Desde pequeño aprendí a respetar a las personas de la tercera edad, que en esos tiempos le decíamos simplemente «viejos». Ahora que formó parte de este grupo etario, militante orgulloso de los jubilados, no acepto burlas por mi edad. Así que no es muy agradable que al señor Edmundo González Urrutia lo llamen el señor Inmundo, a pesar de sus malos pasos en El Salvador bajo las órdenes de ese sujeto de malas entrañas, conocido en los bajos fondos por el remoquete de «Matacuras».
Es más, considero que es plausible que a su edad, el caballero González Urrutia vuelva al campo laboral, contratado como candidato. Cargo, por cierto, que no aparece en la administración pública, ni en la privada, por lo que su salario queda a criterio de María Corina, quien como toda una dama de la oligarquía debe ser pichirre al momento de pagar un salario.
Se entiende que los candidatos presidenciales son libres de ofrecer y hablar pendejadas. Pero nos resulta una burla grotesca que la señora «hasta el final» le imponga desde su condición de patrona a que el señor Edmundo diga que él es el candidato de las nuevas generaciones.
