A propósito de las críticas y las denuncias

¿Cuál es la casa donde se lavan los trapos sucios?

La respuesta a esta pregunta solo la concibo entre los límites de los criterios que se tienen sobre lo público y lo privado. Y pareciera que una de las grandes características de todo proceso revolucionario es hacer brotar todo lo público que antes se ocultaba con criterio privado. Podríamos decir, que la verdad y transparencia pública es consustancial a todo proceso revolucionario. Y habría que agregar que en tiempos de revolución la lucha por hacer brotar la verdad es un ejercicio de la gran mayoría que opta por el cambio, es una lucha de todos, donde lo oculto se hace público y donde, inevitablemente, se dan distorsiones naturales que no pueden paralizar el curso sano que refleja la acción de cuidar el proceso, lo nuevo que emerge como esperanza, como proyecto emancipador. De esta manera la casa se hace exageradamente grande, se constituye en patria y transciende fronteras nacionales. Los hombres y mujeres producto de la dinámica del proceso, en este caso el pueblo bolivariano, tienden a hacerse parte y corresponsables de todo lo que concierne a la revolución, huracán que rompe limites territoriales y hasta los estrictamente privados que estén vinculados a cualquier tipo de función social o individual. De hecho, lo que hoy puja por nacer tiende a socializarlo todo, a mancomunar la acción en todos los ámbitos institucionales, a democratizar la gestión y hacerla más transparente, a desmontar no solo el Estado anterior, público pero sometido aún a intereses privados (particulares), sino también a controlar socialmente los presupuestos, única manera de ganarle espacio a la lógica seductora del capital que no deja de corromper lo nuevo que nace en revolución.

Por todo lo anterior, esa expresión común de “lavar los trapos sucios en casa” es un argumento reaccionario porque excluye a las miles de comunidades y millones de bolivarianos que echaron las bases y son parte del proceso en curso de construcción y defensa de esa casa, los cuales tensionan, CRITICAN y contribuyen para que se haga bien, y en ella están los internacionalistas cubanos y todas esas comunidades de lucha que trasciende nuestras fronteras, decenas de millones que sienten la Revolución Bolivariana como parte del combate que libran en los distintos continentes del mundo. Son cada vez más lo que quieren opinar sobre un proceso que deja de ser nacional, Chávez le ha dado rienda suelta a un potro que cabalga por el mundo, NADA TENEMOS QUE OCULTAR, SOMOS MILITANTES DE LA VERDAD, discutámoslo todo: las virtudes, las fallas, los enredos y hasta las miserias humanas, construyamos en la praxis una nueva cultura y pedagogía política.



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Juan Afonso


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