consolida el carácter patriótico, bolivariano, antimperialista y popular de la Fuerza Armada; se prescribe el derecho a una vivienda digna en un hábitat humano, y se fijan orientaciones para la defensa del ambiente; se garantiza la libertad de creación cultural y el derecho a la invención, producción y divulgación de la obra creativa de toda naturaleza; se reafirma la autonomía y se introduce la plena democracia en la gestión universitaria; se consolida la política de unidad latinoamericana trazada por el Libertador; se perfeccionan elementos técnico-jurídicos de la arquitectura constitucional.
Sintetizo aquí lo que me parece más importante, y me pregunto: ¿Puede un venezolano que lleve el gentilicio en la sangre, puede una persona con el espíritu de humanidad bien construido, puede alguien capaz de empinarse sobre la mezquindad y el egoísmo, puede en sana paz con su conciencia negar la necesidad de introducir estos cambios, minimizar o desconocer la importancia de ellos, o rechazarlos sin tomarse siquiera la molestia de conocerlos o considerarlos? Si lo hace, va mi convicción en este aserto, es porque no posee aquellos atributos. Y nuestro pueblo, que asume la reforma con amor y esperanza y se dispone a llevarla a la victoria, tiene toda la razón del mundo al repudiar a quien así se comporta.
freddyjmelo@yahoo.es