Del eructo al Estadista

Hay actitudes humanas que marcan irreversiblemente la historia de nuestros semejantes y/o de las relaciones sociales.

Durante mucho tiempo la administración de nuestra entidad federal no estaba en manos de un militar. Los militares permanecieron en sus cuarteles siendo fieles a su misión castrense y al ordenamiento jurídico, del cual en parte, son garantes.

Por 14 largos años, Carabobo estuvo bajo el nepotismo, la desidia, la exclusión y la injusticia que siempre caracterizó los últimos años de la administración pública regional.

En tiempos difíciles, de crisis, sufrimientos y amarguras, es cuando mejor se aprecian las amistades, las verdaderas lealtades. Debemos aclarar enfáticamente que nadie es más leal o menos leal, porque la lealtad es una sola.

Cuando el Presidente Chávez recibió el impacto de la apátrida guarimba, que fue un plan suicida en contra del pueblo venezolano y de sus legítimas aspiraciones al progreso y bienestar que injustamente se le habían negado, apareció en Carabobo la imagen del General Acosta Carlez, defendiendo no solamente el proyecto y la figura presidencial, sino también el estado de Derecho y sus instituciones más emblemáticas.

Tomó la fuerza de un Capitán y el mando de General y se embraguetó comandando a sus efectivos, husmeando como perro de presa, para buscar los alimentos y bebidas que inescrupulosos empresarios tenían escondidos para acaparar y traficar con el hambre y las necesidades del pueblo.

En ese momento de ingrata recordación, por lo vil y desalmado de los objetivos propuestos, en ese momento de extrema guarimba golpista, apareció el General, Comandante del CORE 2 de la Guardia Nacional, tomó una de las empresas monopolistas más grande del país, la allanó y bebiendo una malta caliente eructó estruendosamente. Fue el eructo más famoso de la Historia de la humanidad, porque en sólo segundos dio la vuelta al mundo.

Una luminosa y soleada tarde del cuatro de febrero de 2004, estando en su Despacho de Comandante de esa unidad militar, en presencia del Coronel López Urdaneta, Jefe del Estado Mayor, el eructoso recibió una llamada presidencial. Por respeto se puso de pie y bien firme. Respondiendo con voz fuerte dijo: "Ordene, mi Comandante en Jefe". "General, lo llamo para que renuncie al Generalato y se convierta en Gobernador del estado Carabobo", agregó el Presidente Chávez. "Entendido mi Comandante en Jefe", respondió conmocionado y sonrojado el General de Brigada.

Fue ese episodio mítico, silencioso y sobrio, el punto final de una carrera militar luminosa y astronómica. Los hechos subsiguientes, ligados a la reciente historia de Carabobo han dado testimonio de su obediencia y lealtad.

El inédito eructo sacudió la dormida conciencia de muchos compatriotas y de algunos críticos extranjeros que se constituyeron en árbitros morales de esta acción. Sin embargo, en elecciones universales y revolucionarias realizadas el 31 de octubre de 2004, Acosta Carlez recibió la preferencia del electorado carabobeño y se convirtió en Gobernador flamante de esta entidad, para bien de todos y gloria del proceso y de la patria bolivariana.

El 10 de noviembre de 2004, fue juramentado en acto solemne por la Dra. Alicia García de Nicholls, delante del pueblo carabobeño que alegremente asistió al final de una época macabra de exclusión y olvido.

Hay bendiciones del cielo que para los hombres son inescrutables e incognoscibles. Nadie sabe por qué, pero fue el eructo lo que convirtió a Luis Felipe en Gobernador de Carabobo, donde se decidió irrevocablemente la libertad de nuestra patria.

Carabobo moralmente no olvida. Palpita todavía en la memoria colectiva de nuestro estado el desastre en que el nefasto e innombrable clan dinástico había sumido nuestra entidad.

A Luis Felipe le tocó una misión de rescatista, de gerente de desastres. Tuvo que empezar por reconstruir su propia imagen, que había sido intencionalmente afectada por guarimberos y provocadores profesionales.

Hizo lo posible y lo imposible para obtener recursos y empezar el más grande plan de construcción de viviendas dignas jamás visto en entidad federal alguna del territorio venezolano. Casi toda la geografía carabobeña fue sembrada de casitas modestas, higiénicas y arquitectónicamente bien diseñadas. Hasta ahora han sido 30 mil viviendas, pero con el tiempo serán muchas más. Aunque esta acción de gobierno le haya traído una oleada de enemistades, incluso dentro del liderazgo revolucionario, del cual el Presidente Chávez es el más digno representante o de algunos dinosaurios vestidos con el trapo rojo.

Se pagaba así parte de la inmensa deuda social. Se afianzaba el entorno familiar, consolidando miles de hogares y dignificando la existencia de nuestros compatriotas. Eso es justicia e inclusión en un país petrolero que recibe miles de millones de dólares al año. La justicia siempre tarda, pero llega.

Del eructo al estadista hay miríadas de distancia. Y sin embargo, hablamos del mismo personaje. Sin pertenecer al gobierno, somos testigos de lo que se ha hecho. No adulamos, justipreciamos. Las armas defienden la soberanía e integridad territorial de la patria, pero la acción de gobierno cuando se ejerce en beneficio del pueblo ennoblece el corazón y libera al alma hacia las regiones de la paz y el amor al semejante.

Las mejoras en salud con la construcción de 96 CDI y SRI. La entrega de miles de sillas de ruedas, prótesis, andaderas, bastones. Miles de operaciones quirúrgicas, desde cataratas hasta de corazón abierto, dan testimonio no sólo del amor a un pueblo, sino de la estatura del estadista.

La remodelación y dignificación de casi la totalidad de 286 escuelas estadales, confirmó en Acosta Carlez lo dicho por Paulo Freire: "La educación hace al hombre libre".

Creación y mantenimiento de casas de alimentación escolar, reparto de bolsas de comida para los más vulnerables.

Más de 12 millones de arepas, almuerzos y meriendas, confirman la acción del estadista y su plena identificación con los que sufren.

Miles de millones en créditos para generar empleo y liberar económicamente a nuestros compatriotas, son huellas que deja el caminante, donde antes sólo había guijarros en el sendero triste de un Carabobo glorioso e inmortal.

Mirada de almirante. Voz sincera y corazón amplio, Carabobo conoce tu obra y por eso no admite concierto para delinquir en tu contra. No fuiste el único, pero sí el que más luchó para aprobar la Reforma y para consolidar el PSUV en nuestra entidad.

-Señor, los perros nos ladran.

-Mejor, se nota que caminamos.

Carabobo conoce sus héroes y Acosta Carlez luce ahora estatura de reconocido estadista, la historia reciente confirma que siguiendo los lineamientos de Hugo Chávez, es el más grande benefactor de nuestra entidad en estos tiempos ¡Qué gran distancia hay del eructo al estadista!

herreramarianoj@gmail.com


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Mariano J. Herrera

Periodista Venezolano-Palestino.

 marianoali73@gmail.com      @aliperiodista

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