En el siglo XXI madurará la paz como partera de la historia. Una nueva civilización deberá fundarse en la paz, el amor y la justicia. Justicia para los seres humanos, la naturaleza, como una ecología que va pariendo caminos inéditos hacia la felicidad humana, de la tierra y de todas las especies que la habitan, fundada en la desaparición de la explotación y la dominación, base para la prosperidad material y espiritual.
Superar la guerra y ganar la batalla por la paz es la tarea. Cruenta y difícil, pero consustancial con la supervivencia del planeta y de la especie humana.
A Venezuela se le ha declarado la guerra por intentar construir un camino propio. Sobre ese camino hay conflictos, desacuerdos. Su solución cae dentro del ámbito de la autodeterminación de los pueblos. El 2D demostró que unas veces se gana y otras se pierde. Así seguirá siendo en el futuro, siempre que se respete la soberanía popular. El pueblo sabrá tomar las mejores opciones. Ello debe ser respetado nacional e internacionalmente.
No es así. Fuerzas internacionales que desean controlar nuestro petróleo, trabajan para desestabilizar y derrocar al gobierno.
Hay errores y aciertos gubernamentales. Las leyes y las instituciones vigentes garantizan que sea el pueblo quien establezca un veredicto. No puede ser con la invasión de paramilitares o la declaración del vicepresidente colombiano sobre la necesidad de cruzar la frontera para detener a un alcalde venezolano. Frontera donde ya hay tropas de EEUU. Tampoco con la guerra económica declarada por la Exxon-Mobil, para destruir la economía del país, contando con el aplauso de la derecha venezolana. Menos, secundando la política de EEUU dirigida a calificar al gobierno como terrorista para justificar una agresión ¿Vale todo para derrocar a Chávez, incluso la guerra? ¿Dónde está entonces el respeto a la democracia, a la soberanía y la autodeterminación popular?
Aislar a quienes propician la guerra como solución y ganar la batalla por la paz es la posibilidad que tenemos para construir una nueva civilización, una nueva Venezuela. El pueblo dará la espalda a quienes propicien la violencia y respaldará el camino de la convivencialidad, la justicia y la democracia. Las cartas están ahí, incluida la carta de la muerte, que día a día se juega en Irak.
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