Vergonzoso que las fuerzas políticas regionales se hayan convertido en ejércitos plagados de todo tipo de pertrechos virulentos, egoicos y viles que atentan contra la paz ciudadana y la sana convivencia de la sociedad carabobeña.
Duele decirlo, pero es una realidad pantagruélica, los partidos políticos de derecha, signados irreversiblemente con el síndrome golpista sobre su frente, han hecho equipo con las empresas mediáticas privadas para filtrar la verdad, para aliñarla a su real antojo y conveniencia, tergiversando y manipulando el hecho noticioso en perjuicio no sólo de la verdad, sino también del derecho constitucional que todos tenemos a estar informados veraz, oportuna y objetivamente.
Con sus líderes de cartón como los zapatos de Manacho, estos usureros de la política, no sólo buscan entorpecer, sino impedir que los sectores más vulnerados puedan tener la solución a sus problemas. A los mismos problemas que esos grupúsculos oligarcas e insensibles crearon con su exclusión, discriminación y desprecio por el compatriota desvalido, a quien sólo usaron como botín electoral. Como instrumento para llegar al poder, el cual una vez logrado, nunca más se acordaron del pueblo, ni de comunidad alguna, mucho menos de las promesas hechas en la campaña electoral, que en el fondo oscuro de sus tenebrosas almas no es otra cosa que un carnaval de miles de caretas.
Ante ese panorama convulsionado que presenta ahora el estado Carabobo, las fuerzas patrióticas que luchan por la construcción de una sociedad más justa, donde esas grotescas desigualdades desaparezcan, tienen que unirse. Tienen que convertirse en un monolito, en un gigante embravecido, en un cíclope homérico que luche sin descanso hasta lograr las reivindicaciones y el implantamiento de la justicia social como lo reza taxativamente el artículo 2 de la Constitución Bolivariana.
Los sistemáticos enfrentamientos, las multidireccionales acusaciones y vilipendios, son como el cuento de García Márquez, “Crónica de una muerte anunciada”. Se tenía la certeza que al tomar Prove la Dirección del Poder Legislativo regional, ese organismo se convertiría en un bunker para promocionar candidaturas nazifachistas de antiguos amos decadentes, racistas, quienes durante 14 largos y horrorosos años pantallaron y engañaron a un colectivo que sólo recibió desprecios, rechazos y vejaciones por parte de una dinastía hitleriana, inspirada en los más puros principios de Nerón, Maquiavelo y Goebbel. El primero por sus conocidas desviaciones, el segundo por lo pervertido y malévolo y el tercero por el arte de mentir.
Las fuerzas del cambio perdieron esa tribuna por la desunión, por la codicia, por la falta de inteligencia para conciliar, para acertadamente hacer alianzas y mantener así la majestad ahora mancillada del Consejo Legislativo, cuyos genuflexos y atemorizados directivos sólo atienden las órdenes de fracasados y reconcomiados politiqueros que quieren volver a sus sueños de linaje alemán, con su mórbido pasado y su grotesco saco de fracasos.
Se perdió el CLEC por negligencia, por desunión, por pase de factura contra el liderazgo de Acosta Cárlez, a quien le tienen hambre y envidia porque nadie en la historia de Carabobo había hecho tanto por el progreso y bienestar del colectivo de esta entidad gloriosa, que dio partida de nacimiento a la noble patria venezolana.
Creo que algunos traidores del Presidente Chávez, hijos más del oportunismo, de la lisonja y la jaladera, que de sus buenas obras, celebraron con los nuevos amos del órgano legislativo y se rieron a carcajadas de lo ocurrido. Se olvidaron que el que negocia con delincuentes siempre termina siendo víctima de ellos.
La historia de la aprobación del crédito adicional es una versión actualizada de “El coronel no tiene quien le escriba,” de lo cual su autor confesó que no era más que una mamadera de gallo. Una ficción mítica para penetrar la realidad y destruirla. Si no se aprueba el crédito adicional, señores legisladores de otoño, no se le hace daño al Gobernador, sino a la gente humilde, al progreso de una entidad emblemática, llena de esperanzas, de pasado y de sueños del porvenir. Si no se aprueba el crédito adicional, se habrá comprobado suficientemente que los legisladores carabobeños están contra el bienestar del pueblo que los eligió. Razones más que suficientes para ser convertidos en polvareda cósmica en las próximas elecciones.
Que nadie se equivoque, Acosta Carlez no está en campaña, porque públicamente lo ha dicho, y el Presidente reconoció que era señal de obediencia y lealtad, cuando enfáticamente dijo que: “Chávez es mi padre político, si él no me apoya, yo no voy a elecciones para gobernador”.
La obra lo es todo: 186 infraestructuras escolares recuperadas totalmente, decentes, dignificadas y equipadas; 96 Salas de Rehabilitación y Centros de Diagnóstico Integral; 28 mil viviendas arquitectónica y paisajísticamente diseñadas y ubicadas en los 14 municipios de Carabobo; millones de almuerzos, para niños escolares, ancianos y compatriotas en situación de pobreza extrema; miles de millones de bolívares en créditos para la pequeña y mediana industria que han creado empleo e independencia laboral y económica; la Operación Tumbarrancho, la Operación Cayapa, cantidad de intervenciones quirúrgicas de alto y mediano riesgo, prótesis, sillas de ruedas, andaderas, atención integral para los niños y muchas otras acciones de buen gobierno, crean envidia y roncha en estos fósiles políticos de la IV República.
La verdad que nadie puede negar es que Acosta Carlez es el estadista, el Gobernador que más ha hecho por el progreso y bienestar de Carabobo y su gente en toda la historia. La verdad es que Acosta Carlez es el Gobernador que más ha visitado las comunidades, el que más contacto ha tenido con su pueblo. Qué digan los fantasmas esos del Consejo Legislativo, si ellos o sus amos medievales pueden exhibir una obra de gobierno parecida a la del eructoso General, que ahora convertido en aquilatado estadista se ha ganado el corazón agradecido de los más desposeídos del pueblo carabobeño. Por sus frutos los conoceréis. Hemos llegado al tiempo sagrado de Quirón, al tiempo del “Ser o no Ser”, de Shakespeare. Esto está claro y más transparente que nunca. Es un llamado del pueblo, del proceso y de la patria. Nos unimos o nos hundimos. “Alea jacta est”.
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