Actualidad económica N° 2

Una economía crítica debe desentrañar las relaciones entre los fenómenos económicos y los políticos, a fin de preparar vías de acción apropiadas, especialmente cuando se trata de procesos revolucionarios, que se desarrollan conflictivamente, puesto que desafían los poderes constituidos; en el caso venezolano, aquellos poderes que dominan sectores de la economía vitales para la población. Una sociedad diferente no se construye de la nada, sino a partir de las estructuras heredadas del capitalismo, las cuales siguen actuando en defensa de sus privilegios y se resisten a los cambios.

Ya se tuvo una prueba contundente de esa reacción, en el año 2002, cuando sabotearon la industria petrolera, en su intento por derribar el gobierno legítimo del presidente Chávez. Las consecuencias se experimentaron con la brutal caída del producto económico y el disparo de la inflación y el desempleo, que se fueron contrarrestando progresivamente, gracias a las políticas económicas del gobierno bolivariano. A ello contribuyó fuertemente el incremento de los precios del petróleo, que permitió reanimar la economía, mediante la mejoría experimentada por el poder adquisitivo general.

Sin embargo, las deficiencias estructurales de la economía rentista nacional, altamente dependiente de las exportaciones petroleras, comienzan a aflorar, después de un largo período de crecimiento extraordinario. Seguimos creciendo, pero ya no en la proporción de antes. Se espera un aumento de seis por ciento del producto, para el año 2008, menor al del 2007 y bastante menos que para los tres años previos. El crecimiento de la economía generó excedentes que permitieron atender las necesidades sociales y el proceso de acumulación de capital privado, sin contradicciones graves. Pero, con un crecimiento menor, el excedente también disminuirá y la contradicción entre necesidades sociales y ganancia capitalista se agudizará.

El capital va a defender a brazo partido su proceso de acumulación y la vocación popular del gobierno le llevará a defender los avances alcanzados en el nivel de ingresos de los trabajadores. El acaparamiento y la especulación ya están reflejando la respuesta del poder económico capitalista, mientras que las organizaciones populares denuncian la escasez y la carestía y exigen medidas de control severas por parte de la administración pública. Lo que ha sido principalmente una guerra política, pasa a ser ahora una guerra abiertamente económica. En términos marxistas, estamos ante un claro escenario de lucha de clases. Siendo inevitable la merma del crecimiento, el reto está en concebir vías de acción que permitan mejorar el bienestar de las mayorías, aun cuando ello no se refleje en un aumento del producto económico. ¿Es eso posible? Vamos a ensayar respuestas en una próxima entrega.



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Luis Vargas


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