Guaraira Repano

(Sueño de amor y pertenencia)

Abre la transmisión la imagen del presidente Chávez en el cerro Ávila, a 2700 metros sobre el nivel del mar, con la visión total de Caracas que se puede contemplar desde ese privilegiado mirador. Al otro lado del cerro está el mar Caribe.

Este silencioso guardián del valle de Caracas es testigo de su historia, y por ello no puede haber mejor lugar para hacer una presentación de la Geometría del Poder, uno de los cinco motores aceleradores de la revolución anunciado por el presidente tras ganar las elecciones de diciembre.

Yo lo llamo “la revolución del espacio”, pues comienza por caer en cuenta y reconocer que no somos como nos enseñaron y nos habituamos a creer, solamente un territorio estático. Sino que además somos mar y cielo así como todos los secretos y riquezas que ellos guardan.

Es por tanto una dinamización del espacio omniabarcante, incluyente y continente, que según como se lo conciba, organice y use, impone condiciones relacionantes esclavizadoras o liberadoras a sus componentes o contenidos. Entre estratos de nubes que fluyen y acarician húmedamente tus mejillas, cubriendo de sutil neblina el paisaje, teniendo desde una de sus caras la ciudad y por la otra el mar, todo ese dinamismo resulta más evidente y plausible.

En todas las tradiciones siempre los dioses habitan en las inalcanzables y difícilmente respirables cimas de las cadenas montañosas, esas mismas que los aventureros de todos los tiempos se sienten retados a trepar, escalar y conquistar. Por mi parte cuando subí al impresionante tepuy Roraima, en la Gran Sabana, sentí ese poder y grandeza de contemplar entre nubes, abarcándolo, el mundo a mis pies.

Los indígenas habitantes del valle de Caracas llamaban al cerro Guaraira Repano, entre cuyos significados está “sierra grande y tierra de dantas”. Cuenta una leyenda que ofendieron a la diosa del mar y por ello una enorme ola avanzó sobre la tierra. Pero ante los ruegos de los arrepentidos habitantes, la diosa conmovida la congeló. Así fue como nació el cerro.

Por eso hoy está la propuesta de llamar a Caracas “la reina del Guaraira Repano”. Claro que a seres racionales como nosotros, aun cuando nos guste escuchar esas leyendas nos cuesta creer en tales supersticiones. Sin embargo dándonos cuenta o no vivimos tiempos muy extraños, donde la incredulidad amenaza desmoronar nuestras sólidas creencias. Voces e imágenes que hoy nos resultan incomprensibles, afloran desde la memoria profunda compitiendo con los medios de comunicación por nuestro espacio visual y auditivo

Hoy circula por el mundo por ejemplo la noticia de que al soldado que asesinó al Ché Guevara le devolvió la vista una misión de médicos cubanos, ¿no les parece un extraño giro o recurrencia del tiempo sobre si mismo? En el programa Aló presidente se presenta un video de los primeros indígenas, ancianos y discapacitados venezolanos que realizan turismo internacional gratuito, volando por avión a visitar y conocer Cuba.

Están presentes en Aló presidente más de cien indigentes que hoy se han recuperado de las drogas y el alcohol gracias a la Misión Negra Hipólita, ahora ellos mismos brindan ayuda para recuperar a sus antiguos compañeros. También está presente una misión cubana que realizó en su país un censo de niños, ancianos y discapacitados para darles atención prioritaria, para hacerles disponibles todo lo que puedan necesitar para sentirse incluidos socialmente y realizarse.

Ahora vienen por propia voluntad a Venezuela a compartir todo lo que aprendieron y realizar la misma tarea humanitaria. Son los Consejos Comunales los que participan y los guían para que conozcan las necesidades de cada localidad. ¿No les parece un cuento un poco extraño en las épocas de creciente inhumanidad y escepticismo que nos toca hoy vivir, donde los agoreros del desastre anuncian gozosamente entre orgasmos de placer el fin de la historia y el mundo?

Cuando oigo hablar de la geometría del poder, de la dinámica del espacio y el tiempo, no puedo evitar que la imaginación me lleve en sus alas a aquellos tiempos de nuestros precursores autóctonos. Entonces veo que todo era exuberante naturaleza, tierra, agua, aire y fuego. Donde el ser humano se sentía en su hogar. Aún sigue siéndolo necesariamente bajo el cemento y la contaminación. Bajo la alienación de la conciencia epocal.

Entonces si queremos comprender lo bueno y lo malo de nuestras monstruosas ciudades en que los seres humanos en entrecortadas respiraciones nos apretujamos, debiéramos comenzar por visualizar y reconocer primero que en lugar de llamarlas ciudades, viviendas o fábricas, deberíamos llamarlas acción y poder humano de construir, edificar, sostener.

Acción y poder que no puede ser separado ni alienado del actor, artista, científico, creador. Se dice que los seres humanos viven sobre la geografía, habitan dentro de viviendas, se organizan en comunas. ¿Dónde queda el ser humano, cuándo aparece entonces? ¿Siempre al final como último orejón del tarro? Yo diría que esa es una concepción demasiado pasiva aún.

