Mi primer contacto con este señor fue a principios del 2003. Los días del paro-golpe ya eran historia. En un escrito publicado en la prensa este “doctor” defendía la legalidad del paro y argumentaba en contra de los despidos en la empresa petrolera.

En una corta nota a su correo electrónico le expresé mi desacuerdo. Mis argumentos fueron bien sencillos.

Primero, tumbar gobierno no es un derecho laboral. Segundo, con la seguridad y la estabilidad económica del país en juego, cualquier gobierno responsable hubiese reemplazado a los trabajadores petroleros. Pero primero había que despedir a los que no querían trabajar…

A pesar de que había firmado el correo con mi nombre y apellido, como respuesta recibí una nota donde el señor me pedía que me “identificara”. Se refería a que le diera al menos una idea de mi estatus socio-económico. Por lo general, los “intelectuales” de la oposición no hablan con “cualquiera”.

Le dije que era venezolano, ingeniero y casado. Aparentemente esto le pareció suficiente como para dedicarme unos minutos de su valioso tiempo.

Por supuesto, me habló de la glorificada meritocracia. Me dijo que, “la gente que sabe es la que debe manejar la empresa”. Le contesté que no necesariamente. Si la gente que “sabe” tiene grietas éticas y fisuras en sus valores fundamentales, poco importa si “saben”. En cualquier país del mundo es un delito sabotear las computadoras de una empresa, por ejemplo. Luego me habló del sacrificio que estos “héroes” habían consumado por la patria. Le dije que no se podía llamar sacrificio el lanzarse a un paro laboral cobrando salario.

Aquí tiró la toalla y me dijo que lamentablemente no nos íbamos a poner de acuerdo pero que nos mantuviéramos en contacto. Así hicimos…

Años después escuché una entrevista que le hacían en una radio de Washington. Los entrevistadores lo llamaban “doctor”. Aunque no lo es, le fascina que lo llamen “doctor”. Nunca hizo intentos para que rectificaran el error. Llamé personalmente a la radio y le comuniqué al que atendió que el “mister” que estaban entrevistando no era ningún doctor. Mas tarde el “doctor” diagnosticó que yo estaba obsesionado. Quizás… Tal vez… Mi papá siempre hablaba mucho de honestidad e integridad.

El caso es que recientemente me enteré que este señor andaba de gira embarcado en lo que él llamaba “una cruzada anti-Chávez en América Latina”. Le pregunté quien la financiaba y, quizás agobiado por el peso de conciencia, me pidió que “respetara”.

La pregunta era válida y eventualmente el mismo peregrino confesó:

“Mi viaje esta financiado por el Instituto CATO de Washington DC, organización privada muy prestigiosa que se alimenta de donaciones del sector privado, unos 20 millones de dólares al año. El gobierno no financia mi viaje como lo hizo el gobierno de Chávez con el infeliz Mundaraín cuando estuvo en Washington. Aprenda a respetar a la gente decente Cequea. Además en cada ciudad donde llego me esperan fundaciones independientes, la fundación Atlas, Libertad y desarrollo, Libertad y Democracia, etc.”

Al menos el “infeliz” de Mundaraín fue pagado por su propio gobierno y para que lo defendiera.

Triste es la posición de este “feliz” viajero que se lanza a una gira en contra de su país, financiada por una organización extranjera que “no acepta fondos gubernamentales para mantener una postura independiente”.

El compañero de viaje de nuestro “compatriota” fue nada más y nada menos que el Coordinador de Proyectos para América Latina del CATO Institute.



¿Proyecto? ¿Cuál proyecto?

El caso es que la cruzada de Coronel coincidió con una intensificación de las acciones de la oposición “por la libertad y la democracia” en Venezuela, con el “salvaje” ataque de “hordas chavistas” a un “joven estudiante” y con Bush básicamente declarándole la guerra a Cuba.

El “timing” de la “cruzada” de este luchador meritocrático no puede pasar desapercibida. Todo parece ser parte de un proyecto mayor…

Muchos trabajan para “proyectos mayores” sin saberlo.

En este caso, sin embargo, Coronel debe saberlo. Más sabe el diablo por viejo…


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P. D.: http://www.elcato.org/node/2833