Recordatorio del Nacimiento de Jesús El Cristo

Hoy 24 de diciembre es un día sagrado, el día en que nació Jesús. Él se anunció como el mensajero de Dios. En realidad, todos los humanos nacen como mensajeros de Dios, su poder y su gloria. Nadie ha encarnado simplemente para comer y satisfacer sus sentidos. La vida humana es mucho más valiosa que eso. Es por eso que la capacidad de apreciar la belleza, la verdad y la bondad sólo ha sido otorgada al hombre.

Las existencias de las grandes santidades son vividas con el fin de establecer el bienestar de la humanidad, la prosperidad y paz del mundo y la liberación individual de la esclavitud por los deseos y pasiones sensuales. Esto se comprueba en los extraños fenómenos que ocurren al momento de su advenimiento.

Se cree que cuando Cristo nació, hubo tales manifestaciones. El rey había ordenado un censo y cada uno tenía que registrarse en su propio pueblo. María y su esposo iban por el camino que llevaba a su pueblo natal. María estaba encinta y los dolores empezaron a mitad del camino y como no conocían a nadie en la aldea por donde pasaban, se refugiaron en un establo. José la acomodó en el espacio que había entre dos vacas y salió a medianoche en busca de alguna mujer que pudiera ayudarlo. Pero de pronto, oyó el grito del niño.

Y la historia dice, había una estrella en el cielo que cayó con una nueva luz, y esto guió a algunos tibetanos y a otros al lugar donde nació el Salvador. Esta historia es leída y tomada como cierta por muchos: aunque las estrellas no caen ni siquiera se deslizan tan súbitamente. Lo que la historia significa es esto. Había una enorme aura de esplendor que iluminaba el cielo por encima de la aldea donde nació Cristo. Eso significa que había nacido aquel que iba a vencer la oscuridad del mal y la ignorancia, el que iba a difundir la luz del amor en el corazón del hombre y en los dirigentes de la humanidad. La aparición del resplandor y de otros signos para anunciar la era que se ha iniciado son naturales cuando se presentan las encarnaciones en la Tierra. Jesús habría de hacer añicos la oscuridad que había envuelto al mundo y el aura de luz era una señal que anunciaba el acontecimiento. Los maestros llegan en respuesta a la plegaria del hombre, “guíanos de la oscuridad hacia la luz”.

Este día de Navidad, cuando celebramos el nacimiento de Cristo, es conveniente llevar una vida de servicio amoroso al débil, al desvalido, al olvidado, al angustiado, al desconsolado. Cultivemos la tolerancia y paciencia, caridad y magnanimidad. Atesoremos los ideales que Él estableció y practiquémoslos en la vida cotidiana.

Jesús, que se anunció a sí mismo como mensajero de Dios, a través del florecimiento de la Divinidad y la expansión de la compasión y el servicio, evolucionó (en conciencia) hasta una etapa cuando se declaró como el Hijo de Dios; finalmente se elevó hasta la posición de ‘Yo y Mi Padre somos Uno’.

Cuando Jesús declaró que él era el Hijo de Dios, llegó a tener derecho a la majestad y el poder paternos, los cuales sólo se pueden reclamar cuando se han adquirido las cualidades que el Padre tiene. Como resultado él logra la unión, que lo lleva a declarar: ‘Yo y Mi Padre somos Uno’. Las escrituras dicen: El que conoce a Dios se vuelve Dios.

Jesús fue un maestro que nació con un propósito: restablecer el amor, la caridad y la compasión en el corazón del hombre. No tenía ningún apego al yo, nunca le prestó atención a la tristeza o al dolor, a la alegría o a la ganancia; tenía un corazón que respondía al llamado de la angustia. Anduvo por la Tierra predicando la lección del amor. Su vida fue una ofrenda por la elevación de la humanidad.

Como la mayoría de los buscadores, Jesús primero buscó a la Divinidad en el mundo objetivo, pero pronto se dio cuenta de que la naturaleza es un cuadro caleidoscópico creado por la propia imaginación, y buscó a Dios dentro de sí. Su estadía en los monasterios de los Himalayas, en Kashmir y otros centros de ascetismo e indagación filosófica de Oriente, expandió su conciencia. Después de regresar del Oriente, su afirmación de que era un mensajero de Dios cambió a la de que era el hijo de Dios.

Jesús vivió tres etapas que pueden describirse como: ‘Yo estoy en la luz, la luz está en Mí y Yo soy la luz’.

joseagapo@cantv.net




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José Agapito Ramírez


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