Viendo los recientes acontecimientos acaecidos en el Pedagógico de Caracas, doy las gracias a Dios que puedo expresar mi opinión en este espacio y que lo que diga aquí es sin perseguir algún interés, ya sea de tipo económico o político. Simplemente analizo la situación y ese análisis se los presento.
El anterior comentario surge de la reflexión que me quedó de los enfrentamientos que dejan mucho que desear entre los estudiantes tanto del oficialismo como de la oposición en el foro realizado en la citada institución educativa. Dos polos opuestos y sesgados. Es evidente que ellos sí están movidos por algún beneficio que los hace actuar irracionalmente con tal de conseguir un desgastado protagonismo, el cual, desde ahora, si su meta es una carrera política, con mucha probabilidad la vía que escogieron no los ayudará a avanzar más allá de la orillita.
Se resume en acentuar el escenario de intolerancia.
Cuando hablo de falta de tolerancia, me refiero a que no es posible que ningún artículo de La Constitución que está en proceso de reforma sea para bien. Eso es absurdo. De hecho, el director de ÚN, el analista político Eleazar Díaz Rangel, en su columna publicada los domingos, presentó un comentario de algunos artículos que son positivos para la mayoría de los venezolanos.
De igual modo, es insólito que la modificación de todos los parágrafos constitucionales constituya un tiro al piso, un acierto total. Entonces, ambos extremos son en idéntica proporción negativos.
En ese loco contexto, Venezuela por más buenas relaciones que tenga con Cuba, no tiene un mismo gobierno con aquel país, ni tampoco ambas naciones son una sola, sólo en amistad. Por consiguiente, el socialismo que se está implantando en la tierra de Bolívar no será ni parecido al de allá. Si acaso uno que otro aspecto lo tomará de aquél como lo podría tomar, en igual grado, de Francia, España o de la Cochinchina. Esto lo digo sin buscar expresar, encubiertamente o directamente, un comentario despectivo hacia la patria de Martí, sino porque debemos estar abiertos al mundo para recibir lo que puede resultar acertado para nuestra economía, política, educación o seguridad social.
En pasados días, en la mañana, tempranito, en la radio, escuché el programa de César Miguel Rondón. Tuve la oportunidad de oír ahí una breve entrevista que el referido periodista le hizo al ex director del Banco Central de Venezuela, Domingo Maza Zavala.
Quedé muy satisfecha con las palabras de este personaje por su visión objetiva de la situación del país.
Parafraseando la idea de Maza Zavala, él señalaba que el venezolano común no puede aceptar ese socialismo tal como se le está imponiendo porque, con todas las necesidades que él pueda tener, está acostumbrado a trabajar y gastar su dinero como le venga en gana, por cierto, según el modelo capitalista. Esa mentalidad no se podrá cambiar así na’ más.
Además, Maza manifestó que en Venezuela existe una ausencia de políticas económicas para aprovechar los ingresos del petróleo, que se va por la borda, por más duro que suene, debido al gasto público. En el presente, salir a la calle a comprar lo básico es una guerra a muerte para rendir los reales.
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