Sigue siendo mejorable la eficiencia mostrada por este y los anteriores gobiernos venezolanos en materia de Inseguridad para sus ciudadanos. El pago oportuno de impuestos varios, la cedulación y hasta la educación formal recibida en escuelas, liceos y universidades nacionales han demostrado ser de baja utilidad en materia correctiva civil para garantizarnos un poco de tranquilidad en las calles y los hogares.
Con la aplicación de cuestionables y desajustados DD HH, igual sigue circulando libremente por calles, avenidas y parques el malandrín y la malandrina, la prostituta y el narcotraficante menor, en curioso y apelotonado hibridaje con el transeúnte trabajador y honesto. Estos son las potenciales y permanentes víctimas de los primeros.
A los contratiempos y fatiga laborales se suma el estrés que supone transitar por calles donde razonablemente sospechamos que pronto y cuando menos lo esperemos nos salta el pillo para lograr sus insanos objetivos. Los gobernantes suelen tomar medidas al respecto, pero lo hacen preferentemente en defensa propia individual y egoísta para sí y de los suyos.
Para convertirnos en víctimas de hecho poco importa nuestra condición económica. A las familias supuestamente ricas los delincuentes callejeros les aplican secuestros en sus variadas formas y condiciones, y al asalariado pobre, el atraco, el arrebatón y hasta el homicidio por cuatro reales.
Las riñas caseras con desenlaces fatales en los bajos fondos, y en las barriadas marginales de notoria inaccesibilidad policial inmediata, siguen siendo el pan de cada día que alimenta la prensa de cruentos y escandalosos sucesos.
Pero la Inseguridad ciudadana no se agota con perdidas patrimonial ni vital. Esta Inseguridad se manifiesta diariamente en el comercio formal e informal.
Tan así es que un comerciante que podría operar perfectamente durante unas 16 horas diarias o más, se ve obligado a reducirlas a unos 2/3, a unas 12 horas o menos. Son muchísimos los comercios al detalleo que temerosamente ya a las 5:00 PM bajan sus santamarías. Sus proveedores suelen tomar iguales o semejantes precauciones .
Es inferible y muy comprobable que tales comerciantes buscarán compensar esa inoperatividad involuntaria, que les ocasiona importantes pérdidas por concepto de costes fijos inutilizados y subutilizados, con sobreprecios al volumen de mercancías que logren vender en el corto intervalo de puertas abiertas.
Tal es sucintamente la incidencia e íntima relación de la imbatible Inflación con la Inseguridad ciudadana cual binomio cruel que sigue acompañando las sociedades de este y otros países del mundo capitalista.
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