A veces uno se quiere tomar un descansito del trajín mediático y viene alguien y obliga a que te metas de nuevo. Así me pasó con la carta del periodista colombiano Diego Martínez Lloreda dirigida al Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.
La carta del Subdirector de Información del periódico El País de Cali la leí porque me la mandaron. La misiva titulada, “Hugo, no te calles” la recibí casi mes y medio después de haber sido publicada. Por respeto a quien me la envió, a la fulana cartita la examine detenidamente. No me costó mucho apreciar su sombrío resplandor.
Yo siempre he dicho que el amor es ciego y el odio ciego y bruto. Las últimas ocho oraciones de la carta de Diego Martínez Lloreda son indudablemente producto de una mente prisionera de una horrorosa ofuscación. No puede haber otra explicación.
Difícil imaginar a un “reconocido periodista” expresar su agradecimiento a terceros, a Chávez en este caso, SOLO por haber recibido en una semana la visita del jefe de la DEA, de Condoleezza Rice y de quien Diego Martínez Lloreda considera ERRONEAMENTE el militar de mayor graduación de los Estados Unidos, el jefe del Comando Sur de los estados Unidos. ¡Se ven cosas!
¿Qué persona con cuatro dedos de frente va a pensar que su país se quitó el estigma de ser el principal exportador de droga del mundo solo porque el producto ahora sale hacia los mercados principales desde otro país? Cuando la droga pasó de Colombia a Venezuela, quisiera que Diego me explicara, ¿se “importó”?
Y asumiendo que sea cierto que Chávez pagó por la liberación de los rehenes, Diego Martínez Lloreda se burla del virtuoso acto humanitario. Con el mayor de los sarcasmos le “agradece” a Chávez por gastar los petrodólares “que sudan” los venezolanos.
El periodista insta a Chávez a que siga hablando para que “les aprueben a pupitrazo”, como si fuese algo positivo, “el TLC”.
Hay un punto que quiero señalar al respecto. Si el fulano tratado es para que el comercio sea “libre”, ¿Por qué el que se firmó con los países de América Central, por ejemplo, consta de más de 700 páginas?
Yo no soy economista pero para mí el documento debería consistir de una sola página. Basta con que diga, “De ahora en adelante, el comercio entre los países abajo firmantes será total y absolutamente LIBRE”. Es mi opinión...
Por aquello del respeto a la soberanía de la hermana República de Colombia, no voy a opinar respeto al deseo de Diego de que los colombianos reelijan a Uribe en el 2010. En todo caso, la fluorescencia del artículo fue tal que provocó muchísimos y variados comentarios.
Igual que muchos venezolanos, una tal Ileana de Barranquilla consideró que el artículo estaba hecho con humor “fino y mordaz”. Un tal Marcelo de Atlanta consideró el trabajo de Martínez Lloreda el mejor y más completo artículo que había leído sobre un ser humano de tan mal carácter (Hugo Chávez).
No pudieron faltar los comentarios de venezolanos socio-resentidos. Carmen de Venezuela le agradeció al autor “el haberse hecho eco”, me imagino que de sus mas recónditos sentimientos. A estos los dejó al descubierto cuando expresó, “¡Que vergüenza, espero que comprendan y nos exoneren de culpa a los decentes!”
O sea, a “nosotros” los decentes, pulcros y educados. O sea, a “nosotros”, lo opuesto a indecente, obsceno y sucio. ¡Lo contrario a niche, pues!
Georgina de Mérida expresó lo mismo pero de manera “globalizada”: “Me apena como venezolana que nos esté gobernando semejante sujeto bipolar y enfermo de mitomanía, me apena percibir como ahora se nos cierran las puertas en otras partes del mundo civilizado”.
¿Del mundo “civilizado”? ¿Será Mérida parte del mundo “civilizado”? ¡Por supuesto! Lo será hasta que Georgina se mude.
Al mismo autor de “Hugo, no te calles” se le sale su dosis de resentimiento social. En el quinto párrafo de su oda a lo fino y a lo decente, Diego Martínez Lloreda se dirige a Chávez y dice:
“Gracias por encartarte con un ser tan detestable como Piedad Córdoba. Ya que la quieres tanto, llévatela del todo, al fin y al cabo, ella parece más de allá que de acá.”
“Ella parece más de allá que de acá”. ¡Aquí se le salió “la clase” a Diego!
Yo he visto fotos de Piedad Córdoba y no es que PARECE. La señora ES de color moreno. Obviamente, en materia de racismo, Martínez Lloreda no es ningún vegetariano.
Yo insto a Diego a que no se calle. Que siga escribiendo. Escritos como estos son los que me hacen seguir pensando, conjuntamente con muchos latinoamericanos, que Venezuela va por el camino correcto.
Sin embargo, me queda una espinita por dentro.
No deja de sorprenderme el que existan hermanos hispanoamericanos, creyentes en la Justicia Divina, con un color de piel “más de allá que de acá”, que apoyen palabras como las de Diego Martínez Lloreda solo porque son en contra de Hugo Rafael Chávez Frías.
El amor es ciego. ¿Y el odio?
Feico57@att.net
Nota: Si les interesa saber a que me refiero, aquí lo tienen, http://www.elpais.com.co/historico/ene252008/OPN/opi01.html