La convivencia pacífica permite que el pueblo madure, crezca y pueda construir la voluntad de una mayoría a favor de la justicia y la democracia contra la explotación y la dominación.
El deseo del pueblo venezolano es vivir en paz. Está en juego cuáles fuerzas encarnan ese deseo. Ello se prueba en una práctica opuesta a la violencia, no simplemente a través de discursos ¿Nos conduce la reconciliación hacia la paz?
La convivencia en la diversidad es distinta a la reconciliación burocrática, que de entrada pone el asunto en manos de los actores políticos. Lo primero que debe reconocerse es la soberanía popular, por tanto, es necesario aceptar, con todas las críticas y transformaciones que deben hacerse, a las instituciones existentes y entre ellas al CNE, quien garantiza que los conflictos se diriman pacíficamente y las instituciones sean perfeccionadas de la misma manera; debe rechazarse la manipulación, pública o privada, de la voluntad popular, y muy especialmente la desestabilización que se promueve desde medios privados de comunicación; el sicariato, responsable del asesinato de dirigentes campesinos, que ha penetrado los barrios y se extiende en las ciudades a través del paramilitarismo, que cabalga sobre el tráfico de drogas, promoviendo el crimen y la inseguridad, que progresivamente pueden doblegar la voluntad popular; la corrupción desbocada, que se ha convertido en factor desestabilizador de primer orden. Convivir es superar la injusticia y la pobreza.
Hay que atar las manos a los que, como en Chile, pretenden impedir hoy un proceso revolucionario pacífico. Ellos también están dentro del gobierno y hace rato se reconciliaron con el capital.
Finalmente, son los consejos comunales, otras formas de organización popular y el otro y nosotros, los que debemos establecer las condiciones para convivir, no los burócratas de oficio. Esto es muy serio para dejarlo solo en manos de los políticos. Es el poder constituyente el que debe ponerse en movimiento para imponer la paz. Este proceso de cambios puede salvarse si no le teme al pueblo en movimiento para que fructifiquen las nuevas semillas e ideas, que hagan resonar las campanas que proclamen la paz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Entonces podremos decir de todo corazón ¡Feliz 2008!
julio.escalona@gmail.com