De la oposición que tenemos a la que merecemos (I)

Sueño con el tiempo en que la Venezuela actual cuente con una oposición auténtica. No con líderes opositores (mucho menos los que están). No. Mi sueño tiene que ver con el deseo de que ese importante (que no mayoritario) porcentaje de antichavistas ofrezca argumentos distintos a lo que vienen pre elaborados por la televisión comercial. Seré políticamente feliz cuando me tope con una individualidad antichavista y no se limite a decir que no quiere a Chávez porque desea vivir en libertad. Y obtendría una ñapa si ese opositor se deslengua enumerando los desaciertos del Gobierno, a cambio de que cite aunque sea una sola cosa positiva. Por ejemplo, que la Misión Robinson está llena de nobleza.
De ese compatriota opositor –al suponemos de mente progresista en tanto que supuestamente integra lo que se supone la élite intelectual del país- espero que se deslastre de la cerrada influencia mediática, que lo manipula como perrito pavloviano, a control remoto. Así, volverá a ser una enriquecedora experiencia tomarse un café con los amigos de la sección escuálida.

Anhelo al amigo opositor capaz de reconocer que se equivocó. Que por ejemplo, admita que lo del 11 de abril fue un golpe de Estado y no esgrima esa febril versión de que el Tribunal Supremo dijo que no lo hubo. Un amigo opositor que admita que el paro petrolero fue una aberración de un grupito económico que no lo representa, que simplemente lo utiliza.

Mi modelo de amigo opositor también supone su reconocimiento de que siempre jugó a lo inconstitucional al hacer fuerza por la salida de Chávez del poder, sea por lo de abril o mediante la paralización petrolero, o la imposición de una consulta electoral a destiempo. En resumen, el amigo antichavista que yo pinto es un ser renovado, una persona dispuesta a comenzar desde cero y acordarse de que Antonio Ledezma es Antonio Ledezma, y de que ese Enrique Mendoza que no improvisa discursos y que se vende como defensor de la libertad de expresión, mandó a cerrar el canal 8 sin que jamás se atreviera a un desagravio. Bien visto, a ese amigo lo estoy convocando a un despertar, a sacarse del cerebro el chip de autómata al servicio de intereses criminales.

A ese amigo deseado quiero suponerlo al corriente de que mientras él se mantenga radicalizado, estará en minoría. Porque su radicalización empuja inevitablemente a que el otro polo se radicalice. Para su infelicidad, ese otro extremo abarca a la mayoría poblacional del país. Ese mínimo de pensamiento espero del pana opositor.

De otro modo no veo que Chávez pueda salir del poder hasta el 2021, lo que si bien veo, no deja de preocuparme porque el país no merece tener tanto tiempo a opositores quejándose en las calles diciendo que quieren vivir en libertad y que temen ser cubanizados.

Al amigo antichavista imaginario lo veo reconociéndome que la Policía Metropolitana siempre ha sido una basura, y que él es lo suficientemente inteligente para saber que por el hecho que ahora esté mandada por Peña no significa que haya que rendirle homenajes a ese cuerpo policial, responsable de tantas y tantas muertes de inocentes y de estudiantes de la UCV.
El día en que el compatriota opositor admita la fortaleza popular de Chávez, comprenderé que se quitó la venda que le tienen los medios de comunicación privados. ¿Acaso pretender salir de Chávez no pasa por reconocerlo como el líder de las mayorías?.

Ojalá y esté cerca el momento en que los compatriotas antichavistas reconozcan ¡por lo menos uno! de los tantos errores cometidos. Ojalá y sea próxima la hora en que dejen de creerse perfectos y dueños de la razón absoluta. Y comprendan que el país no es el que ellos tienen dibujados en sus cabezas.

Si ello llegara a ocurrir –Virgen María llena eres gracia- caerán en cuenta de que el país se está moviendo a un ritmo que los medios no les han dejado percibir. Que hay cosas interesantes en la que ellos pueden involucrarse. Que no hay comunismo, que hay toda la libertad de expresión, pero que debería ser para todos, y no para unos pocos. Exijo del venezolano opositor que reconozca que las Escuelas Bolivarianas no son para adoctrinar a nadie, que Barrio Adentro está intentando pagar una deuda de 40 años con los sectores más paupérrimos de nuestro país. Eso espero, y tengo derecho a soñarlo.


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Douglas Bolívar


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