Indudablemente que las candidaturas a gobernaciones anunciadas, por parte del ciudadano Presidente, en los Estados Zulia, Miranda, Anzoátegui y Carabobo unas semanas atrás, conmocionaron la opinión pública nacional; no sólo por los nombres que se postularon para esas entidades, sino porque cayó como baño de agua fría en una oposición que tiene centrado todo su interés en el cada vez más lejano referéndum revocatorio presidencial.
Si bien los nombres de Tarek William Saab; Diosdado Cabello Rondón y Eliécer Otaiza suenan a confianza y lealtad para el proceso, no sucede lo mismo en el caso del Alcalde de la Ciudad de Maracaibo, Jean Carlo Dimartino.
Para refrescar la memoria política reciente e ilustrar a otros correvolucionarios que no habitan en estos lares zulianos, es necesario recordar la manera cómo Dimartino asume la Alcaldía de Maracaibo.
Para las elecciones presidenciales de 1998, el gobernador del Estado Zulia era el lamentablemente disidente y traidor, Comandante, Francisco Arias Cárdenas, quien salta la talanquera en febrero de 2000, cuando anuncia su alejamiento del Presidente y decide renunciar, posteriormente, a la relegitimación como Gobernador del Estado Zulia pasando a confrontar a Hugo Chávez por la Presidencia de la República y cuyo desenlace conocemos todos los venezolanos.
El abandono de la Gobernación del Estado por parte de Arias, permite que el golpista Manuel Rosales, firmante del acta de defunción de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela el 12 de Abril de 2002 (en mala hora gobernador de nuestro Estado) quien venía de realizar una gestión en la Alcaldía de Maracaibo que podemos catalogar de buena para los sectores acaudalados, por supuesto, hacia donde volcó todas sus obras, se colara en la gobernación aprovechando el liderazgo gris que mantenía y aún mantiene el MVR en el Zulia y cuyo candidato para la gobernación, en esa oportunidad, fue el Capitán Durán Centeno, un desconocido en la región y anticarismático.
De igual manera y por la falta de liderazgo del MVR en el Zulia, se filtra la candidatura de Jean Carlo Dimartino para la Alcaldía de Maracaibo, de la mano del partido “Un Nuevo Tiempo” de Manuel Rosales, convirtiéndose, de esta manera, en el Burgomaestre de la capital de la Tierra del Sol Amada.
Pero, ¿por qué decimos que esta candidatura promovida por parte del Presidente Chávez, en la persona de Jean Carlo Dimartino no es merecedora de confianza?
La gestión de Dimartino como Alcalde no ha diferido en estilo a la de Rosales, gobernando sólo para la clase alta, hacia donde ha dirigido toda su atención, descuidando los sectores populares de Maracaibo.
La policía municipal, por ejemplo, sólo patrulla sectores acaudalados; cuidando sus bienes, muy al estilo de las policías de Chacao, Baruta, el Hatillo etc.
Este abandono hacia las parroquias populares, ha sido aprovechado por la oposición, respaldándose en las quejas de estas por la falta de atención a sus problemas de parte del Mayordomo de la ciudad, y por eso han llegado a impulsar y hasta apoyar, la creación de un nuevo Municipio: “Maracaibo Oeste”, todo producto de su mala gestión.
Por otro lado, su “guabineo” en aceptar la postulación propuesta por el Presidente quien, en su Magnanimidad, lo ha honrado en levantarle el brazo y proponerlo a tan importante cargo, honor este que no merece, lo convierte en sospechoso y desmerecedor de la confianza del pueblo Chavista.
Da la impresión que a Dimartino le preocupa que se le asocie con la Revolución Chavista. De eso no tenemos la menor duda. Lo niega cada vez que puede. Él, teme al desprecio de los sectores oligarcas en donde se ha movido en los últimos años y con quienes retoza. Sería un costo muy alto casarse con un proceso que es para los más desasistidos. El olor a sábila de los pobres le estorbaría.
Dimartino no quiere esta candidatura; prefiere quedarse en la Alcaldía; esperando mejores tiempos dirá él; jugando al golpe y cuida; revoleteando entre escuálidos y revolucionarios pero siempre al golpe y cuida y con hombres como estos, no se puede contar dentro de un proceso revolucionario en que, “pa´amanecer, no hacen falta gallinas, sino cantar de gallos”…. ¡CARAJO!
(*)Médico
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