La posición conspirativa de Globovisión se está reeditando al igual que en abril de 2002 y en las navidades de ese mismo año. La postura de Globovisión de generar odio se ha desatado y está creciendo virulentamente.
Resulta inaudito, que estos señores sigan de manera impune haciendo llamados a la violencia; llamando violentos a los pacíficos y pacíficos a los violentos.
Es hora que el presidente cumpla su palabra de no ser más permisivo con este partido político con fachada de medio de comunicación.
En innumerables alocuciones públicas; en distintos programas del Aló Presidente, el comandante ha reiterado su amenaza con cerrar a este canal. Pues bien, es hora que se pase de la amenaza, a la concreción.
Todos recordamos hace dos años cuando un grupo de estudiantes revolucionarios pagaron con prisión su osadía por derribar una estatua del primer invasor de tierras americanas: Cristóbal Colón.
No obstante, nuestros inefables estudiantes del movimiento estudiantil burgués, se dan el caché de destruir las principales avenidas de la ciudad capital; cual fieras energúmenas; agrediendo a la policía; con intentos piromaníacos; y todo, recogido y auspiciado por el lente de la cámara de Globovisión para que no quede duda de sus actos vandálicos; sin embargo, ninguna autoridad constituida osa, hacer una imputación, ni mucho menos encarcelar por estos delitos en pleno desarrollo, a estos delincuentes.
Es tiempo entonces, que el presidente haga honor a su palabra. Es hora, indistintamente del precio que ello pueda representar, que se proceda al cierre y revocación de la concesión de la señal fascista de este inmundo canal de televisión que conspira, en señal abierta, las 24 horas del día, en contra de un gobierno legítimamente constituido y en contra de la paz del pueblo venezolano. Caso contrario, señor Presidente, usted tendrá que recoger sus palabras y hacer lo mismo que en una ocasión le recomendara a Miguel Enrique Otero, propietario del pasquín El Nazional en la avenida Bolívar:
Agarre la ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión; dóblela, pero bien doblada para que no le moleste y luego, métasela en el bolsillo trasero; porque la ley, señor Presidente, sólo sirve para que estos conspiradores de Globovisión se defequen sobre ella todos los días, los trescientos sesenta y cinco días del año.
¡Presidente, si tiene oídos, oiga y si tiene bolas, hágalo!
