He venido diciendo que la victoria electoral de la oposición el 2 de diciembre es de piernas cortas pues está edificada sobre la mentira. Y si bien en los numerosos artículos que escribí sobre la propuesta presidencial me referí a las descaradas falsedades y el carácter mendaz del discurso opositor, creo pertinente volver sobre el asunto por tres principales razones. La primera, porque la propuesta sigue en pie para el pueblo todo, como lo ha proclamado el Presidente; la segunda, porque es preciso ir con la palabra, las manos y el corazón solidarios, y a ello deseo sumar mi modestísimo aporte, en busca del sector chavista que fue goebbelsianamente neutralizado; la tercera, porque los mentirosos siguen inamovibles con su mensaje mercenario y están ahora urdiendo embelecos, vistiendo piel de ovejas y maromeando candideces.
Debemos lanzarnos a los barrios, carta magna y proyecto de reforma en ristre, para hacer lo que el triunfalismo nos frustró. Los artículos constitucionales fundamentales garantizan la democracia con todos sus atributos, blindan contra cualquier intento de desviación dictatorial y contienen los rasgos germinales del socialismo bolivariano; los propuestos para reforma sólo requieren la simple lectura y una pequeña reflexión para revelar sus bondades y dejar al descubierto las mentiras: al revés de lo que afirma la contra, se busca superar los desequilibrios de estados y municipios sin tocar la estructura político-territorial; consolidar el derecho de asociación política y en ningún caso marchar hacia un pensamiento único; reconocer a las asambleas de ciudadanos y ciudadanas la facultad de nombrar y revocar los consejos y organizaciones diversas del Poder Popular, jamás a un dedo designador; crear una administración especial de las Misiones, sin perjudicar la unidad administrativa del Estado; descentralizar directamente hacia el pueblo, no hacia instancias intermedias; asentar el derecho soberano del colectivo de elegir cuantas veces quiera al líder en quien confíe, nunca abrir cauce a la permanencia indefinida de un caudillo; posibilitar la gestión económica a toda la población, sin entrabar a los grupos dominantes tradicionales y únicamente vedándoles los latifundios, los monopolios y la exclusividad; echar bases orientadas a crear socialmente propiedad sobre medios de producción para quienes nunca la tuvieron, sin desmejorar a quienes siempre la han tenido y sólo exigiendo que sea de procedencia legítima; corresponsabilizar al Banco Central en las tareas nacionales de desarrollo, sin eliminar su competencia técnica en materia monetaria, cambiaria y financiera; y en fin, cortando aquí, pues no es posible cubrir todo y ya hemos visto lo fundamental, introducir cambios profundamente democratizadores en la Fuerza Armada, la gestión ambiental, la obra de creación intelectual, las universidades nacionales, el derecho electoral y otros campos, exactamente lo contrario de lo que la oposición dice.
Debemos, según lo que parece opinión mayoritaria entre los aspirantes al PSUV, culminar la construcción del partido, forjar una dirección colectiva, generar un sistema nacional de educación político-ideológica y un complejo comunicacional efectivo, coadyuvar a la creación de las organizaciones del Poder Popular y, junto con ellas, estimular, controlar y exigir a las instituciones gubernamentales eficacia y eficiencia, idear y aplicar mecanismos de lucha contra la corrupción y el burocratismo e impulsar medidas conducentes a la transformación revolucionaria del Estado.
Debemos practicar la máxima de signo estratégico según la cual es preciso neutralizar a quienes sean neutralizables y ganar a quienes se pueda ganar.
freddyjmelo@yahoo.es