Más bien el ser humano organiza y ve imágenes cada vez más complejas del mundo, estructurales con la concepción de si mismo en relación, con su personalidad. Es el ser humano quien se siente incluido o excluido socialmente, experimentando pertenencia o alienación de su paisaje natural, organizando, intencionando y actuando en consecuencia

Diría que más que habitar en viviendas, manifiesta la calidez del espacio inclusivo o familiar que siente su hogar. La historia no es entonces sino el fruto en formas de ese espacio íntimo. Si no reconocemos la precedencia del ser humano en todas sus manifestaciones, ¿entonces de qué hablamos cuando decimos de convertirlo en centro de todo modelo económico y social?

¿Será que concebimos un cuerpo, un estómago que cual pozo sin fondo en el que moran prediluvianas y semidivinas bestias, hay que alimentar cual sacrificio todos y cada día? ¿Será que pensamos en objetos, bienes, alimentos, servicios que vienen hacia el ser humano así como antes se alejaron o le fueron expropiados? Pero entonces le continuamos expropiando su rol de actor, seguimos tercamente sin reconocer que él es motor y movimiento de todo.

Y si aún creemos en esas concepciones arcaicas, supersticiosas, zoológicas y cosificadas del ser humano, díganme entonces uds. dónde están ahora los alienados de todos los tiempos que creyeron que matarían con el Ché por enésima vez las humanas aspiraciones. Díganme quién o qué era, donde vivía esa también humana aspiración de todos los tiempos, que se personalizó como Ernesto Guevara en ese espacio-tiempo preciso.

Explíquenme por favor como es que unas acciones solo siembran parálisis y muerte, partiendo cual explosivo big-bang al ser humano y al espacio que habita, generando separatismo y exclusión. Mientras otras siembran vida y renacen multiplicando la generosa simiente, incluyendo, religando o unificando el espacio y sus contenidos alienados, fracturados.

Yo preferiría decir entonces que el ser humano es el alfa y omega, principio y fin de todo. Su sentida intimidad concibe en formas un hogar, su hospitalidad concibe la convivencia familiar, su espacialidad inclusiva concibe la igualdad y justicia de relaciones con su entorno natural y social. Es así como va organizando convivencias y construyendo los espacios geográficos y políticos de comunicación y habitación en que todo ello sea posible.

Claro que no nacemos sabiendo darle forma precisa a lo que sentimos, no tenemos precisa conciencia de lo que somos. Bien podríamos decir que nos descubrimos y reconocemos en el intento de manifestarnos en nuestro entorno, ocasionándonos en nuestra ignorancia muto sufrimiento. Así entre fracasos y aciertos, vamos caminando hacia el destino histórico presentido de la plena relación, sin importar que nombre le demos situacionalmente.

En sencillo la acción generosa, solidaria, es igualadora y liberadora, justa. Tiende a hacer el afuera a imagen y semejanza del adentro. Mientras que la acción egoísta, posesiva, tiende a paralizar el dinamismo de lo viviente, a “estatizar” la efervescente multiplicidad y simultaneidad de la movilidad social. A diferenciar, excluir, separar, determinar, condicionar toda espontaneidad viva para sujetarla a la autoridad centralizada. Tiende a contradiccionar el adentro con el afuera sin posibilitar jamás su encuentro.

Así es como el presidente nos ilustra que la reforma constitucional hará posible que todas las zonas estatales y nacionales, de la vieja división política heredada, deprimidas por ser periféricas, fronterizas, alejadas de los centros de poder y por ello excluidas de todo adelanto y bienestar, podrán ser ahora tratadas como municipios o distritos federales funcionales.

Quedarían así a cargo del poder nacional para acelerar su desarrollo equilibrándolo con el de todas las demás, sin por ello afectar para nada las facultades de los representantes zonales electos. Por el contrario les aportaría recursos y ayuda extra de la cual ahora no disponen. Pero claro, esto resulta contraproducente e incomprensible para quienes son motivados por ambiciones de poder y beneficios personales, y no entienden más que de separaciones y conflictos. O es tuyo o es mío, que sea del mejor, pero ambos no cabemos en el mundo.

Por eso nuevamente nos toca preguntar, ¿quién es el que ve y actúa inclusiva y generosamente o ambiciosa, exclusiva y egoístamente? La respuesta una vez más será que el ser humano es quien ve y organiza su espacio según siente pertenencia y unidad o alienación y división, soledad, separación. ¿O acaso ven uds. fronteras o exclusiones de algún tipo en el mundo natural y sus funciones, el sol, el aire, el agua, la tierra?

La personalidad no es sino la organización de información de los sentidos que hace una conciencia que se siente alienada de su hábitat natural, solitaria y separada de su hábitat histórico social. O por el contrario amplia y estrechamente ligada y sostenida por su entorno. Casi casi me atrevería a decir que quien se siente desde el vientre cálidamente abrazado y contenido por su madre, hogar y mundo, ha de organizar espontáneamente una mirada inclusiva, solidaria, ha de compartir sin pensar aquello de lo que dispone, y no aspirará a apropiarse de nada para completar sus carencias de afecto y sentirse seguro.

