Durante la última semana, todos los días, el tema de discusión entre la población venezolana, tiene que ver con la denuncia de Luís Tazcón y la respuesta de Diosdado Cabello y la inesperada e incierta razón para expulsar al primero de las filas del partido de la revolución bolivariana, acobijados bajo la colcha de las informaciones manejadas de una denuncia no sustentada, cosas que pasan en una revolución, nos preguntamos, o son las pruebas que la misma impone a sus hijos bien nacidos, es decir a aquellos que militan o simpatizan con el bolivarianismo de buena fe con expectativas de las buenas intenciones, acaso lo más importante es esta discusión aún con las decisiones que han encerrado el espectro en un envase de vidrio porque todos lo ven, pero pocos saben a ciencia cierta si lo de la denuncia tiene asidero y visto desde la otra acera, es correcta la decisión de expulsión por no preguntar si reúne las condiciones legales para haberla hecho, o simplemente se trata de una lucha de poder o de posiciones.
Hasta ahora el promedio recogido en conversaciones personales y en medios como Aporrea, Información Veraz, Cadena Bolivariana entre otras, nos ofrecen un panorama de rechazo en un 50% a la medida tomada de expulsión, el otro porcentaje oscila entre los que están de acuerdo total y parcialmente, con dudas sobre la poca información, salvo la que reflejan los medios de un lado y de otro. Lo cierto de todo esto, es el grado de incertidumbre que se está produciendo en las filas de la revolución y a lo que hay que darle un término honorable de salidas sin triunfador ni perdedor aparentes.
Si me preguntan si es verdad que Tazcón es representante del imperialismo, tal como lo tildó Cabello, me parece temerario, por otro lado, si me dicen que Cabello es el representante de la derecha endógena en el chavismo, de igual forma diría que es temerario, es decir todo apunta hacia una relación que hace valer la verdad en la revolución y que no es otra que la del título del presente trabajo, “Ni Cabello, ni Tazcón acabarán con la revolución”.
Aunque ninguno de los dos se lo halla propuesto, cosa en la que creo, ambas disposiciones lenguísticas y verborreales, solo le hacen un flaco servicio a la revolución, no obstante y esto es sumamente importante, la revolución debe estar por encima del episodio y trasladar el asunto hacia la personificación de ambos contenidos si es que los hay.
Para decir lo que siento, sin que me quede nada por dentro, con el respeto debido, considero que al presidente no lo debieron involucrar o si es real no se debió involucrar, la distancia en estos casos hay que mantenerla, ahora bien, qué es lo importante, lo conveniente y lo productor para el proceso, pregunta que debemos hacernos todos y cada uno de nosotros antes de emitir juicios de valor sobre tal o cual postura, el imperio y los factores de derecha en Venezuela, trabajan cada minuto, todos los días, el entrampe está montado en pantalla de la denominada cuarta generación, la mayoría de veces no la vemos por su estado de subliminidad inmerso en los mensajes y nosotros que hacemos, ocupándonos de cosas veredes y a veces fútiles, atacando al uno y al otro.
Realmente, hay que tener un estado de conciencia racional en los actuales momentos para no sucumbir ante tanta vaguedad y ataques a veces por mampuestos, creo que es la hora de creer infinitamente en el líder, por que si no, todo se derrumbará, ninguno de los dos acabará con la revolución, lo haremos nosotros mismos sino no nos superamos en pasar este puente lleno de minas que no explotan, minas que atacan nuestra conciencia, nuestra forma de concebir la revolución bolivariana y socialista, la forma de ser tolerantes, debemos imponernos un alto contenido de humildad revolucionaria, debemos promover la unidad en la diversidad de mensajes que nosotros mismos quizás sin querer difundimos.
Un alto, al dicho rápido y barato, un alto al ataque al proceso de formación ideológica, labremos nuestra propia cultura de la libertad, no nos conformemos con solo interpretar la realidad, debemos practicarla, debemos luchar contra la alienación en cualquiera de sus formas, si cometemos errores como buenos rasgos distintivos del ser socialista, debemos saber rectificar, ese debe ser el ejemplo, colocándonos en la acera correcta, sin atisbos ni medrismo, espantando el genuflesismo poco elegante, en fin seamos el ser que sirve a los demás.-
No podemos aparentar ser los destinatarios del diezmo, ese que nos ofrece cambiar frutos por flores, en política con P mayúscula no existe la duda intencionada, recogamos el testigo de la revolución por encima de las pequeñas cosas, el que está en contra de nosotros no lo vamos a convencer sino con las ideas, sirvamonos de ellas y convirtamoslas en episodios para la reflexión, no hay otra, el tiempo está aquí ahora y para siempre.-
rafaelfebles@yahoo.com