La inventiva popular en Margarita tiene en el espía Salazar su manera de decirle al mundo que en esta isla, ni en Coche, hay nada oculto bajo el esplendoroso cielo, ni siquiera cuando el mismo está encapotado o se hace de noche. Se deduce de allí que ni un cuerpo de tantas técnicas y manías en el espionaje como la KGB, de tanto éxito en otras partes del mundo en sus buenos tiempos, logró burlar la astucia insular.
Cuenta otro cacho que cuando un perro ladra en Macanao, en Porlamar se sabe quien es el dueño. Y esto no es una ocurrencia de Régulo Hernández, cronista de El Valle y capellán de la Asociación de Escritores, cuando escancia los venerables bebedizos entre sus amigos, sino que es un decir muy viejo en Nueva Esparta.
Una de las evidentes fallas de los guías turísticos en Margarita es que desconocen estos decires y, por lo tanto, no están en capacidad de informar a los visitantes de los mismos. De esta manera muchos turistas se evitarían malos ratos, confusiones o simples sobresaltos.
Señalemos, por ejemplo, que cuando un huésped de un hotel, venido de otra parte del mundo, pregunta con la mayor discreción posible al recepcionista que lo ha atendido con mucha amabilidad en qué sitios puede encontrar una chica dispuesta a ofrecer sus encantos y caricias a cambio de dinero, será informado de dos o tres opciones. Cuando este turista sube al taxi, sin haber intercambiado palabra con el taxista, éste de inmediato le insinúa cuatro o cinco alternativas adicionales a las brindadas por el empleado de la recepción.
Lo más probable es que el recepcionista no conozca la historia del espía Salazar, pero seguro que el taxista la sabe a la perfección.
Pues, al señor César Gaviria, Secretario General de la OEA, nadie le refirió esta historia a su llegada a Margarita. Llegó todo inocente él, fue invitado a un encuentro no contemplado en su agenda, no registrado en ningún sitio, nunca oficializado ni por el gobierno nacional, ni por el regional, tampoco por el organismo que vino a representar.
En dos platos: un encuentro secreto. ¡Un secreto en Margarita! De verdad que el ex presidente colombiano pecó de inocente. Hizo todo con la mayor discreción. Disimuló como el mejor actor. Se comunicó con los otros invitados a la reunión secreta usando los métodos más modernos de la cautela.
Y se fue a la reunión. Seguro que el chofer que lo llevó no conocía la referencia del espía Salazar. El Sr. Gaviria nada sabía del espía Salazar. Los otros que se iban a reunir con él también ignoraban esa historia tan margariteña.
Gaviria llegó a su reunión secreta. No tenía diez minutos reunidos cuando ya toda la isla estaba enterada del bendito cónclave conspirativo.
Revivimos al espía Salazar.
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