Ha de sentirse confiadamente abierto al mundo, por lo cual no siente la necesidad compulsiva de organizar su información cual personalidad defensiva, adquisitiva. No ha de experimentar la necesidad de asegurar su presente previniendo temerosamente fantasmales futuros, que lo hacen presentir en cada ser viviente una amenaza, peligro, un enemigo.

Lógicamente quien en sus afiebrados temores se cierra preventivamente ante el temido mundo, luego por mucho que lo intente no podrá confiar en alguien, expresarle su amor, recibir el ajeno. Pues sus emociones se han paralizado, congelado, cristalizado, y operan cual acerada piel protectora. Por lo cual surgen todos esos mecanismos sadomasoquistas sustitutivos.

En otras palabras, las personalidades como la piel que cubre el cuerpo, son caminos o herramientas, membranas osmóticas que posibilitan, facilitan o dificultan, impiden una plena relación. Es la conciencia quien siente y organiza el espacio con profundidad, amplitud y riqueza, o como estrecha y asfixiante carencia periférica.

Un ejemplo claro de ello lo tenemos en el vano intento de descalificar la imagen del Ché que en lugar de morir se multiplica por millones. En los medios masivos de comunicación lo trataron como un vulgar aventurero y terrorista, un vagabundo muerto de hambre que conseguía ocasionales trabajos. El andaba perdido por el mundo hasta que Fidel lo encantó con su verborrea y se encontró metido en el Granma.

Lo cual no es para nada diferente en esencia del cuento de la oposición en Venezuela, de que se quitará la propiedad privada que es un derecho supraconstitucional. Por tanto se están atacando las libertades y menoscabando los móviles a la sana ganancia, afectando más que nada a los pobres, a los que no tienen.

¿Habráse oído alguna vez sobre la tierra mayor estupidez? En primer lugar la propiedad privada está explícitamente refrendada en múltiples artículos. Explíquenme por favor que es algo supraconstitucional. ¿Divino? ¿Prehumano? ¿Será entonces simiesco o prehomínido? ¿O tal vez extraterreno?

Díganme por Dios cuando es que los pobres vamos finalmente a recibir nuestro pedazo de torta. Porque hace 5 o diez mil años que nos hacen el mismo cuento, antes con designios, castigos de Dios o tentaciones del diablo, ahora con el lento goteo de riquezas que finalmente nos salpicará.

Y si el socialismo no sirve para nada y jamás ha triunfado, que me expliquen por favor quien es que nos explota y esclaviza. Que dejen de protegernos de futuros males, de preocuparse porque salgamos de Guatemala para meternos en Guatepeor, y nos den mejor de una vez lo nuestro, lo que no nos dieron durante los 40 años que gobernaron.

En cuanto a lo de sucios aventureros, hippies y antisociales, ¿qué más puedes hacer dentro de un modelo social agotado e inhumano que aprieta la cuerda contra tu cuello cada vez más? ¿Soñar bellos paisajes celestiales posmortem? ¿Lamer las botas de militares y ricos? ¿Suplicar unas migajas de las sobras del banquete? ¿Rogar por un trabajo?

¡Claro que les gustaría ese supersticioso servilismo! Por eso en su intolerancia no soportaron ni supieron qué hacer con una generación hippie, que despreció el mundo que le ofrecían porque no sentía el menor interés por el. Prefirieron mandarlos a la guerra con sus colores, canciones y su hagamos el amor, para que se animalizaran y no pensaran.

Tampoco soportaron que la generosidad de un sensible e inquieto corazón lo llevara a recorrer el mundo preguntándose por qué estaban así las cosas, analizando posibles motivos y soluciones. Menos soportaron que sus conclusiones lo llevaran a la acción, intentando acertadamente o no aliviar el sufrimiento de sus congéneres.

¿Cómo podrían entenderlo y soportarlo? ¿Acaso la miseria de corazón concibió, creó o aportó alguna vez algo nuevo a la humanidad? ¿Podrían siquiera entonces sospechar la posibilidad de un nuevo mundo que el corazón humano anhela y presiente cercano? Ellos solo han sabido engañar, calumniar y aprovecharse de lo que crean y hacen los corazones generosos.

Si por ellos fuera aún estaríamos en la época de piedra. Para la absoluta estupidez solo les faltaría preguntar de qué nos quejamos, cuando gracias a ellos todos los pobres somos terratenientes explotadores. Es decir tenemos manos y uñas llenas de tierra, o tal vez porque la única esperanza de que terminen nuestras penas es bajo tierra.

Pero aunque no sabemos cómo, de dónde ni por qué, extrañas e inesperadas flores brotan en medio del desierto, su fragancia y colorido nos produce estimulantes efectos. Los supuestamente muertos renacen con fuerza inaudita, multiplicándose en las conciencias como si emanaran de ese espacio y esa fragancia intangibles. Como si el sacrificio de amor y generosidad fuese la simiente que no conoce limitaciones de tiempos.


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Michel Balivo y J. Kalvellido


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